¿Cuándo un observador se vuelve timbero?

El Observador Timbero

o

El aficionado a la astronomía lucha con un sinfín de adicciones. 
Inverso Lobo humano se transforma en un animal ávido de estrellas durante las noches de Luna Nueva. En esas fechas tremendas lo veremos inquieto desde las primeras horas, pensando en las correrías nocturnas que se avecinan. 
Cómo el revés de su moneda, el lobizón, le escoce la piel en busca de un equipo óptimo para la observación del espacio. Así, como si tuviese hormigas, va y viene durante la tarde; aparta oculares, filtros, lentes; carga baterías, piers, otas de inusitado valor y tamaño. No olvida mesitas, silloncitos de pescador y abrigos, muchos abrigos, que su pilosidad no será suficiente para protegerlo durante los novilunios invernales.

Pero cuenta la leyenda que, en un momento de la vida, todo observador puede ver su rutina peligrar ante una caída abisal, una caída hacia una nueva adicción, la de apostar.

Este nuevo mal es muy extraño, la clínica psiquiátrica ya ha escrito un número de papers en vanos intentos por explicarlo:
¿Por qué un hombre o mujer (no se conoce aún esta patología en mujeres, pero no quiero parecer sexista) que solo ahorran dinerillos para acaparar oculares o cámaras, gente que no gasta un centavo en la casa como no sea para construir un domo u observatorio, un buen día, de la mañana a la noche, se da a la timba? 

Nunca he comprendido a los hombres, mucho menos mi propia alma, la cual va y viene a su antojo por las pasiones y los placeres. He jugado mucho en mi vida. He jugado durante 30 años al ajedréz, deporte en el cual uno se juega la vida muchas tardes. He jugado a enseñar aquello que no sabía o que apenas intuía. Juego hoy con mi querido nieto y pienso: 
¿qué quedará para él si hoy me arroja la vida a la costumbre y la locura de apostar?

Hay días en los que me deprimo y no le encuentro salida a las cosas. Por suerte, recuerdos queridos vienen a mí y me sacan a flote, me dan ánimos, me alientan a continuar. Recuerdo, por ejemplo y al respecto de lo que dejaré a mis hijos y nieto, la famosa frase de Che Guevara, escrita en carta a ellos antes de partir hacia Bolivia, detrás de Su adicción: 
Y a mis hijos, nada les dejo, que a ellos ¡les proveerá el estado!

Gracias querido Che. Tu concepto sobre el futuro provisto de los hijos me da venía y puedo entonces arrojarme de bruces a mi nueva adicción: ¡Apostar!

Apostar, 

la nueva pasión astronómica de 

Sagitario Blues.

la respuesta en imágenes¡¡¡¡

Ay, Sergito, qué dirá tu mujercita?????