Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

martes, 29 de octubre de 2013

Plazas Astronómicas - Rufino

Plazas Astronómicas– 
Rufino. 28 10 2013.

Noches Galileanas en Rufino me deparó una alegría muy grande.
Apenas llegué me recibió la directora del colegio donde se desarrollaría la actividad, junto a Delia Dagotto, una amiga que sumé a partir de este universo, esta singularidad que representa difundir astronomía.
Si ver gente amiga ya es reconfortante, imaginen mi alma a raíz de lo que sigue: entro al colegio, acomodo cuatro cosas, y cuando estaba montando el banner de Noches Galileanas, se me acerca un hombre, cordial y respetuoso; me dice: Señor, mi hija quiere estudiar astronomía, ¿usted puede decirme dónde debe ir? La hija había participado en dos actividades anteriores de Proyecto sagitario. Es alumna de 4º año de dicho establecimiento. Había ella observado el sol y diversos astros de la noche durante setiembre pasado. Fueron esas dos jornadas muy intensas de charla, ejemplos, observaciones y registros astronómicos. Ya  se había declarado afín a nuestra alma, el gusto por el cielo. Ahora me pedían asesoramiento directo para decidir una carrera futura.


Creo haber entrado a este mundo por una gran excusa: una promesa a la memoria de mi padre, lograr que algún participante de las actividades de divulgación estudie astronomía, que se reciba de astrónoma, astrónomo.


En carrera tengo al menos una alumna en Bigand, quién dice que no sean dos.  En Rufino he sumado a la tercera. Aquí dejo declarado que haré lo que pueda porque ellas estudien y que al hacerlo cuenten con todas las posibilidades.


La charla de Plazas Astronómicas comenzó a las 1930hs con unos 20 participantes; a las 8 de la noche eran el doble y salimos a una explanada muy cómoda a observar.
El grupo, heterogéneo como el mismo espacio que nos disponíamos a pispiar: amigos y amigas de mi edad y algo mayores; jóvenes estudiantes, futuros profes; alumnos de secundario y primario; vecinos del común.
Comenzamos a observar Venus, quien mostraba un cuarto perfecto y después comprobé que sí, en efecto, casi está en su punto máximo de elongación; es decir, está por doblar –desde nuestra perspectiva, claro, es una metáfora lo que digo- en su camino para mostrar una fase cada vez más fina, puesto que pasará entre el sol y nosotros. En unos meses lo veremos por las mañanas, y no ya en las lindas tardes, brillar vecino a Escorpio, como lo hizo anoche, en que lo separaba un palmo y dedos de Antares.
Miramos luego el cúmulo Tolomeo, y aquí tuvimos una charla muy interesante con un amigo relojero. ¡Haber sabido entonces cual era su facilidad en la vida! Podríamos haber hablado de Hooke, de Huygens y otros vagos que sumaron al desarrollo de la medida temporal, base de nuestros registros, y de la incógnita einsteniana. Antes de irse, este hombre amable y educado, me estrechó la mano y me agradeció con mucho sentimiento la velada vivida.
A él le digo: ¡Gracias, Señor, la pasé muy bien a su lado!

De M7 picamos a M8, para mostrar en vivo uno de los tantos objetos descritos en la charla mediante prolijas fotos del Hubble. La Laguna, pese a ser observada desde la ciudad, mostró su nube y su cúmulo con suavidad y certeza. Creo que todos le vieron y los que no, ya me comprometí a enviarles fotos de tal nebulosa y cumulin.
Después de charlar sobre el centro galáctico, detrás de las nubes moleculares de Sagitario, y de desentrañar cómo fue que los hombres averiguamos su existencia y naturaleza, nos fuimos al otro extremo del cielo y de la evolución cósmica para mirar a destajo el Tucancito, el siempre lindo NGC104, globular de la constelación Tucán.


Mientras la fila iba y venía sobre la explanada en pos del plosll de 26mm inserto en el LX90 de 8 pulgarcitos, le metíamos lengua a todo tipo de divagues: que los neutrinos, que las emisiones infrarrojas, que el ultravioleta y los veranos, que la cámara y su sensibilidad en regiones del espectro no visibles. En fin, diez millones de cosas que a todos interesaba hablar en uno u otro nivel.

Poco giro terrestre después notamos que la Tarántula se asomaba por sobre el techo del colegio; así, le metimos ojo anunciando que sería el objeto más lejano que veríamos esa noche (la gran y pequeña nube no se percibían por la contaminación). Las patas de la araña las vieron unos y otros no, pero el brillo de la nube central fue percibido.

Eran las diez, quedaban minutos, muchos se habían retirado, algunos con frío. Decidí buscar la Sculptor. Le metí goto a la 253 y ¡paf, hoyo en uno! Pero, como bien dice Moni, tan solo se imaginaba su presencia. Piensen en esto: si la 2070 apenas mostraba su núcleo ¿qué podría mostrar una galaxia tan lejana? Allí estaba, sin embargo, su delgada silueta, erguida a esa hora en teles altacimutal. La vi bien, con las estacas que la manean en triángulo sobre ella.


A las 22,30 cargué nafta en quéchatitache y piqué p´al norte para llegar a casa (qué extraño, acostumbrado a decir que vivo en el sur de Santa fe, desde Rufino vivo al norte). Cené en un comedor de ruta, solo, tratando de no ver las mentiras de la tele. Estoy acostumbrado a viajar así, aunque Cristián me ha acompañado en la aventura más loca, la de ir a rada Tilly. A nadie debo arrastrar a esto, que es sin duda una zoncera, válida para dos o tres en toda la provincia, aunque por suerte la SECTeI cree en el proyecto y lo sustenta y difunde.


Cuando viajo hacia las localidades pienso, ¿a dónde voy? ¿A quién encontraré? Muchas noches recorro decenas de kilómetros para llegar a casa. Anoche, por ejemplo, 220 kilómetros de estrellas y luces de autos y camiones que cruzaron a mi lado.


El trecho Rufino Venado lo hice bajo nubes quebradas, por allí asomaba Rigel, por allí Aries entero. A Aldebarám no lo ví entonces.
De Venado a Firmat, poco cielo, y eso que paré dos veces a distenderme. Era medianoche.
De Firmat a Villada es un trecho, como salir de Rosario.
De Villada a Chabás –y me pasó otras veces- algo hay que permite al cielo refulgir de estrellas como no lo hace en el resto del camino. Paré después del puente, el saladillo.
Miré Orión, entrerito; miré la Liebre, Tauro, Aries, las Pléyades y todo lo que allí me clavaba los ojos. El número de estrellas era increíble, el contraste con lo negro igual. Pensé en meter unas tomas pero iba a sonar la una si no me movía un poco.


 La cúpula roja de Casilda me entristeció y alegró a un tiempo. Triste por lo vándalo de la iluminación inútil; alegre porque una vez más llegaba a casa sano.
Moni me había dejado unas empanadas en el formax, destapé un Los Pasos para hacerlas marchar a la buzarda.
Me acosté con libro maravilloso, Asenso Infinito, de David Berlinski, un pequeño lujo que me permití hace poco. 
Justamente, ayer estuve charlando con mi socio el Roger. Era su cumple y me apersoné como se debe. No por nada, hablamos de las virtudes del champagne frío, de los vidrios fully coatead y de la suerte de tener con nosotros a los seres queridos. En un momento de la charla –y les sonará banal pero son asociaciones-  caí en la cuenta de las muchas suertes que tengo en la vida. Entre ellas están los libros... que me han dado tantas alegrías y consuelos.

Sergio Galarza

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