Hoy, por segunda vez en mi vida pude ver una prominencia eruptiva desarrollarse en todo su ciclo: comenzó a elevarse el arco, se tensó, se soltó una de sus patas y se extendió hacia afuera ligada por la otra base, se estiró muy oronda, me hizo unos snaps con sus dedos de dios y al fin, tras un breve y último pestañeteo, se soltó para correr casi en dirección radial. Una vez que se soltó por completo, aún pude verla a unos 70 diámetros terrestres, iba como una bruja roja en el Ha, volando sobre su escoba de núcleos atómicos, arrojando fotones y maldiciones por igual a quienes desde el patio de casa le mirámos atónitos, Mimoni y yo.
Solo una vez antes había podido ver la pronta evolución de una de estas maravillas cósmicas, fue aquella tarde del Conciliábulo de Bigand, en el año 2011, con Sergio Bais, Daniel Acosta, y otros muchos amigos del cielo.
Por cierto, que no han sido las únicas, pero sí tan inmensas. Tal fue el espectáculo de esta tarde que ni he mencionado esa tremenda prominencia quiescente, le que vemos arriba. De seguro mi amigo Laurent nos desconcertará con uno de sus preciosos dibujos solares.
Creo que vi a esta prominencia confirmar la inmediata inversión del campo solar, ya que sus bases se entrecruzaban muy próximas una sobre la otra, si es un error me lo aclararán también mis amigos, los que sí saben de astronomía.
Fue una vista maravillosa, tan solo comparto con ustedes algunas imágenes de todo lo que pude ver, ya que iba alternando tomas con visual y lo que ello conlleva, poner y sacar la cámara a cada rato, el foco, el apuro y el vértigo de ser testigo de tal maravilla de la creación.
impresionante imagen Sergio!!!
ResponderEliminarQué bueno que te guste¡¡¡ realmente, el sol despide su máximo solar con bombos y platillos.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.