Imágenes del sol, hoy, 11,55 hora local
“Yo he visto en la noche oscura llover sobre mi cabeza los rayos de lumbre pura de la divina belleza.” ― José Martí
Qué es proyecto sagitario?
Cursos de Iniciación a la astronomía.
Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.
Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.
domingo, 22 de abril de 2018
sábado, 21 de abril de 2018
Historia de la niña que quería ver la Luna
Historia de la niña que quería ver la Luna
Había una vez una niña que amaba ver la Luna.
Cada vez que salía a la noche, miraba el cielo y si no veía allí a la Luna, exclamaba,
Cada vez que salía a la noche, miraba el cielo y si no veía allí a la Luna, exclamaba,
Y la Luna, dónde está la Luna, yo quiero ver la Luna…
Estos desvelos pueden parecer nimios pero aquellos
que leímos El Principito bien sabemos que nada hay en el Universo más
delicado que el alma de un niño.
Una mañana, la niña estaba en su patio con la cabeza gacha,
fija la vista en su muñeca de trapo. Las muñecas de trapo son las Peponas de mi
infancia, solo que las peponas se compran y las muñecas de trapo se fabrican
con amor, trapo sobre trapo, zurcido sobre zurcido para encantar a nuestros
hijos e hijas.
Esta Muñeca, a la cual le preguntó la niña por la luna, era
grande, casi tan alta como ella, cuyo cuerpo, frágil y hermoso, tembló, al
decir,
Pepo, ¿dónde… dónde está mi Luna?
Por supuesto, Pepona no contestó.
Una tarde soleada como la risa, la niña estaba en la escuela y preguntó,
¿Alguien sabe por qué la semana pasada vimos la Luna cerquita
de la bandera y hoy no está?
Ninguno de sus compañeros supo contestar.
Una noche fresca de noviembre, los grandes organizaron una fiesta en un campo cercano. Un hombre de barba blanca vino con telescopios y cuentos viejos, y vecinos y amigos se reunieron en el casco de la estancia junto a unas araucarias a ver noche, estrellas y planetas. El hombre habló a todos de sus luces, sus soles, sus años y lejanías. Poco o nada de lo que dijo interesó a la niña que había acudido a la fiesta de la mano o el recuerdo de su padre.
La niña había visto a Luna en el horizonte uno o dos días atrás,
casi a esa misma hora en que ahora trascurría la fiesta. Pero la Luna no
estaba. Solo su ausencia, la oscuridad, el pobre brillo de las estrellas,
ínfimo al lado del de la Luna.
Duelen los espacios llenos cuando se vacían. Esta es
una verdad del cielo. Lo supo Dios y tal vez por eso llenó de astros el cosmos.
Lo supo también la niña pues perdió más de una cosa que le pertenecía, que le
daba vida, que aún extraña. Quizá por ello la niña sufre el no saber dónde está
la Luna, cuándo sale, cuándo duerme.
El hombre de barba blanca habló de nubes y estrellas, habló
de soles muertos y de nuevos soles que nacían ahora mismo, allí, dijo, sobre
sus cabezas.
La niña miró arriba pero no vio nacimiento alguno.
La niña miró el vacío en el horizonte.
La niña pensó en su padre y miró al lado y solo vio el
recuerdo, algo vago, una sonrisa que se desvanece, un calorcito, nomás. Y en
seguida el fresco de la noche.
El hombre habla lejos. La fiesta continúa. Lejos habla la gente.
Las
estrellas son lejanas, dice el hombre; las araucarias son altas,
piensa ella. Solo los murciélagos pasan rápido a su lado y se alzan y
desaparecen en la misma noche que les da vida.
La niña siente el fresco de la noche y también siente el
calorcito del recuerdo de eso que ama y que no está. Se toca el costado del vestido
y siente el zurcido a la altura del pecho. Está zurcido, aunque su vestido es
hermoso: el más lindo vestido de todos los que allí se ve.
La niña toca con sus dedos el zurcido y siente la noche y el
recuerdo y del fondo de esa angustia reconoce unas palabras,
La Luna… dice el hombre
de barba blanca, retrasa en apariencia al paso de la Tierra, por ello demora su aparición
sobre el horizonte, cada día un poco más.
La niña olvida su frío y su calor y ahora todo su cuerpo
escucha esas voces que llegan de ahí nomás, tan cerca:
La Luna repite una fase cada 29 días, dice el hombre.
Es decir, cada 29 días, la Luna ha completado un círculo
alrededor de la Tierra y muestra así una misma fase a los hombres y los niños
que le observamos.
Pero, dice el hombre, y hace una pausa, un círculo equivale a 360 grados, y 360
grados, divididos 29 días, nos da 12 grados por cada día…
Es decir, dice otra vez el hombre, que no cesa de repetir cosas, la
Luna retrasa 12 grados para volver a aparecer sobre el horizonte, de un día
para el otro,
Y agrega, si la Luna salió ayer a las 20 horas, hoy
lo hará un poco más tarde… ¿cuánto más tarde? Pues exactamente el tiempo
necesario para que la Tierra gire esos 12 grados, es decir, unos 50 minutos...
La niña siente que algo se mueve dentro de ella. Lo que se
mueve -no lo sabe- es su entendimiento y, al moverse sus ideas o saberes unas se
caen y otras se acomodan donde antes no. La niña ha escuchado bien clarito que la
Luna no sé qué hace que atrasa casi 50 minutos cada día… ¡Por eso una
mañana vio la Luna junto al mástil, a la hora de izar la bandera y al día
siguiente ya no estaba! Porque en el día siguiente ¡la Luna demoró 50 minutos
para trepar hasta allá arriba! Y a esa hora la niña estaba en su aula. No salió
al recreo sino hasta una hora y media después cuando el día inundó de luz el
cielo y ya no pudo ver la Luna, que allí estaba, sin embargo.
La niña sonríe y mira su relojito. Ayer vio la Luna surgir
por el horizonte casi a las ocho de la noche, y ahora son las nueve menos
cuarto.
La niña dice o grita, casi, señor, señor.
El hombre de barba busca la mirada de aquella voz y la
encuentra.
La niña dice, señor, señor.
El hombre dice, qué, niña.
La niña dice, Entonces… la luna… dentro de muy pocos
minutos…
Aparecerá por el horizonte, dice el hombre, ¡miremos
allá!
Todos giran y observan el horizonte este y… sí, ya fulgura en
la lejanía, tan cercana ahora, ya se anuncia algo luminoso que ha de asomar,
muy pronto. Algunos exclaman, sí, sí, allá, y señalan con el brazo
estirado.
La niña sonríe y el rostro se ilumina. La niña sabe ahora
dónde está la Luna, cuándo vuelve, cuándo volverá a verla, cada día.
La niña sonríe de par en par y el hombre la mira y dice,
¡Qué lindo vestido… lindo como la estrella Betelgeuse!
Catalina, de Luis Pescetti
Mirá las preguntas que te hacés, Catalina
(sugerimos la versión “álbum completo”)
del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Loqueleo
“En la salita de 3 años, cada día ni bien llega, una niña anuncia qué Luna hay (Luna llena, cuarto menguante… etc.)”, me contó Magdalena.
Le preguntaron a los padres de dónde venía eso, y resultó que, una noche se había puesto a llorar pues la Luna había desaparecido.
Le explicaron y, a partir de ahí salió que sabe e informa en qué momento del ciclo está la Luna.
Se sintió tranquila sabiendo e informando. O le dio satisfacción o gusto saber…
o va a ser astronauta, astrónoma,
o alguien dedicada a calmar a los demás con información cierta,
o estudiosa de los ciclos de la vida.
o maga, o quién sabe.
Por lo pronto, me inspiró esta canción.
Les comparto dos borradores (¡eso no se hace!) el primero grabado en casa, y el segundo me lo envió Fernando Yáñez (con quien hicimos Primer sueldo), desde Montevideo cuando se la envié y, también, a boca pronta, grabada en su casa con la voz de Susana Bosch.
Como todo se puede y debe mejorar, en cualquier momento, quién sabe, a lo mejor tal vez, ponemos otras grabaciones, pero por razones de entusiasmo, ahora van estas:
versión casera-borrador-¡ay, yo con estos pelos! que Luis les envió: mp3 completo click acá
versión casera que los uruguayísimos Fernando Yáñez y Susana Bosch le devolvieron: mp3 completo click acá
Mirá las preguntas que te hacés, Catalina
No todo lo que se va
no está.
Ni todo lo que no ves
no es.
No siempre que algo se aleja
nos deja.
Ni cuando se nos devuelve
nos vuelve.
Mirá la pregunta que te hacés, Catalina
por la Luna Nueva.
No todo lo que perdés
fue ayer.
Ni todo lo que se gana
es mañana.
No todo lo que soñás
buscás.
Ni todo lo que soltás
dejás.
…
No siempre lo más seguro
es duro.
Ni todo lo que se ve
eso es.
No todo lo que reluce
seduce.
Ni todo lo que es misterio
es serio
Runciman, Charla taller con docentes.
Runciman, Charla Taller con docentes
Junto a docentes y directivos de escuelas del sur, cercanas a Runciman, hablamos sobre astronomía en la escuela:
Observación segura del sol, registro de manchas solares, historia sobre su observación y aporte científico;
Observación de Luna, reconocimiento de cráteres, mares y zona de Terminador.
Hipótesis sobre formación de la Luna;
Naturaleza de la luz;
Ubicación real de la Tierra en el espacio; constelaciones zodiacales y año; juego del Calendángulo;
Reconocimos constelaciones y estrellas conspicuas.
Uso del stellarium.
Junto a docentes y directivos de escuelas del sur, cercanas a Runciman, hablamos sobre astronomía en la escuela:
Observación segura del sol, registro de manchas solares, historia sobre su observación y aporte científico;
Observación de Luna, reconocimiento de cráteres, mares y zona de Terminador.
Hipótesis sobre formación de la Luna;
Naturaleza de la luz;
Ubicación real de la Tierra en el espacio; constelaciones zodiacales y año; juego del Calendángulo;
Reconocimos constelaciones y estrellas conspicuas.
Uso del stellarium.
jueves, 19 de abril de 2018
Charla "Astronomía en la Escuela" en Armstrong, Santa fe
Charla "Astronomía en la Escuela"
en Armstrong, Santa fe
Del plan Ojo con el telescopio, dependiente de la Secretaría de apropiación social.
en Armstrong, Santa fe
Del plan Ojo con el telescopio, dependiente de la Secretaría de apropiación social.
miércoles, 18 de abril de 2018
Astronomía educativa en Armstrong, Santa fe
Astronomía educativa en Armstrong, Santa fe
Taller con alumnos a las 1600 horas.
Taller con docentes a las 1800 horas.
La geometría en el cielo; la vida de las estrellas; la masa y la energía; la Tierra en el espacio; estrellas y planetas, sus atmósferas; cometas, asteroides y cráteres de impacto de meteoritos; el zoodíaco, la meridiana, las estaciones...
Taller con alumnos a las 1600 horas.
Taller con docentes a las 1800 horas.
La geometría en el cielo; la vida de las estrellas; la masa y la energía; la Tierra en el espacio; estrellas y planetas, sus atmósferas; cometas, asteroides y cráteres de impacto de meteoritos; el zoodíaco, la meridiana, las estaciones...
domingo, 15 de abril de 2018
Tu cielo, en Lucio V López, Santa fe.
Tu cielo, en Lucio V. López, Santa fe
Este lunes, desde las 20 horas, en el SUM de la Comuna, te esperamos para hablar y pensar astronomía. Si está despejado observaremos el cielo mediante telescopios.
Este lunes, desde las 20 horas, en el SUM de la Comuna, te esperamos para hablar y pensar astronomía. Si está despejado observaremos el cielo mediante telescopios.
martes, 10 de abril de 2018
Taller de astronomía en la Escuela Gral. San Martín, de Chabás, Santa fe.
Taller de astronomía en la Escuela Gral. San Martín, de Chabás, Santa fe.
Chabás es una localidad del sur de la provincia de Santa fe donde viví durante 20 años.
Fui feliz en Chabás, y cuando vuelvo a dar clases, a ver a mi hijo y a mi hija, a ver a mis nietos o a dar clases a sus escuelas y talleres, mi alma vibra como nunca, agradecido de poder compartir con los demás todo eso que valoro, la vida misma.
Esta vez fue la escuela 142, las seños de séptimo me invitaron a charlar sobre latitud y longitud.

Si esto lo lee alguien nuevo, que no conozca este tipo de actividades, se diría,
Che, ¿para hablar de latitud y longitud lo llaman a este? ¡Si eso lo sabe cualquiera!
Y puede que sea cierto, puede que todos los alumnos de Santa fe sepan qué es la latitud y qué la longitud... pero no todos saben toda la yapa que surge de estas charlas:
Sea que hablemos de bueyes perdidos o de los siete toros del norte: el septentrión;
sea que hablemos de longitud y latitud o de los idiomas en que fue escrita la ciencia a lo largo de su historia;
sea que divaguemos sobre los niños científicos o acerca de los pros y los contra de beber detergente;
sea que nos inmiscuyamos en la vida de Einstein o que nos horroricemos por el hecho de que una ciudad grande como Venado Tuerto pueda desaparecer en un segundo;
sea que el palique trate sobre la posición que Argentina ocupa en cada mapa o globo, o que comprobemos el absurdo y el agravio que cometió la Tierra -al seguir girando como si nada fuera- mientras exponía mis ideas.

A los 56 años puedo decir que algo he aprendido.
Sé cómo motivar a un joven hacia la ciencia.
Sé cómo robar su atención y clavarla detrás de una pregunta, de una cuestión cualquiera, muchas veces disparatada, como ejemplificar las dimensiones espaciales por medio de una cartuchera, un fajo de cartulinas y unos hilos...

En realidad, lo que he aprendido, es que no importa qué, siempre hay algo que uno quiere saber, y si ese algo es presentado como si fuera la razón de mi vida, otros querrán saber sobre ello, y me seguirán durante una hora, o dos horas, y divagarán conmigo detrás de las ideas más locas.

Locas, muchas ideas, sí, pero nunca ajenas a la ciencia, a sus pasos, a sus modos, a su raciocinio perplejo y severo, y la clase, cuando acabe (porque esta es otra: una buena clase no acaba, continúa con el joven, con el hombre que pensativo camina hasta su casa, a sus miserias y riquezas cotidianas, igual que yo), cuando acabe la clase, dije, todos aplaudirán contentos, ahítos de experiencias que los han sorprendido, que de eso se trata.
Chabás es una localidad del sur de la provincia de Santa fe donde viví durante 20 años.
Fui feliz en Chabás, y cuando vuelvo a dar clases, a ver a mi hijo y a mi hija, a ver a mis nietos o a dar clases a sus escuelas y talleres, mi alma vibra como nunca, agradecido de poder compartir con los demás todo eso que valoro, la vida misma.
Esta vez fue la escuela 142, las seños de séptimo me invitaron a charlar sobre latitud y longitud.

Si esto lo lee alguien nuevo, que no conozca este tipo de actividades, se diría,
Che, ¿para hablar de latitud y longitud lo llaman a este? ¡Si eso lo sabe cualquiera!
Y puede que sea cierto, puede que todos los alumnos de Santa fe sepan qué es la latitud y qué la longitud... pero no todos saben toda la yapa que surge de estas charlas:
Sea que hablemos de bueyes perdidos o de los siete toros del norte: el septentrión;
sea que hablemos de longitud y latitud o de los idiomas en que fue escrita la ciencia a lo largo de su historia;
sea que divaguemos sobre los niños científicos o acerca de los pros y los contra de beber detergente;
sea que nos inmiscuyamos en la vida de Einstein o que nos horroricemos por el hecho de que una ciudad grande como Venado Tuerto pueda desaparecer en un segundo;
sea que el palique trate sobre la posición que Argentina ocupa en cada mapa o globo, o que comprobemos el absurdo y el agravio que cometió la Tierra -al seguir girando como si nada fuera- mientras exponía mis ideas.

A los 56 años puedo decir que algo he aprendido.
Sé cómo motivar a un joven hacia la ciencia.
Sé cómo robar su atención y clavarla detrás de una pregunta, de una cuestión cualquiera, muchas veces disparatada, como ejemplificar las dimensiones espaciales por medio de una cartuchera, un fajo de cartulinas y unos hilos...

En realidad, lo que he aprendido, es que no importa qué, siempre hay algo que uno quiere saber, y si ese algo es presentado como si fuera la razón de mi vida, otros querrán saber sobre ello, y me seguirán durante una hora, o dos horas, y divagarán conmigo detrás de las ideas más locas.

Locas, muchas ideas, sí, pero nunca ajenas a la ciencia, a sus pasos, a sus modos, a su raciocinio perplejo y severo, y la clase, cuando acabe (porque esta es otra: una buena clase no acaba, continúa con el joven, con el hombre que pensativo camina hasta su casa, a sus miserias y riquezas cotidianas, igual que yo), cuando acabe la clase, dije, todos aplaudirán contentos, ahítos de experiencias que los han sorprendido, que de eso se trata.
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