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viernes, 18 de enero de 2013

Observaciones astronómicas e indiscreciones Olímpicas varias.

Observaciones astronómicas e 
indiscreciones Olímpicas varias.
Taller de Astronomía JCGalarza
15/01/13, Sporting Club, Bigand.

            Anoche nos juntamos a observar en el camping de Sporting Club de Bigand. Por razones que no comprendo, el predio destinado al Observatorio Astronómico de la Comuna de Bigand no puede aún ser mantenido con el pasto corto. Al encuentro en campo prestado nos llegamos nueve personas del pueblo a las que se sumaron niños y adultos de Los Molinos y Casilda. El telescopio elegido para el recreo que sigue fue Luz del cielo, el increíble Meade LX90 de 203mm de cacerola (qfp) adquirido al mítico Roger en el 2010.

Los oculares: un Parks serie plata de 40mm (f), adquirido a Lord of the eyepieces*, que arroja 50 aumentos (x) en los 2000mm (F) del tacho azul. Es un ocular plössl excelente, 45º de campo visual, que solemos usar como buscador o para vistas amplias, donde, de todos modos, dada la extensa focal del Meade, no entran las Pléyades (Aumentos= Fteles/focus, es decir: 2000mm/40mm=50x; luego, Campo real=Campo aparente/Aumentos; es decir: 45º/50x= 0.9º y las Palomas (NGC1432 o M45) miden unos 85” es decir, grado y cuarto.


Por la misma razón, sin embargo, M41, el bello cúmulo abierto de Canis mayor, es la locura allí. Nos demoramos buenos minutos extasiados en esa vista.

Pelamos del maletín y para cierto detalle un ocular Vixen de 20mm. Cocido con barros de lanthano, el muchacho arroja generosos 100x en Luz… y abre 50º de campo aparente. Es ocus usado que me regalé para los 49 –andaba Javier Alves da Igreja por estos pagos- y que enviaron sucio como la conciencia de un funcionario Pro. Tuve que limpiarlo con delicadeza y enseguida mostró su valor pues genera un gran contraste, tanto para planetaria como objetos de cielo profundo.

Por último, y aunque en gateras había más de 3000 morlacos en glasses, sacamos el Orion super wide de 65º, lanthanum again y japonés el niño; mas la noche no era propicia: reveló por sus convexidades un seening de miércoles, pese a que era martes.

Enseguida y a mano -toda vez que el GPS del LX se posicionó en dicho vergel-, caímos sobre Sirius para meter brillo en los ojos deslumbrados. El perro brillaba como encendido en azul y mi hermana Verónica creyó haber visto a su cachorro -cosa que no creo posible a esos x (aumentos) y en ese teles pero me reservo pues no sé bajo qué armas y cielos se rinde. Estos telescopios computarizados son excelentes siempre y cuando conozcas algo el cielo –unas pocas estrellas, al menos- ya que la búsqueda a mano se mezcla con el Autostar en una combinación de técnico argentino muy cómoda. Desde que el doctor Julio me explicara el truco, basta con posicionar el tacho y luego, frenos fuera, se apunta a tal o cual estrella, se sincroniza y chau pinela, sigue como perro de sulky.

Del perro nos fuimos a Júpiter y miramos largo rato sus tormentas en línea con las cuatro luces que le valieron a don Galileo una invitación a probar los hierros, propuesta que canjeó por una negativa más rotunda que las de Pedro al Señor (es falso que dijera el consabido epursimuove, con los muchachos de la inqui uno no daba en retruécanos.



De Júpiter saltamos a Aldebarán y es que llegaban las chicas y quise mostrar una estrella evolucionada para que tengan presente el tema de las edades y los colores. De Alde me fui silbando bajito sobre la Crab, la M1, festejada por todos pues ya saben o supieron anoche que es un remanente o rastro de supernova, estrella que se derrumbara y rebotara catastrófica y bella, despabilando soles, a su vez, quién sabe si ya o en un futuro inimaginable. La descripción que de ella hace el Rodo en su Exótico cielo profundo, edición 4º, con las fotos que muestran su evolución en el poco tiempo que los hombres llevamos mirando el cielo, es increíble (ECP 4º ed. Pag46). Nunca me cansaré de recomendar este libro tan nuestro.

Después de deleitarnos con el gris borrón de la cangrejo decidimos subir de nuevo, pasamos por M42 y quedamos todos patitiesos ante tanto polvo, tanto brillo y tanto negro a los ojos en ese pájaro de abiertas alas grises. De ella a Rigel no sin echarle ojos a Mintaka -doble fácil-, y entonces busqué un tesoro: la estrella roja que me regalara Sergio Bais, el Llanero solitario de Olavarría, aunque su garbo delgado tal vez de más para un Lucky Like moderno, con un revólver de 250mm de cacerola (qfp) y 1200mm de caño, con el cual no pifia tiro, allí arriba. Estoy hablando de la roja, la rojísima, la desfachatada estrella Crimson de Lepus, una carbono llamada R-Leporis, situada sobre los pies de Orión. Les explico en un segundo cómo dar con ella mediante el buscador 9x50, aunque en un ojo lleven el parche y el otro les falte.


Se paran en Rigel, lanzan el tubo arriba (arriba de Rigel, es decir hacia el sudoeste) unos 4º y apenas a la izquierda, es decir, disminuyendo en AR. Allí verán dos estrellas muy lindas charlando de lo caro que está todo (es que son de barrio norte y miran TN); una es iota leporis, azulita; la otra una apenitas naranja. De allí otra vez al sur y al oeste, grado y grado -o campo y campo según el ocus- hasta dar con otro par de estrellas que orillan la sexta magnitud, una naranja y la otra blanquiñosa. Estas también charlan pero de lo lindo que fueron sus vacaciones en los cielos de Calamuchita. Es la primera vez que salen y están muy contentas (son de barrio sur).

Paradas en ellas no te distraigas con su cháchara; verás que al sur hay una tercera; las tres parecen formar una flecha torpe que apunta (a grado y medio)  a una C desalineada, formada por 5 o 6 luces de último barrio. Aquí te paras. La C está formada por una estrella abajo, dos a la izquierda, una arriba y otras arriba a la derecha. Muy bien, las dos de la izquierda-abajo te indican el camino. Has de moverte ahora otro grado y chirolas hacia el oeste (mermando en AR) con el ojo dentro del buscador; allí, en el medio de la nada, en lo negro de ese barrio dejado de dios, tu ojo se sorprenderá con un carbón encendido, un alfiler rojo que hiere la imaginación de lo que dios o la madre cosmos ha podido crear para alegría de los mortales: RLeporis, la Hind´s Crimson star, HIP23203 en el Stellarium, para que la busquen en casa y planifiquen su vista una noche de estas.




Mientras nos moríamos de ganas de no dejar de mirar esa estrella de carbono -“Hay estrellas que son diamantes, en el cielo…”, decía mi padre y apenas si podía entonces creerle, pues yo tenía 30 años o menos y no había mirado más que una o dos veces por teles en toda mi vida-, los que esperaban le echaban ojo a la inmensidad mediante unos binos de locura que tiene Vero. Son unos Optisan 12 x 50 que el Roger no ha vuelto a conseguir; buenísimos, bak4, claro. Logran un contraste fabuloso y los suelo recomendar. Nada que ver con los Larguiruchos, de todos modos, los Meade 9 x 63 que porta y comparte Cristián esta noche y con él son dos los binos que van y vienen. Estos últimos son más luminosos por el centímetro de diámetro extra y por los 3x menos**.

Observar el cielo con binoculares es un lujo tal que no deja lugar a envidias sobre el poseedor de telescopios. La mayoría de nosotros comienza observando con telescopios pues una enseñanza para iniciarse en la observación astronómica apenas existe o está criptada en la web, no llega aún a los colegios y esta es la empresa de Proyecto sagitario, entre otros. Así, la seguidilla para el observador novel es esta: progenitores pasan frente a una óptica y ven un bello teles; echan mano a la bolsa y el teles cae en la casa del niño/niña; primera noche y no dan con nada; el resto igual; el teles se archiva o sube al desván. Esta es figura repetida; que levante la mano quién no haya ido a la casa de un amigo o conocido y se haya enterado que tienen un 60/700 o algo así arrumbado, que alguna vez miraron pero que no daban más que con la Luna (como si fuera poco).

Observamos esa noche varias decenas de objetos celestes, incluidos los cúmulos de Pupis, Vela, Carina y tocamos Crux. De las muchas estrellas sorprendió Regor ya que busqué la doble de Canis, la 145, mas entre tantos soles me perdí y para no hacer esperar a la afición, dije: ¿Para qué buscar algo difícil estando allí la nebulosa de Orión? Toleraron mi impericia –no sin evocar, los enjundiosos, famosos papelones cometidos por un servidor en el lejanísimo pasado: unos dos meses atrás; no me pidan, maulas, que los memore aquí- y volvimos -después de tocar Eta carina y el hundido Jewell (NGC4755)- hasta la cuarenta y dos. Esa nebulosa, con sus luces próximas, nebulosas y cúmulos, es realmente infinita. Uno puede mirarla al derecho o al revés, siempre da buenas imágenes, siempre alguna voluta de humo nos guiña y despierta la afición si acaso esta estaba mermando. El trapecio, a 100x, es un alfiletero*, casi, en las ópticas ACF del Meade y perdonen si exagero.
*(El alfiletero es el nombre común del cúmulo abierto NGC3532)

No me explayo en Eta carina o en Pléyades sur (IC2602) porque unas nubes taimadas iban y venían poniendo coto a nuestras ansiedades. Igual nos pasó poco después en el norte, donde le echamos ojo a M35, bonito cúmulo abierto, de fácil observación, situado en Géminis; M79 en Lepus, pequeño brote de luz de un magnífico cúmulo globular, más arriba aún; y al muy hermoso M93, cúmulo galáctico o abierto, en Pupis, con sus estrellas como naranjas maduras, esquivando las borrosidades que hacían y deshacían a su antojo.

En una de las últimas vistas que le hicimos a Júpiter, mientras indagábamos sobre cuántas fotos de Natalie Portman le quedaban por postear en facebook a Cristián, pudo éste ver el momento en que Io entraba en un tránsito sobre su padre, Zeus, amo y señor de ponchada de dioses. Amante incansable, don Zeus, hizo de la metamorfosis su arma más lúcida a la hora de conseguir favores. Famoso es este inmortal -llamado Jove por los romanos- por rendir la voluntad de todas las ninfas, diosas, reinas y plebeyas que en el orbe y en cielo había –anque varios muchachos. Vestido de Toro, Cisne (Natalie viste de Cisne en una bella película), lluvia, rocío, espuma y cuanto animal o hecho natural te imagines, el tipo se las ingeniaba para darle al cuerpo su jolgorio. De hecho, el único libro que conozco que tiene más sexo que la mitología helena es la Biblia. Pero como los homéridas -y el mismo Hesíodo- son más viejos (800 AC) que el dictado del nuevo testamento (150 DC), creo que la burda excusa de María dada a José Ornamento es hija de este viejo recurso olímpico: el de disfrazar el relato de lo ocurrido de modo tal que él o los culpables del goloso acto prohibido sea el Cielo, la Llorona, o el Pombero, bah, lo que sea, con tal de no deschavar al verdadero pata de lana: vecino, pariente o amigo, en el común de los casos.


Volviendo a los terrenos observacionales, decía que tuvo la suerte Cristián -y varios de los que allí estábamos- de sumar a la memoria la linda entrada en el disco planetario del pequeño punto de luz de Io, como debajo pueden ver recreado con stellarium.
Io comienza su tránsito.



            Con la bella efeméride en las costillas comenzó el embalaje de bártulos y accesorios. Por más que me guste el cielo estoy en pareja y los que disfruten como yo de semejante suplicio saben qué uno puede tirar de la cuerda hasta cierto punto, y que luego viene el chicotazo.

            A las dos de la mañana, recién bañado me tiré a la cama. La noche había sido sustanciosa, creí entonces, y días después pude confirmarlo en el comentario de algunos asistentes que topé por allí. En verdad, el cielo se disfruta principalmente a ojo desnudo, con binoculares luego y al fin con los grandes o pequeños teles que tu ahínco o concepto del disfrute te permita comprar. En mi caso, he dado últimamente en insistir con telescopios de baja gama. Así, me fui el finde de luna nueva al río Uruguay muñido de un Galileo 80/400, al que le sustituí el diagonal y un ocus (llevé un diagonal genérico y un ocus HD60 de 18mm). Con este equipo, montado sobre el trípode fotográfico, pasé las noches que la buena mesa me dejó libres. Observé: Tauro, Júpiter y Orión a destajo; Géminis y Sirio con las 145 y todo; después el sur que pude y hasta la Sculptor bajé de un vistazo, antes que se cayera por el oeste. Saben qué, me acordaba de don Enzo en el SPVG del 2010, donde campeó las noches con un Orión 80/400 sin decir ni mu. Si él pudo, por algo ha de haber sido, me dije y comprobé satisfecho que hay vida más allá de las grandes ópticas.

**Recuerden que los aumentos nos quitan luz; es decir, una misma cantidad de luz, provista por un objetivo cualesquiera, se reparte sobre un ángulo mayor a medida que incrementamos los x. Dicho de otro modo: La luminosidad de una imagen celeste en cualquier teles = lux recibido/ amplitud del área del cono de luz sobre la lente ocular en que se distribuye la imagen. Esta relación inversa es la que implica una merma en el brillo de una vista al lograr mayores x.
Los aumentos que proveen diversas ópticas pueden ejemplificarse como triángulos de áreas proporcionadas. Si un triángulo de altura h= 1 (el ocular d menor magnificación) es reemplazado por uno de menor altura (h=1/2 por ejemplo, el cual proveerá el doble de magnificación), la base de este segundo triángulo deberá ser mucho mayor que la del anterior (para  mantener la proporcionalidad planteada). Es lógico entonces que una mayor longitud, iluminada por una misma cantidad de luz, reciba en cada punto una menor intensidad de ella.

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