Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

martes, 28 de febrero de 2012

Robles de cinco estirpes

Olavarría de Luxe

         Uno vive la vida y afronta cada momento con el ánimo de siempre. Uno encara la vida y rara vez prevé que algo especial vaya a sucederle. Quiero decir, te enamorás, ves a una persona y paf, enamorado; muy luego decís, este día fue especial. Después, tenés la suerte de tener hijos e hijas; su venida al mundo no será sorpresa pero sí su sexo, su sanidad y, a los pocos días, su personalidad; luego las alegrías que te regalen para que lleves en el corazón hasta el final.
Conocer a los amigos de valor y profundidad es así.

         Hace unos años tuve el orgullo y la suerte de conocer a Sergio Bais y a Daniel Acosta, dos gauchos en un diecinueve, con un ocho pulgadas y un ciento cincuenta caserito. Llegaron temprano, se fueron últimos, dos tipos entrañables. Después nos vimos en Zavalla, San Rafael, de nuevo en La Estrella, Bigand, y por fin en su pago, en su hermosa y ordenada Olavarría, junto a Gerardo y Marcela.
         Olavarría es ciudad hermosa y limpia. Muchas veces escucho decir que Casilda es linda; no conocen Olavarría. En esa ciudad no existen los papeles en el piso, las bolsas rodando, la basura en su arroyo, el descuido en sus parques. En Olavarría llegas a una rotonda, todos frenan, y tu doblas como no entendiendo qué sucede. En Casilda, llegas a una rotonda… ¡y chocas! porque nadie sabe lo que es el derecho de paso o un extraño pedal de freno, el del medio, sí, ese. Otra cosa, en Olavarría apenas hay departamentos, edificios, quiero decir. Aquí te plantan una torre al lado de la plaza y te arruinan la vida con las luces y el tráfico que aquél conlleva. Olavarría es amplia, distendida, clara, hermosa como pocas ciudades, estoy seguro. Acaso por eso sea tan amable y atenta su gente. O al revés, acaso Olavarría es de verdad muy hermosa porque su gente es atenta y entrañable, mientras que mis vecinos típicos…, lo dejo ahí.
        
         Llegamos el sábado por una ruta amplia y cómoda, desde Tinellilandia. Habíamos zanjado ya la terrible senda 9 de Julio - Bolívar, bajo la lluvia, esquivando a gatas las profundidades inundadas, haciendo equilibrio sobre los penachos de pavimento que los camiones han elevado, en una tectónica infernal y ávida, que te puede dar de jeta contra otro auto en un segundo. Es tan mala esa ruta que uno se dice: ¿Será porque me acerca a la ciudad de Marcelito, que es tan atroz? ¿Será un aviso de lo pernicioso que él es? En fin, uno sabe que lo bueno cuesta; detrás de San Carlos de Bolívar espera la casa de los amigos, Olavarría; esta ruta del infierno es poco precio por dar con ellos, allí vamos.
        
         Nos aguardan en la ruta, en dos autos, con los amargos en ristre. Un abrazo y un mate, la alegría y el ¡Vamos, el asado espera! Salimos detrás de Daniel, recorremos el arroyo que cruza la ciudad. En el año 80 ese arroyo arrasó todo, elevó sus aguas tres metros sobre el cordón. Vi la marca; hay un monolito con ella para memoria de la desgracia. Giré en torno y miré la ciudad: no había lugar que quedara sobre esa cota. Toda Olavarría ha de haberse visto sumergida. Temblé al tratar de imaginar el desastre. Mis hermanos de Santa fe saben lo que eso ha significado gracias al empleaducho de Monsanto, el senador mudo, don Carlos Reuteman (Reuteman no ha hablado nunca en el senado; solo una vez lo hizo, para defender a Monsanto y votar en contra de los impuestos al agro. Imagínense, una hectárea en Santa fe da unos 60 quintales de soja por cosecha y le sacan tres, casi. Cada hectárea paga 30 pesos de impuesto inmobiliario al año. Qué justo es este sistema, amigos. Además, Reuteman inundó Santa fe al dejar adrede abierta una defensa, para que sus amigos pudieran jugar golf, en la cancha pertinente).
         Con la guía de Daniel, dimos con calle Ituzaingo y de ahí derechito a las dos hermanas, las lomadas que encuadran El Arrejón, el campo objeto de nuestro encuentro, el Olavarría de Luxe.
El camino es digno de un refractor, ya que salta como maíz pisingallo. Llevo atrás a mis chicos dilectos: Luz del cielo y Tuboro. Por supu, a mi lado viaja mi estrella más linda, Mónica. Adelante, huye el sátrapa de Daniel, en su increíble Renault rojo, a unos ochenta kilómetros hora. El color del coche tira al infrarrojo dado el efecto Doppler-Fizeau y pienso que si continúa acelerando pronto emitirá en radio; a gatas lo sigo, en mi increíble Scenic verde, plagada de almohadones para asiento de los chicos.
         El camino mejora después de los cinco mil primeros metros y ahora solo es un traqueteo constante. Lo bueno es que tanta piedra nos garantiza que si el diluvio arrecia, salir salimos.
         Es muy hermoso adentrarse en ese campo flor, con colas de zorro, mucho girasol y algo de maíz. Arriba cruzan muchos, brillantes y altos cables que llevan energía a los pueblos mineros, acá a la vuelta. Esos cables son muy importantes para la economía del lugar, claro, aunque por ahí te jueguen una mala pasada, una noche cualquiera, aunque tú estimes que eso es imposible. No hablo del peligro que un cable entraña hacia los aviadores, los pilotos envenenadores o los otros, los gilipollas que vuelta a vuelta se dan unas pasaditas con sus ultralivianos pedorreros. Hablo de los esforzados y probados observadores astronómicos, aquellos que noche a noche aguzamos la vista en busca de luces en el cielo. Estos, nosotros, los timadores de las débiles luces, corremos grave y real peligro ante esos cables. En fin, es cosa que se soluciona si aquí mismo me callo y cambio de tema poniendo un punto aparte.
         Entrar a esas estancias bonaerenses siempre me hace dudar de mis convicciones socialistas. Uno ve esa entrada de eucaliptos, ese sendero casi feral hundirse en la fronda y las hojas secas del piso; uno ve el sol o el gris del cielo alternar entre las ramas de los árboles, en busca del casco lejano, y se dice: La pucha, ¿y por qué no tengo yo un campito como este, de unas pocas miles de hectáreas, lleno de ganado flor, ahíto de cielo, lejos de la ciudad, para vivir panza arriba rodeado de mis chicos observando el firmamento?
         El casco en sí no aparece nunca en el caso que nos convoca, ya que la casa es nueva, detrás de los altos árboles, y está rodeada de un parque precioso diseñado por una paisajista de La Plata. La casa puede albergar a un batallón de nietos, acompañado de novias, amigos e invitados. Cuenta con quincho y pileta impagable, con cancha de fulbo y arbustos de mil colores. Muy atrás quedó lo campestre, los caballos en sus corrales, el ganado que ni se ve (la hacienda, dirá la dueña).
El antiguo casco quizá no haya existido nunca, al fin y al cabo (te lo usé, Sergín), aunque una casita hay por allí; tan grande es el lugar que ni la vi.
Si vi y de un solo saque al amable muchacho que echaba brasas en mi corazón al ponerlas bajo el asado. Una estima rápida me dijo, es suficiente, vas a comer muy bien.

         Me presentan a la gente, al resto de invitados, amigos y amigas de Mar del Plata. El único viejo conocido es el joven Sebastián Otero, el hombre que derrotó a la Nasa, como le gusta decir a Dani, y rabiar al susodicho. Sebastián es hombre culto, capaz y muy divertido: no te aburres con él. Se dedica a la estima de variables, el vago, cables mediante.
         Conocemos a María, a Karen y al resto de las chicas que nos atienden como a reyes y princesas fenicias. María es la dueña de El Arrejón –ya diré lo que esto significa. Karen y sus compañeras se encargan de las tareas culinarias. Todas fueron conmigo infinitamente amables. Gracias, chicas; gracias, señora María; su lugar es imponente y precioso; de verdad, no lo he visto mejor.
         Nos sentamos y le damos duro al asado. Cuando este se rinde nos acostamos un rato (nos hemos levantado a las 4 am) y a las 17 me levanto pues Dani espera en el Zoológico a las 1730. Por alguna extraña razón, seguramente relacionada con la relatividad general y sus contracciones espaciotemporales, llegamos allá a las 1830. Hora y media de plantón les pegamos. De todos modos, Daniel y Flavio, el encargado de la charla que nos informa sobre el pasado, presente y futuro del zoológico, no muestran decepción alguna, tan amables son.


         La charla dada por Flavio es perfecta, nos ilustra sobre los planes y trabajos para la reinserción del Cóndor a su hábitat natural. Luego partimos hacia el bosque, bajo una garúa pobre, que nos traslada a lejanos páramos de ensueño. Vemos antílopes, guanacos, tortugas teseladas y monos aulladores. Algunos animales están libres; los más, sufren en silencio. 

Todo está impecable, ordenado, pese a una fuerte tormenta recién sufrida que derribó ramas y algunos árboles. La lluvia persiste como un manotazo de ahogado, pronto vemos que el suroeste abre y unas flechas de Diana impactan sobre las copas más altas. Es reconfortante ver esos destellos claros después de un día entero de sombras y aguas grises.

         La caminata nos deja en el observatorio del GOCO. Grupo observacional del cielo Olavarría. El lugar es aparente, sobre un terreno limpio, contra un zanjón que muestra la naturaleza curiosa de ese suelo pródigo, también, rico en mármoles más nobles y apreciados que los de Carrara. El telescopio principal es soberbio, hecho por un ilustre del lugar. Es un Schmidt-Cassegraín de 300mm y me muero por no haber observado por él, más allá del ojo que le metí a una vecina, momento que una instantánea ha guardado para la posteridad y documento de mi amor por las observaciones… astropomórficas.

         El sábado cenamos temprano, después de que el cielo limpiara totalmente. Ni una nube quedó arriba ya que toda su humedad la teníamos en derredor. Cuando me fui a cenar no tapé totalmente a Luz del cielo, el increíble Meade LX90 8´´, ACF & GPS, el lamborghini de los telescopios, como hace bocha no decía. La cosa es que despachada la cena, nos abocamos al cielo para empacharnos de una buena vez de estrellas. Allí estaban ellas, sí, numerosas, plenas, zanjadas las correrías del saco de carbón e imponente cada cúmulo… Pero, ay, mi Meade chorreaba agua como una esponja bajo la ducha. Cuando vi el pad, totalmente empapado, me dije: en la cancha se ven los pingos. Le di duro con el secador de pelo y un rollo de papel higiénico; sequé todo y… Clik, lo encendí y ¡milagro! ¡Anduvo!
         Otra vez a darle al cielo. Marte, saturno, omeguita, la sombrero, la blue, blue, planetary. Observamos a rabiar, secando la placa correctora cada tres objetos, dejando detrás litros y litros de agua a cada momento.
La nave avanzaba en la tormenta en pos de las estrellas y las olas empapaban la cubierta a cada milla náutica transitada. El secador alternaba entre el Celestron de Dani, el Skay Watcher de Sergio, el Hokenn de Gerardo y el Luz mío, su radiador ardía. Buena paliza le dimos y sin él todos hubiéramos debido de conformarnos con la interesante e instructiva, con la divertida charla sobre estima de –tuuuut- dada por el técnico de la noche, el profesional AVSO, Sebastián Otero, a la ávida aprendiz Marcela. Los capitanes, al pie de nuestro timones, nos mantuvimos firmes, detrás del cielo, echando aguas, gracias al cielo, escuchando a ratos la disertación razonable, curiosa y peculiar, del hombre que derrotó a la Nasa.
Hoy temprano, detrás de las teclas, pensaba: Cuánto aprende uno en estas noches de observación. Por eso voy donde me inviten, porque siempre se aprende algo, che, siempre algo te sorprende y te alecciona.
En estas noches de observación he visto de todo; he visto astrónomos beber como cosacos y acostarse aún con cierta hidalguía ante el orto luminoso; he visto tomar fotos con la calidad del Hubble; secar nagglers sobre las parrillas choriceras; orinar como caballo junto a docentes trémulas; soñar con viajes intergalácticos; ocultar con picardía cariñosa un traspié contra el goto recién alineado; dar con objetos de ep en segundos, uno tras otro y buscando a mano, con un albo dobson 8; he visto en estas noches mostrar un cielo de primera con un short-tube de 150 uss sobre un trípode fotográfico, en franca lid contra costosos RC o Meade 16´´, inermes estos ante el pequeño, esgrimido por un maestro del cielo. En fin, he visto en estas noches de todo, de todo. He visto bajo la lluvia; he visto cenas lejanas a raíz de cielos nublados; he visto las Antenae, la Ghost, la Hellix, a Albireo, a R Leporis, a DY crucis, a Eta Carina…
Todo esto he visto y más, y nunca había visto aún a un entendido en todo aquello que debiera ser admirado en la vida, y enseñarlo –además- con el entusiasmo de un hipotético Onán llegando por fin a un serrallo numeroso, dejando atrás para siempre esos desiertos ásperos, donde no bebe de Venus ni el más taimado chapero olavarriense, no porque no quiera –imagino- sino porque sencillamente no hay dónde.
Podría decir, como el genial Dick: He visto naves ardiendo en el cinturón de Orión… Lo que jamás había visto, en fin, era esta disertación prodigiosa, este catálogo jubiloso de las amigas bellas, luminosas, cálidas y a veces húmedas, que nos procuran de vez en vez nuestras melancólicas noches.
Gracias, Seba, por tus conocimientos y tu experiencia. Gracias, Marcela, por tu risa en la oscuridad, a la cual estimo magnitud – 6.

Cuando el agua nos llegaba a la cintura desistimos, guardamos las armas y nos fuimos pa´ las casas, a echar el ojo.
El domingo armé a Tuboro, el increíble Coronado solarmax, para que los amigos de Mar del Plata pudieran darle duro a don sol antes de partir. Seba y los demás amigos y amigas observaron unas pequeñas pero numerosas protuberancias, unos filamentos extensos y dos manchas caqueras. Se fueron contentos.

Moni y yo nos quedamos una noche más, la del domingo, pero a ella había aun que llegar. Y el intermezzo lo vivimos, como todo, a cuerpo de rey.

Dani Acosta vino a buscarnos, nos llevó a la quinta de su suegro Jorge, a dar cuenta del asado a la llama más rico, tierno y abundante que guarde yo en memoria y mi corazón.
Jorge es alto, canoso, sonriente, rezuma bonomía, su asado me sorprende porque no sabía que a la llama se podía cocer tan bien la carne. La familia completa nos atiende y recibe como a hijos díscolos que vuelven de vez en vez. La mesa está servida bajo los árboles, en el gran parque. Y estos árboles cuentan su historia de un modo prodigioso. Hay un árbol por nieto de Jorge, y tiene quince! Allí hay robles de cinco estirpes, cedros, glicinas, olmos, castaños, nogales y dos fósiles vivos, dos gingo bilobas más un Pehuén, como mínimo entre tanto ser de cabeza verde. Viendo todos estos amigos pasamos buena hora, mientras el hijo adolescente de Dani se permitía un breve paseo con el Renault rojo, los hermanos menores de acompañantes, Ana y Paulo.


Llega el muchacho y estaciona lejos, vuelve a la mesa. Nosotros también volvemos pero primero nos alejamos para observar la lejana entrada de la quinta; pasamos por detrás del coche que responde a Doppler-Fizzeau y nos solazamos con el paisaje. Al volver reparo en un pequeño detalle y digo en alta voz: Pero, ¿Dani, cuándo…?
Allí compruebo la madera en la que Jorge está tallado: mira, abre los ojos, comprende y lleva su dedo índice a los labios, Shhhh, dice, y eso es todo.

Volvemos a la mesa, a un postre exquisito: melón. Volvemos a la mesa y con Tuboro, para que todos le demos duro, observemos ese astro milagroso, esas millones de millones de toneladas de hidrógeno trocando en helio cada segundo, esos doscientos mil años de fotones chocando contra electrones enloquecidos, absorbiéndose y emitiéndose a cada paso, para saltar por fin afuera un buen día, y tomarse el último tren hasta las retinas nuestras, en muy relativos ocho minutos.
Miramos un rato y luego partimos, nos vamos a la casa a dormir un rato no sin antes dar una vuelta por Olavarría y comprar otro secador, para aliviar el de Dani después de la gran paliza propinada en la víspera.

Antes de acostarme pensé, voy a dejar a Tuboro armado, por si viene Sergio y no mira por no despertarme, pero había por allí hijos de María y me dije, hummmm. Es que tuboro vale un toco de guita y yo me había aburguesado un poco con esos días de estancia y horizontes de rey. Me acosté sin armarlo, en la inteligencia de que me llamaran al llegar. Me dormí satisfecho, como un ricachón después de haber cenado a 300 pesos el plato y haber dejado caer una propina de dos pesitos mugrosos al trapito que le cuidara el Mercedes.
Cuando desperté salté de la cama porque escuché voces; llegué descalzo afuera sabiendo el sol muy bajo ya que las sombras se extendían hasta las dos hermanas, las lejanas lomas. Calculé en un instante cuanto nos quedaba y corrimos al otro lado de la arboleda –unos quinientos metros-. Allí monté el tubo, más rápido que lo que un amante descubierto tarda en esconderlo. Miramos una elipse roja, con dos manchas aún y los filamentos, pero ahora los protuberancias se escondían en la refracción exuberante de tan amplio margen atmosférico. Una pena que siento en el alma aún ahora.
De regreso armamos las armas en el parque delante del chalet. 

En un tris el Pozo de Assuan estaba enfocado sobre Júpiter, mostrándonos sus franjas, sus satélites y su premura en acostarse tras los eucaliptos. Miramos Venus y luego algo la sonrisa torcida de doña luna. Armé a Luz del cielo, lo enchufé y todo bien, pero cuando aprieto scroll para dar con el dios… nada. No se movían los motores.
Uff, ni me asusté; ya había previsto que tanta agua podía traerme una sorpresa. Probé los motores con el programa y ambos respondieron bien; era previsible que el pad sufriera. Apagué, volví a encender, Ta tannnnn… y arrancó de diez¡¡¡
A partir de entonces todo siguió sobre rieles, pronto llegó Gerardo y ya estaban con nosotros Sergio y su familia. No Sergio Bais, ni Sergio Galarza, sino otro Sergio, pues en olavarría todos los Sergios somos astrónomos. La explicación de este hecho es bien sencilla para un hombre estudiado como nosotros: Sergio quiere decir Serbio, y esa región del mundo corresponde a la que dio origen a la cultura occidental. Cualquiera que haya leído algo más que un diario inmundo como Clarín, o La Nación, o Perfil – pucha, arranco de nuevo. Cualquiera que haya leído algo más que un diario sabe que la cultura de occidente se levanta sobre la Ilíada, escrita por los homéridas, 800 años antes de ese barbeta que dicen fue Cristo. La ilíada nos pare como cultura pues si bien cada pueblo tuvo lo suyo, Ilión dio en Roma, Roma agregó Bretaña e Iberia, con lo cual tanto los piratas posteriores del norte, como los incultos españoles que padecemos nosotros, nos trajeron la gripe, la cruz y la astronomía griega. Dos malas y una buena, a fin de cuentas. Igual dejo constancia ahora que hubiera preferido toda la vida seguir con nuestra astronomía, la cual era mucho más precisa y colorida, con su cero prematuro y sus discos de ciento de miles de años y su mal moderno inventado 2012; con nuestra casa del sol y nuestra Meli pal, con nuestra Yunta Puma y el Caldero, con nuestro Poncho y nuestros Choikes; con nuestro Río y nuestro Ovillo de estrellas. En fin, por ser tan antiguo y tan hermosa la tierra que nos da nombre, por haber estado allí crequita la pobre Troya y la casquivana Elena, por todo esto, todos los Sergios de Olavarría somos astrónomos.
De todos modos, el fuego sagrado no lo llevamos todos. El nuevo Sergio miró un rato y cuando nos llamaron a la cena montó su coche y su familia y desapareció por donde el sol, rumbo a la paz del hogar.
Cenamos en armonía, Sergio, Marcela, Gerardo, Mónica y yo. La comida siempre exquisita y el vino presto, morocho y suave. Hablamos de todo un poco, claro. Hablamos del sur, de los astros, de los telescopios, de si fumar o si matear. En un momento pensé que Mimoni se estaría aburriendo a rabiar. Ocurre que con Marcela uno olvida que a veces el bello sexo pueda padecer nuestra pasión tan alta. Parecía que ya hubiéramos olvidado el cielo, parecíamos amigos eternos, displicentes y cómodos, contando con el mutuo cariño del grupo y una noche infinita por delante. No era así, todas las noches mueren en el sol. Sergio nos abre los ojos y volvemos a las armas.
En la pista vuelvo a sincronizar y esta vez el pad cumple, en verdad lo he envuelto en una malla, por si otra vez se bañaba. Pero la noche es otra, muy linda, mucho menos húmeda, mucho más clara. Los corredores del Coal sak eran atroces, descarados, portentos del sur. Marte nos embrujaba y Sergio le tiró con 240x. naranjón, borroneado en sombras que no eran sino sus continentes y polos. Saturno indescriptible. De saturno no se puede hablar, se lo debe mirar, y nada más. Enseguida fuimos a por R leporis otra vez. Varias veces fui de cero tras ella, para aprender a encontrarla a raíz de Rigel. O riguel, en voz de Gerardo.
Gerardo es personaje fino. Sabe mas que muchos, y da con los objetos con precisión meridiana, por usar un giro ad hoc. Tiene un Meade como el mío pero curiosamente lo ha enviado a reparar. Hay dios mío. Cuánta razón tiene don Moreno, hay que frenar toda esa basura que importamos y empezar a producir, fabricar y armar nuestros propios meados, y eclipsar a esos falsos yanquis que explotan a los chinos que tanto odian. Siempre siento pena ante los discursos liberales, desprecian a aquellos que les dan de comer. Es como si yo despreciara un kilito del mejor vacío. ¿Haría yo eso? Jamás, claro.
De todos modos, don Gerald se arreglaba muy buen con un 130 650 que manejaba desde un banquito que era la locura. Me dio la data pues no es gilipollas que esconda su saber: Comprate un banquito de baterista, me dijo, son regulables y muy fuertes¡¡¡ a dios gracias a dos cuadras de casa tengo un negocio que vende guitarras y baterías, allí me apersono hoy mismo, apenas termine con este reporte de Luxe.
Enseguida empecé a aprender a lo pavote. Gerardo tomo esa vocación suicida de Marcela por prestarte atención siempre, y comenzó a enseñarle sus mañas y a tomarle constantes exámenes. Nunca oí charla mas divertida, desde la víspera. El sábado Otero, ahora Gerardo, la alumna impertérrita, riendo siempre. En un momento comenzaron a jugar a las preguntas y respuestas; por ahí se quedaban callados; le tiré una al joven, le dije: ¿Quién descubrió el polonio? Créanme, me contestó con acierto sin pensar, como quien dice su nombre. Y me pregunto ¿Cuántas personas saben eso, eso y tantas otras cosas, pues la pregunta fue al azar, como para contestar tan rápido? Gerardo hará carrera, lo juro.
De la sombrero a las antenas, a la blue, blue planetary y luego la centaururs A y de ahí a la bellísima 4945. También cayeron el 47, 2070 y omeguita. Ya el sábado -que nos fuimos muy tarde- le dimos duro a los cúmulos de Scorpio pero hoy era aún temprano. Toda la noche mirando y hablando. En un momento tiramos fotos, contra el cielo y con el cielo, mostrando a los chicos, Luz y Assuan.

En algún momento de la noche fue el turno de Los Larguiruchos, mis increíbles binoculares 9x63, que me proveyó el Roger. Con ellos le dimos duro a los corredores de moléculas, a M47 y toda la troupe de Canis, Popa y Conoceros, horas antes. Por cierto, en Canis disfrutamos del cúmulo del Mate calabacita y la de alpaca.

Al fin llegaron nubes. Y con ellas arriamos y vuelta a darle a la sin hueso. Derechito al quincho a tomar cafecitos bien calientitos. Otra vez se formó el corro. Otra vez comprobamos la magia de la amistad.
Para que se hagan una idea, en ningún momento pasó un ángel por ese lugar.
Nos acostamos con la siguiente promesa, ya que Dani no había podido estar y Sergio se iba de vuelta a la ciudad: si nosotros nos íbamos antes de las diez, picábamos; de no, pasábamos a saludar de nuevo en la mañana.
Gracias a dios así fue, el lunes tomamos mates en lo de Sergio y Marcela, y luego con dani y su familia. Nos fuimos con las vejigas cantando vidalas, bajo un mediodía tranquilo y nublado, despreciando unos fideos caseros para no tener que separarme, de vuelta a la casa que hace once años me cobija, junto a mi estrella mejor.

Todo fue de maravilla, todo fue ameno, afectuoso y perfecto. Los cielos se abrieron nomás vernos llegar, y las estrellas brillaron como nunca en mi vida las viera brillar. Acaso pase como con los vinos, que saben más ricos cuando uno los toma con amigos. Acaso esas estrellas sean las de siempre, las mismas aunque yo lo niegue, y solo me parecieron mas lindas en Olavarría por la magia de los amigos. Pero me resisto, no lo creo y les doy una prueba, porque a mí pueden no quererme por mil motivos, pero nunca se me dirá mentiroso, otra vez:

El sábado me fui a la cama, rendido a eso de las cinco. Nos habían dado la mejor pieza, con cama amplia y ventana al oeste. Esa ventana tenía abierto el postigo, solo el vidrio y la cortina nos separaban del casco arbolado. Me acosté en silencio y con cuidado. Mimoni dormía. Me tumbé hacia ella, hacia la ventana, la cortina, el vidrio. Detrás el bosque, los árboles apenas diezmados por la tormenta reciente. En ese abra, el único visible desde mi posición horizontal, Sirio¡¡¡¡ brillaba Sirio con su habitual descaro, con su exultancia jubilosa, a través de la cortina como una bruma.
Apenas podía creerlo, pero sabía que sí, que Daniel y Sergio son capaces de eso, de transformar su esfuerzo en un encuentro de Luxe.
Con esa doble en los ojos me dormí, con Sirio y mi Moni en la oscuridad del cielo.


Sergio Galarza.

sábado, 11 de febrero de 2012

Reporte del jueves nueve dos doce.

Proyecto sagitario trabaja junto al nuevo taller de astronomía de Chabás, Urania, que depende de Silvana Busilacchi.

El pasado jueves 9 de febrero nos reunimos a las 20hs. a charlar sobre los modos de verificar la geometría celeste tomando la posición de las estrellas gracias a un transportador, una birome, un hilo y -para el acimut- un círculo graduado y una brújula.
Además discurrimos sobre la belleza de Carina y el Joyero, pero mi reporte observacional es este:

Comenzamos sobre las 21, con binoculares 7x50 y 12x50, que intercambiábamos con cada objeto a modo de conocer las diferencias que radican en los diversos campos de observación.
Primero apuntamos sobre el hermoso rostro de Venus, a unos veinticinco o más grados del límite oeste, el pueblo. Buscábamos a Urano según  la recomendación de la mejor página astronómica argentina, la de don Enzo: Sur astronómico. Nos costó -por los brillos de las luces- pero dimos con él gracias al bino más luminoso, el 7x. Allí estaba el vago, un punto sobre la silueta de la diosa, la cual me confundía y excitaba, claro, ya que soy hetero mientras que Sil también lo es.
De Venus fuimos a por Júpiter, el majestuoso, rayadito pero no en los binos, con sus satélites como cabecitas de alfiler.
Le eché un toque a Orión en sus siguientes luces: M42, la mayúscula nube de generación estelar, es decir, una región HII, luego sigma ori, la super múltiple, beteljause, y el asterismo que embellece a Meissa.
De allí le pedí a Silvana que diera con M35, el cúmulo a los pies de géminis. Primero le costó un tach ir de Propus o eta gem (el pié de Cástor) al caminito que forman 5 gem, 8 gem y 9 gem, pero enseguida dio con ese balón esperando el puntapié de don Castor. Se ve que el griego no siente amor por el fulbo ya que hace miles de años que tiene ese regalo ahí y no lo shotea. Flor de golazo le haría al arquero Orión si pateara como pateaban los antiguas aztecas, cuando ponían el corazón y la vida en un partido.
Luego fuimos a por un cúmulo mucho más asequible, M41 en un campo visual con Sirio, el perro del cielo. Y claro que para dar con ese cúmulo galáctico primero nos solazamos con el azul blanco de la estrella alfa can, paro el trabajo es el trabajo y lo que Sil debía entrenar era a dar con los objetos de ep, así que, centrado sirio, moverse al sur, dejarlo tocando el costado izquierdo del bino, y de allí girar leve la mano derecha hacia el oeste, es decir hacia arriba en esta época del año y, pum, el cúmulo M41¡¡¡
Después de buscarlo varias veces para fijar el método (lo mismo habíamos hecho con M35), nos fuimos hasta los locos de M46 y M47. Para dar con ellos seguimos el viejo truco de formar un triángulo con las rectas que enhebran a Sirio con Mirzam (beta can) y a Adhara (epsilon) con Wezen (delta). Los cúmulos abiertos M46, M47 están solo algo más arriba del vértice, tirando a la recta siria, si mal no recuerdo. En realidad, M47 es brillante y nutrida, mientras que M46, en los binos, luce apagado. Igual son hermosos objetos para los teles dobles.
Antes de despedirnos le dimos una interesante vuelta al sur. Comenzamos por mi amada Carina NGC3372 o eta car, la nebulosa y la estrella, y de allí bajamos a NGC3532 y NGC3572, preciosos y lucidos cúmulos de magnitudes 3 y 6,6.
Por supuesto, le dimos dos toques a las pléyades australes o IC2602 de magnitud 1,90 según el stellarium.
Como a medida que observábamos le dábamos a la lengua, la hora nos corría, pero le dimos toques a kappa cluster, es decir, el cúmulo de la cruz, NGC4755 o el Joyero. Hermoso bicho dentro de los binos.

La noche urgía en nuestras familias esperando, así que monté mi chatita veloz e híceme a la ruta mientras Selene se desperezaba ya alta en el este.
 
Para otra quedamos y adiós, nos vemos.
            Sergio

viernes, 10 de febrero de 2012

Taller solar: pinchaduras, enderezado de rayos, inflacionarios¡¡¡

El taller de astronomía Juan C Galarza dio una clase solar en la Colonia de vacaciones de la Comuna de Bigand.

Hoy estuvimos con los chicos y los profes de Bigand en La Estrella.
Observamos el sol con nuestro telescopio Coronado solarmax, único destinado por entero a la enseñanza en Santa fe. 
Los chicos, previa explicación totalmente práctica (jugando, en realidad, con piedras, césped y trozos de hielo), de cómo es y cómo funciona nuestro sol, se cansaron de mirar sus manchas, sus filamentos, sus protuberancias.

Luego, fabricamos relojes solares, pero… no de memoria, ja¡¡¡ primero tomamos nuestro globo terráqueo, explicamos la latitud y longitud geográfica, y recién entonces… manos a la obra¡¡¡ cada chico se llevó su rolex solar¡¡¡


En una parte de la clase mostramos con un alambre y un fuego cómo cualquier material, a determinada temperatura, emite luz. Luego, al calentar hielo, hervir agua y evaporarla, mostramos cómo, según varía la temperatura de un cuerpo, este cambia de estado.

En fin, otro día blues…
Hasta la próxima¡

miércoles, 8 de febrero de 2012

El sentido de las cosas



Hace tres años lucho contra los globos terráqueos de los colegios, y sobre todo contra el sentido de status quo de ciertos educadores.
En fin, a leer a Quino.
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He aquí un alma gemela:

martes, 7 de febrero de 2012

Cinco Sei, y un Choike, en Punta Marqués

Punta Marqués, mi lugar en el mundo.
Para Dani Vaquero y Moni Herrera.

Dani Vaquero trabaja en la reserva de Punta Marqués, Rada Tilly, Provincia de Chubut. Moni Herrera es su compañera y su esposa. Ambos han estudiado Tecnicatura en Turismo. Dani ama ese lugar y esa ciudad; ama su lobería y su fauna en el más amplio espectro de la palabra. De tal modo lo hace que le resulta imposible no condolerse por la muerte -no de un lobo de mar, claro- sino de la de un roedor o insecto, si esta es forzada por la ceguera del hombre. Tal vez para dar testimonio involuntario, apenas al llegar nos mostró, orondo, su araña lobo, simpática personita que solo salió a saludar cuando por fin la convencimos de que acaso fuéramos nutritivos, al rascar con delicadeza su trampa con una pajita.
Pero no nos apuremos, volvamos atrás, a la mañana en que leí su post en uno de los foros de astronomía más concurridos: “Cumplimos años, queremos festejar en Punta Marqués mirando estrellas”, dijo, o algo así, “¿Hay alguien dispuesto a venir...?”

Vi el post al instante pero guardé distancia por esperar respuesta de los astrónomos o aficionados locales. Recién cuando hubieron pasado varios días y esa botella yacía sola como un inmenso y viejo lobo de mar, moribundo en medio de la rada, me animé a sugerir que allá iría, si gustaban. Y en menos de lo que una gaviota te pasa frente el rostro en el mirador de la Punta, Dani ultimó los detalles para que Proyecto sagitario llevara su cuento de estrellas a las hermosas playas del paralelo 46, sobre el monumento del Golfo San Jorge.

Salir de casa fue una odisea, pues ambos autos necesitaban mimos técnicos para enfrentar hidalgos la larga empresa (ver 1º digresión). En total, recorrimos 4200 kilómetros de pampas y desiertos patagónicos, empujados por la tolerancia infinita de Mimoni, la confianza ciega de Dani y la locura redomada de quién signa.
Acomodados los fierros -y transferidos a la bolsa de don Martini más de cinco mil morlacos- salimos el sábado 31 antes de las ocho, con el Scenic atiborrado de telescopios (4), oculares (6), binoculares (3), cámara, proyector, compu, globo terráqueo tuneado (ver 2º digresión), El cielo a tus pies*, y unas pocas ropas para la estadía.
*(El cielo a tus pies es un juego, un puzzle con imágenes que se arma echado al piso, sobre una manta azul o cielo, de todos mis engendros es el más popular y bien visto. El nombre genial es idea de Mimoni).

Ya en Venado Tuerto, comprendí que por ahí no todo saliera bien, en este viaje. Fíjense, indago a Moni por las vituallas y me dice: No traje nada, como dijiste que nos cuidáramos… Increíble, ella sabe que vivo hablando de más, que mi boca es más grande y más vacía que el mismísimo espacio intergaláctico, y va y me hace caso cuando ni recuerdo en qué mal momento le habré dicho: Llevá poca comida, y muy sana. Nada de milanesas ni de sánguches¡¡¡ En fin, el viaje de ida quedaba condenado por el mal hado de mi verba irreflexiva (no sabía hasta que punto le pasaría lo mismo al de regreso). Todo quedaba en manos del paisaje. A correr¡¡¡

General Villegas, Intendente Alvear, General Pico, una historia de sufrimiento y muerte de los hombres de la tierra, reflejada en los vergonzosos nombres de estas ciudades; por fin Santa Rosa -no menos sustantivo- y de allí a la primera nada del trecho, que nos dejara en Río Colorado.
Dar con esta pequeña ciudad es el primer sacrificio que esa desolación te exige. Son 300km de nada (claro, nada par mí, el paisaje es hermoso, como todo nuestro país), unas lomadas y unas aguas imaginarias envueltas en diagramas de Ven de sal; todo el mundo se reduce a achaparrados arbustos duros.
Río Colorado tiene por bandera a un cerdo, un jabalí negro y alto que me recordó esos días que pasara Odiseo junto a Circe, en alguna de las islas del Egeo, comiendo y perdiendo amigos por igual, en total ignorancia de los gastronómicos sortilegios*. El río corre oscuro y ancho y a la vera hay un camping ordenado y limpio, con turistas que acuden de quién sabe cuántos lugares. Una noche -al regresar- pasamos allí una hora, callados, observando a los jóvenes lidiar con sus mascotas y sus fuegos en pos de la cena. Los reflejos de las luces vecinas sobre el agua formaron una imagen que alivió mi soledad. La tormenta que debía bajar la temperatura agobiante resplandecía sobre el oeste, iluminando los árboles a contraluz y espantando las chispas de los fogones, pero allá quedó.
*(Odiseo o Ulises da con la isla de Circe, esta recibe al Ingenioso y a su corte de amigos, les embriaga y hechiza: los amigos se van convirtiendo en cerdos que luego ellos devoran sin saberlo en fastuosas orgías. Odiseo -como siempre- zafa y continúa seduciendo diosas. Uf, vida dura si la hubo, amigos).

El segundo desierto lo computo en el tramo Río Colorado San Antonio Oeste. Allí quería dormir, en Las Grutas, sitio que me habían pintado como memorable. Ya al llegar me dije, Blues, otra vez engañado por la simpleza o el temple de la sociedad. Las Grutas es un lugar horroroso, repleto de gentes que ni siquiera pueden mover un pié sin pedir que te hagas a un lado. La playa, oscura y firme como pavimento roto, estaba ahíta. Albergue no consigues en esa Babel por menos de 150 dólares¡¡¡ Me pregunto, amigos ¿Qué oscura razón nos lleva a arracimarnos de ese modo, unos sobre otros como si fuéramos hormigas tercas desbordando un terrario? Juré que nunca más en mi vida pisaría de nuevo ese lugar… hasta el año que viene.

El domingo emprendimos sobre la patagonia. Bajar por la 3 es un lujo reparador. Qué hermoso paisaje. Los achaparrados arbustos van cediendo a unas matas y coirones que luego supe con varios millones de años sobre el lomo. Bordeamos Sierra grande –linda-, no entré a Puerto Pirámide –por temor a otra desilusión-, y dimos sobre las once con Puerto Madryn: La belleza¡¡¡¡

Madryn estaba sola y callada, muy pocos aparecían sobre la playa. El viento acojona a un foráneo pero los locales ya comenzaban a traer sus reposeras y sus cuerpos bajo el sol. Unas gaviotas me mostraron su delicada industria en el vuelo planeado. Subir al mirador fue un regalo más. Aún es ciudad de relativa libertad de la pavada consumista, aunque estimo que poco le queda. Al menos los edificios sobre la playa no son tantos como en Las Grutas, donde todo es ellos y el paisaje no existe.

Otra vez a la ruta, el último tirón. Cuatrocientos y pico de kilómetros hasta dar con el destino, la hermosa Rada Tilly. Encajonada, recostada sobre un mar azul o verde donde las corrientes fluctúan.
Bajar de la tres es un verdadero lujo a los ojos. Llegamos a eso de las 17 pero descender a la Villa en la penumbra ha de ser uno de los espectáculos más gratificantes. Ya le vería yo de arriba de la Punta, durante nuestra estancia en su amabilidad.

Daniel Vaquero nos encontró en el super y nos alojó en Coiron  Bungalows, precioso complejo de primerísimo nivel estético y servicial, atendido por su dueño, Neri, quién supo hacer de la estadía un momento a recordar y recomendar. Por cierto, de su asador probé el exquisito Cordero Patagónico, adobado con unos Navarros aportados por Daniel.
Hablando de la terrenal cocina, la primera noche cenamos en casa de Dani, unas pizas por él amasadas que eran la locura. Pero el pobre anfitrión amasó solo, pues ambas Mónicas y yo dimos cuenta de ese cielo ametrallado de vientos y de nubes. Aquí, en la pampa, mirando algún pronóstico, puedes planear una salida con meses de anticipación; en Rada Tilly, con los vientos permanentes del oeste soplando sobre tu cabeza, ora ves el cielo más hermoso y colorido (muchos celestes, azules, violetas, turquesas, zafiros hay allí arriba¡¡¡), ora las nubes lo oscurecen todo y a esperar el hueco donde meter el teles o los binos. Así y todo, el alto se deja bien ver y le dimos duro a Júpiter, a Beteljause, a Orión, a Sirio… Saben, voy a comenzar a medir sensibilidades a partir de la reacción que los observadores muestren ante Sirio. Alfa canis mayoris, esa linda azul blanca que posee una compañera esquiva, la más brillante estrella del cielo en visual, observando desde la tierra. Sirio, el perro del cielo, el Gran can, la estrella que traía a los egipcios su Nilo enhiesto de aguas y la consabida fertilización de las riberas, el limo que los humanos creímos primordial*, origen de tantos buenos relatos: Ruinas circulares, de Jorge Luís Borges; El Golem, de Gustav Meyrink; El Génesis, de Jehová, entre otros.
*(La vida no nació de ningún limo a las orillas de un río, por supuesto; la vida anaeróbica se dio en las profundidades de un océano libre de oxígeno, espeso y caliente, en los bordes de fumarolas volcánicas submarinas, al cobijo y estruendo de caldos batidos a cientos de grados sobre cero. Allí, los primeros ácidos comenzaron a fabricar copias bastas de sí mismas, el ARN-ácido ribonucleico- es hoy la forma base aceptada de la vida).
         Sirio, en relación a la llegada de los vientos tórridos del verano para las culturas mediterráneas, derivó en canícula, calor. Véase: Canis-canícula. Sucedía que cuando el perro se alzaba, descendían sobre esas latitudes los vientos calientes del trópico, hacia el norte. En fin, fue Mónica la anfitriona la que se prendió de él y que agradeciera el vistazo.

         El lunes comenzamos con el jaleo astronómico. En el salón de deportes de la Muni recibimos a dos colonias de vacaciones, es decir unos 60 mocosos más curiosos que Alicia, la de Dodgson. La primera charla se extendió por hora y media y Moni la mía me advirtió, Dejate de embromar, con la mirada. La segunda la hice más activa, con correrías varias y actuaciones memorables de los chicos en el papel de Cometa y Meteoro. Las fotos son elocuentes: de la primera, surgieron doctores; y de la segunda, divertidos. De todos modos los chicos me acribillaron a preguntas y respondí a cada uno como le contestaría a mi padre, interrogado por las razones de tamaño desenfreno en la empresa de enseñar.

Lo mejor vino el martes, cuando las impresiones de los chicos me llegaron a través de sus padres. Por la tarde repetimos la charla ante niños y docentes, tuvimos entrevista con el Señor Intendente y la señora Secretaria de Cultura, Majó, a quién le regalamos un Cuentos del cielo. Por la noche dimos una charla en el Club Náutico, frente al mar. El cielo era una grima y la temperatura al sereno de unos 30º… kelvin¡¡¡ Aún así 36 personas asistieron y se quedaron en sus sitios cerca de una hora. Dios premió su paciencia parece, pues cuando salimos el cielo abría. Le echamos ojo a esas luces chiquitas. El encargado remolononeaba en apagar las lámparas del frente: No hay llave, me dijo, deseando que desapareciéramos, acaso tragados por un hoyo negro, pero le dije: Corte la general, amigo¡¡¡ Cortó a regañadientes y allí brilló sobre mí, mi preciosa y amada Carina.
Antes de que todo quedara en paz, más de uno me dijo: muy buena la charla, muy buena. Por supuesto, es algo que guardaré en el corazón.
Los piropos hacia Proyecto sagitario no quedaron ahí. El miércoles por la mañana fui a una radio y desde otra, por celu, una conductora aseguró al aire que su hija había vuelto a casa muy entusiasmada. De allí, Solange, la directora de deportes y turismo, nos reunió con el Secretario de planeamiento, ante quien argumentamos a favor de contar con un observatorio sobre Punta Marqués, luego de tranquilizarlo al respecto del origen de nuestros ingresos, que son nulos.
Desde las 15 hasta las 17 del miércoles, observamos el sol, en la bajada 9 de la rada. Una rada es una bahía pequeña, y esta Rada es la más hermosa de las bahías pequeñas, lo juro. La gente no dejaba de pasar, una tras otra. Familias enteras llegaban a pie, en bici, o en los lujosos carros que permite el petróleo y el ahínco de esos pobladores. Me contaron que el salario mínimo es de unos diez mil morlacos, aunque varios comentaron que la vida es cara. Mimoni espió los precios en el super y aseguró que Casilda lo es más. De hecho, un terreno frente al mar lo paga cualquiera aquí, en Nueva Roma C, como gusta denominar peyorativa mi sociedad. Volviendo a la rada y la alta materia que me convoca, dirá que el que quiso armó su reloj de sol. Los vecinos se llevaron los ojos llenos ya que con PS los filtros baader son cosa del pasado. Desempolvamos el Coronado Solarmax y a darle duro¡¡¡¡¡ Siempre es un lujo escuchar los comentarios y las exclamaciones de los que por él observan. El filtro Ha te deja ver sus protuberancias y filamentos, y, sobre la fotosfera, con el ojo acostumbrado, ya ves el gas que burbujea al ascender por convección desde la zona radiativa.

Por la noche nos tocó el primer desafío, observar desde Punta Marqués. La noche pintó nublada pero 36 personas se hicieron presentes; muchos repetían la jornada y otros venían por el bullicio de la tarde en la rada. Dimos charla y juego de actrices otra vez. Una nena fue Alnitak, otra Alnilam y un varón ofició de Mintaka. Por fin una cuarta chiquita hizo de Lucero, sobre el oeste. Con esas actuaciones los chicos deliran y aprenden color, temperatura y estado evolutivo del astro, amén de sus nombres. Por un rato despejó la luna y le dimos con ganas. Creo que todos volvimos satisfechos.

El jueves era el postrero. Por la mañana observamos el sol y las ballenas desde la Punta. ¿Las ballenas? Sí. Un regalo de Dani Vaquero a raíz de su capacidad y experiencia, como ahora verán: Dani subió primero en remis, y ya desde el sinuoso camino advirtió el choro de gotitas en la expiración de una de ellas. Seis hermosas ballenas (acaso cinco Sei y una Bryde) se alimentaban nadando a unos escasos miles de metros. Es muy difícil para mí calcular la distancia en ese mar, pero los larguiruchos me dejaron ver sus lomos y sus aletas como si estuviesen a un par de cuadras. Saber luego que nunca antes se había producido un avistaje tan temprano en el año, y habiéndolas incluido yo en los paguer con que mostré el cielo a los niños, me dije: basta mentarlas¡¡¡¡ ¿O el viejo metió otra vez la cuchara? (Los larguiruchos son unos binoculares excelentes, marca Meade, 9x63) - (El viejo es mi padre. Nunca creí en nada, pero desde que él murió han sucedido extrañas y positivas cosas).
El espectáculo nos demoró con algarabía. El hombre es un poquitin menos malo cuando entra en contacto con seres de tanta espiritualidad como los lobos, los delfines o las ballenas. Verlas brillar bajo el sol de la mañana, constatar su trayectoria aparente, pescarlas cuando muestran su lomo y su aleta, cada cinco o más minutos, claro, fue una experiencia indescriptible, acaso solo comparable al atisbo de los bucles de nube en Orión, en mi fabuloso LX90, interpósito el barlow Tele Vue, a 400x.

Arriba compartimos el Ha de Solarmax con turistas de Córdoba y con un atento gendarme oriundo de Corrientes. Charlamos y explicamos a los técnicos en turismo cómo funciona un reloj de sol, y una de las formas de cómo puede fabricarse. Una pregunta me puso en un aprieto, pero pronto aburrí al osado con la respuesta razonada en el momento. El chango -filo heleno por definición propia- me espetó: Si caigo en una isla luego de un secuestro, y  no tengo idea de dónde estoy, ni del día, y estoy más solo que Reuteman en Santa fe… ¿Cómo hago para saber longitud y latitud? Uf. A estos riesgos nos arroja la profesión que he abrazado, la de ser un ATDL. Los demás huyeron hacia los autos como diciendo dejate de embromar que son las doce, pero un par de minutos bastaron para articular una serie de trucos umbríos para desentrañar la verdad. Por supuesto, cuando iba por la mitad, el filón eleno se mandó a mudar, dejando en claro que era un tonto por haberme tomado el trabajo de elucubrar la respuesta. En fin. Moni siempre me dice qué aburro a los demás; cuando acabe por aburrirla a ella… me verán vagar solo bajo las estrellas. Ellas han de ser mi refugio final, después de todo, en unos pocos miles de millones de años, cuando el sol alcance su estado de gigante roja.

A las 12,30 bajamos a almorzar en un comedor excelente, ubicado a dos metros del mar, donde dimos buena cuenta de Pollus y Marcus exquisitos.
A dormir un rato y a las 20 arriba otra vez. Se venía la fiesta del cumple de la Punta. Había programada una caminata, una clase de relajación y las observaciones con los teles noctálopes.

Ahí vamos, última jornada y metejón de pata. Estoy perdido sin mi estupidez, cantaba el Indio en el parlante de la Scenic.

 A las 21 ya había amigos y amigas arriba, esperando el show de estrellas. Las nubes opacaban el cenit y solo la luna de a ratos mostraba algo de su semblante. Los chicos me miraban como diciendo, Arreglá esto, pero he de confesar que nunca había visto gente mejor dispuesta; y, si ustedes siguen mis relatos, sabrán que hemos hecho astronomía hasta bajo la lluvia.
Sobre las 23 el cielo comenzó a abrir otra vez y pudimos darnos una panzada de estrellas. Por segunda vez pude contar esa leyenda ta linda, amerindia, sobre la huella del Choike, en el cielo. La primera había sido en el náutico, y la gente salía a buscar las boleadoras; aquí arriba, la cruz estaba enhiesta así que a la mímica del relato se sumó la realidad del cielo, que avalaba mis palabras*. Observamos hasta que me llevaron de arrastre. Pero es que hasta el sonidista se quedó para meterle ojo a un Saturno amarillo y sinuoso, a escasos 20 o 30º del este. Tres jóvenes de Comodoro, dos varones y una mujer, educados a rabiar, me contaron que, como yo, de niños jugaban con libros. Su padre se lamentaba de no haber podido venir, se lo impedía un severo dolor de espalda. Mi saludo a ellos.

Otras personas que guardaré por siempre en el corazón, además de Dani y SuMoni, son esos chicos tan curiosos, tan inteligentes, que siempre me obligan con sus preguntas a dar con el razonamiento justo, más divertido y didáctico. Imagina -tu que lees- que lo que se habla en esas puestas de Proyecto sagitario no es sobre el estilo de baile de una modelo, o las gansadas que balbucea un Fel&Fort; se habla allí de la física estelar; del porqué, el cómo y el cuánto brilla una estrella; de cual es la diferencia entre una gigante roja y una azul; de cómo fue que Newton nos engañó a todos robando su
F= -G . (m1-m2) /d² a Hooke;
y de cómo don Alberto, el señor de los locos pelos blancos, cometió el error más grande de su vida -según propio criterio- al introducir una constante matemática, en lugar de referirse al crimen que cometió al darle la bomba al Obama de entonces, para que los yankis barrieran con Hiroyima y Nagasaki.

En fin, mi eterno agradecimiento a Rada, a Dani, a Moni, a Neri y a Solange, y en especial a todos los vecinos que pasaron, que me hablaron, que me dieron un beso al despedirse diciendo, Ojalá vuelvan pronto.

Hago esto (ir hasta allá gratis a enseñar astronomía -o a intentarlo-) a raíz de una promesa hecha a la memoria de mi viejo, pero también lo hago por el placer increíble de constatar en todos el afecto y la curiosidad, la inteligencia y la bondad, pilares de un mundo mejor que espero para nuestro futuro colectivo.

Dani, y por tu intermedio a tu comunidad, nunca olvidaré que tan bien lo pasamos, ni tu cara de pillo¡¡¡

Sergio Galarza
Proyecto sagitario

Digresiones:
1º Digresión astronómica: Una hipotenusa de mil novecientos cincuenta kilómetros.
La travesía de Casilda a Rada Tilly es de 13º en declinación sur y unos 6º en longitud O. Los cumpas saben cuanto suma esto, pero los que no, pueden hacer conmigo ahora la cuenta. Vivimos desde Eratóstenes en adelante sobre un mundo redondo como una pelota –casi-, de fácil mensura mediante soles, palos y sombras.  A tanto no los llevaré pero hagamos lo siguiente: sabemos que Gea mide unos 40.000km de circunsferencia ecuatorial*, y que esta se divide en 360º por consejo de los babilonios (2000 AC).
*(El perímetro de la circunsferencia longitudinal de la tierra, es menor al ecuatorial: la tierra está achatada en los polos a  raíz de las fuerzas centrífugas de giro)
Ahora, la cuenta es más sencilla que llenarse los ojos de mar en el golfo San Jorge:
40.000km / 360º = 112 km/º 
Es decir, por cada ciento diez kilómetros que desciendo me estoy moviendo un grado en latitud.
Compongamos con el anterior, el desplazamiento hacia el oeste:
13º de descenso en latitud    =       13x110      = 1450 km
6º de desplazamiento en longitud=6x110       =   660 km
Total realizado en el trayecto:                          = 2100 km¡¡¡¡¡¡

Perfecto¡¡¡ el cuentakilómetros me acusó 1900 km ya que las coordenadas están redondeadas; además, mucho camino se dio en diagonal y no en sus componentes cartesianas, que aquí calculamos¡¡¡

2º Digresión astronómica: Globos tuneados, Batman¡¡¡
Solo un observador del cielo sabe hasta qué punto es cierto que nuestro polo sur está arriba del horizonte, y, por lo tanto, de cualquier globo terráqueo utilizado en el hemisferio sur, y no abajo, como de ordinario lo fabrican nuestras empresas. El polo sur celeste es la proyección del eje de giro terrestre (y NO del polo magnético, con el que en nada coincide ni tiene que ver, aunque por casualidad casi lo hagan, pues difieren en ≈ 6º. Es absurdo que se los enseñe como relacionados) se alza desde el horizonte sur una cantidad de grados equivalente a la latitud del lugar. Así, en rada Tilly, el polo sur celeste está a 46º sobre el horizonte¡¡¡ Cómo pueden enseñar los docentes la realidad con un globo que lo muestre abajo??? Uno compra el globo y luego debe tunearlo, es decir, ¡dar vuelta la pelota sobre los ejes de apoyo¡

3º digresión astronómica: Relojes de sol y filosas Elenas aburridas que han sido secuestradas.
Un reloj de sol funciona marcando sombras. El sol, en su paso por la eclíptica (en su paso aparente por el cielo) recorre ángulos (variables) a velocidades (variables) que se repiten al cabo de los meses. Así, observar las sombras que arroja un palo o una regla (gnomón), ha servido al hombre para: deducir la esfericidad de la tierra; medir su circunsferencia; medir la distancia tierra-luna y tierra-sol; medir el paso de eso que llamamos tiempo; etc., etc.
Los babilonios fueron quienes en el 2000 AC dividieron el día en 24hs, y estas en 60 minutos, logrando el año de unos 360 días y de allí la división de la circunsferencia en la misma cantidad de grados. Es claro, hasta un erudito comprueba que el sol pasa 365 veces y fracción sobre nosotros, antes de que vuelva a ocupar el mismo sitio frente a las estrellas fijas, pero si nos sujetáramos a ello, no habría geometría al alcance de aquellos cálculos (y de los actuales, por eso aún contamos con años como este, el 2012, que es bisiesto) y las pizarras de arena.
He de aclarar que el día medido entre dos meridianos es de 24 horas (entre las dos sombras consecutivas, más cortas, arrojadas por un gnomón). El día medido entre dos posiciones del sol ante el fondo de estrellas (día sidéreo) es menor, de unas 23h, 56´.
En la versión original de esta nota incluía cómo determinar día y latitud geográfica, si un grupo de Obamas me secuestrara y me dejara sobre una isla desconocida, una mañana cualquiera, pero voy a seguir el consejo de no aburrir y les dejo el trabajo a ustedes: basta un palo y unos cuántos días despejados. Por supuesto, si me lo piden les mando mi versión del cálculo por mail.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Primeras imágenes de Rada Tilly


Llevamos nuestro cuento de estrellas a la hermosa provnicia de Chubut. La muni de Rada Tilly, en la Figura de Daniel Vaquero y Móni Herrera, nos están atendiendo como príncipes, como reyes, como astros...


Tuve el privilegio de ser escuchado y desmenuzado a preguntas por todos los niños de las colonias de vacaciones, más de cien chicos muy bien educados, con un gran conocimiento de la materia celeste. Susu preguntas, créanme, asombrarían a más de un adulto. por suerte, Proyecto sagitario sabe lo que ofrece en su experiencia de meses y meses de trabajo duro recorriendo las escuelas santafecinas.



A dios gracias, este es el clima en el cual me muevo. Atención, afecto, curiosidad, educación, un lujo, en fin.


Bueno, ya saben todos que siempre reímos al aprender de verdad.


Observar en la noche de Rada es curioso, el cielo abunda, el viento también. Ambos confieren al evento un carácter de aventura patagónica.


Amo mi vida, amo a Rada, mi lugar en el mundo.

Sergio.