Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Astronhomos

Astrónhomos
TMA uno

Los invito a viajar, a viajar con la mente, a recuperar un saber que está en las piedras partidas y en un carbón quemado, en un trazo sobre una pared de una cueva, en los pocos rastros que hoy escarban del suelo los arqueólogos y los antropólogos, que son quienes estudian el pasado y el presente del hombre como especie.

Viajemos un poco atrás, vayamos con la mente a aquella lejana época en que caminábamos por la sabana africana, acaso por el Asia menor.
Ropa: unos cueros; herramientas: lazos, púas, filos. Las especies animales eran nuestro sustento. La noche, nuestra casa. Les hablo de una época en que cazábamos nuestro alimento de un modo impensado pues aún no sembrábamos.
Recuerdo algunos libros vistos o leídos en la infancia. En ellos, había imágenes de hombres antiguos, hombres prehistóricos cazando un mamut gigantesco. El mamut es un antepasado de los elefantes actuales, solo que venía con pulóver incorporado, porque parece que el clima no era el de hoy. Hacía entonces mucho frío; la tierra era zurcida por glaciares en movimiento. En ese ambiente umbrío o de poca luz, el punto de vista del dibujante del libro está situado atrás y algo arriba del hombro derecho de un cazador; adelante, la bestia peluda se debate entre varios barbudos cubiertos con pieles; el pobre bicho levanta la trompa en lo que es un grito y parece sacudirse clavado por flechas y lanzas.
Esa imagen tuve en mente durante años; así creí que ellos -mis ancestros- se alimentaban. Pero esta época es muy posterior a la consolidación de la especie homo. Podría decirse que, cuando cazábamos mamuts ya éramos tal y como hoy somos. Algo menos crueles, tal vez.

Les pido ir más atrás,  a un tiempo en el cual no había flechas, no había lanzas y sin embargo cazábamos, sí.

¿Cómo? Corriendo.

Los primeros hombres cazaban corriendo. Elegida una presa, se la apartaba de la manada y se la perseguía, se la corría desde atrás. Sin violencia, sin ataques peligrosos; mansa pero constante, la carrera no cejaba hasta que la presa se derrumbaba rendido el corazón ante el esfuerzo. Los pueblos originarios de la gran Australia son ejemplo de lo que digo.

Ocurre que el hombre es una máquina perfecta de correr. Así nos hicimos tal y como somos. Los tendones, los grandes pulgares y el arco de nuestros pies; sumado esto a la capacidad de sudar en toda la superficie de piel y a nuestra óptima ventilación, un hombre puede correr durante horas sin colapso.
El hombre es una máquina de correr y correr fue como cazamos durante milenios pues el resto de los animales no puede sudar como nosotros, no puede irradiar el calor generado por el esfuerzo de la carrera y, virtualmente, se hierve al exigirse más allá de su medida.

Ahora, concentrémonos en esto: La presa ha caído exhausta. El cazador ha logrado su alimento. Más, se ha alejado kilómetros de su grupo. Es imposible recordar el camino. 

¿Cómo volver?
Por medio de los signos del cielo.

 http://fotomundo.cl/CERRO%20EL%20PLOMO/album/slides/85.LA%20CRUZ%20DEL%20SUR%20VISTA%20DESDE%20LA%20PIRCA%20DEL%20INDIO.jpg

El cielo es un mapa preciso pues en cuestión de días apenas cambia.

El cielo proveyó a los hombres los mapas necesarios para ese retorno. Si usted sabe bajo qué estrellas se encuentra una noche cualquiera, por mucho que se aleje corriendo, siempre habrá un par de lindas luces conocidas que le marquen el camino. Así, la lectura del firmamento ayudó al antiguo homo a volver a casa cada vez que, por procurarse la cena, su propio delivery lo alejaba.

Para muestra ¿basta un botón?
Hay una prueba mucho más sólida y más cercana de lo que digo. Veamos: Orientarse. Orientarse, esa es la palabra que define el hecho de saber hacia dónde ir. Pero… oriente también define a una zona geográfica determinada. En Europa, oriente son los países del este; en Asia, los pueblos de Ceilán o China, India, Japón. La ruta al oriente buscaba Colón y tantos otros. Oriente es el punto donde sale el sol y, qué curioso: orientarse es el acto de tomar conciencia del camino.
En la antigüedad, el hombre se orientaba a raíz de la salida del sol, es decir, del oriente.

Así, vemos que el cielo está oculto en nuestras viejas palabras y en nuestros días de hoy sin que tal vez nos demos cuenta; y está allí desde hace mucho, mucho tiempo. 
Vamos a descubrirlo.

Sergio Galarza

PD: este artículo fue escrito en una versión extensa para el prólogo de un libro llamado "La  Música de las esferas", hace casi un año. Hoy leo este artículo en Futuro, el suplemento científico del excelente diario Pagina 12 y doy con: "unas tablitas con muescas que medían algo".
He aquí el link a dicha nota, la cual no justifica nada pero es muy interesante:

http://sagitarioblues.blogspot.com.ar/2012/09/astronhomos.html

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