Cinegética
Si
existe un inconveniente (aliciente) al respecto de poseer amigos cultos es que
te tiran palabras que por ahí no conoces en profundidad.
Cinegética
es –además de “el arte de la caza con perros”, o “el arte de cuidar perros de
caza”- el título de un cuento maravilloso y terrible de uno de nuestros mejores
escritores: Haroldo Conti. Conti fue secuestrado y asesinado por una patota de
asesinos durante la última dictadura cívico militar. Resulta una ironía su
cuento, pues. Pero cinegética es la palabra con que un amigo describió nuestro
desvelo de estos días –noches-, en que nos corrimos hasta Realicó, La Pampa, en
busca de una captura, precisamente.
Nuestro
deseo es capturar la sombra provocada por unos breves instantes (60 segundos ¿?)
en que el asteroide Chariklo oculte a una estrella en la constelación de Sagitario,
entre Eta sgr y el Escorpión (escribo esto el jueves 21 de mayo a las 20,30
horas, el cielo permanece oculto tras nubes espesas aunque sopla viento desde
el sur. Chariklo es un Centauro, único asteroide conocido con anillos). La estrella
es muy débil, brilla con magnitud 15 y esta es una de las razones por las que
estoy aquí: poseo un telescopio de 300 mm de apertura, válido para este tipo de
resoluciones. Los 60 segundos a los que aludo cubrirían, groso modo, el inicio
de la ocultación por los anillos de Chariklo y el fin de esta. Es decir: merma y
suba en el brillo al cruzar los anillos (instante); merma en el brillo al
cruzar el asteroide (segundos), alza en brillo; nueva y última merma al cruzar
los anillos (instante).
Mi
compañero en cinegética es Jean Luc Dauvergne, periodista y fotógrafo
especializado en astronomía, escritor de la revista Ciel et Espace. Jean ha
escrito cinco libros sobre observación astronómica y su trabajo tiene el peso
de obligarle a viajar por el entero mundo en pos de capturas como esta, pauvre
ami. Nos conocimos el miércoles, llegó con Lucy, la astrónoma del observatorio
nacional de Francia que está ahora en nuestra misma situación, agazapada detrás
de un teles y su cámara, solo que 100 km al sur de Realicó.
Cinco
franceses han venido y se alojan en cinco sitios diversos del país, Malargüe,
Alta Italia, Santa Rosa, General Acha y Realicó. Cinco cámaras Merlín 247 Raptor
han traído ellos, ella. Estas cámaras –pude ver cómo trabaja la nuestra anoche-
son sencillamente espectaculares. Su costo es de apenas 5.000 €. Para que se hagan
ustedes una idea, diré que la cámara, seteada a 10 milésimas de segundo,
levantaba unas 20 o 30 estrellas en el mínimo campo de su CCD (5mm x 6mm). Estas
estrellas se multiplicaban cuando Jean variaba su ganancia. Si la seteaba a un
segundo la imagen se saturaba por completo.
Para
que el telescopio que traje -el conocido Pequeño Juan, un LX200 de 12 pulgares
de cacerola, con perdón de la palabra- sirviera para este propósito, mandé construir
una cuña ecuatorial robusta y simple, hasta bella, fabricada en base a planos de
mutua concepción por un técnico electromecánico compañero de secundaria, Beto
Ghisio. Beto se las ingenió para hacerla muy cómoda, desmontable, cuya latitud de
trabajo varía de 22° a 50°. El Pequeño Juan no se mueve allí arriba así que sientes
sobre él.
Anoche
Jean puso el telescopio en estación en torno a la estrella Sygma octantis; lo
hizo en no más de 5 minutos y es método que no se me olvidará, adiós
correcciones sobre el meridiano y el este, ya no más demoras. Estupor me causó
comprobar de qué modo conoce nuestro cielo. Ha viajado a sud américa varias
veces.
Contó
que desde el Cuzco a Ushuaia el espectáculo que más le impresionó fue el sur,
por su riqueza y variedad de tonos de luz a lo largo de una jornada. Contó que
en Atacama el suelo es blanco y que en la noche allí se refleja la Vía Láctea
¡! Contó que en Libia los niños y los adultos le preguntaban qué estaba más
lejos, si la Luna o las estrellas (una adulta me preguntó mismo aquí, en Argentina).
Contó que observar a más de 3500 metros de altura no es deseable ni práctico pues
falta el oxígeno y la vista se nubla. Contó que en Francia solo pueden comer un
bife de vez en vez y pensé en cómo andamos por casa: Europa sufre lo mismo y
más, y nada de ello se conoce. Contó Jean sobre sus viajes, Islandia, Sudáfrica.
Conoce a los EEUU solo por dentro de un aeropuerto, pasó allí una noche, a
causa de un aterrizaje forzoso.
Esta
noche, jueves 21 de mayo, en una espaciosa habitación del hotel, a cinco horas
de la ocultación, él escribe sobre la cama una nota sobre el Observatorio
Astronómico de Córdoba para su revista y yo hago lo propio sobre la mesa; escribo
sobre él y acerca de nuestra ansiada supuesta caza una nota para el blog. Afuera
las nubes enseñorean y nuestro ánimo es tranquilo. Hasta hace unos momentos tomamos
mates amargos durante una buena media hora. Jean tomó ese gusto en Chile.
2230
horas, Cenamos vacío con salsa de jamón, exquisito.
23,00
horas, Las nubes persisten en su esencia, todo lo que es quiere seguir siendo. ¿Es
como una inercia? No, existe ese término magnífico, Entropía.
24,00
horas, publicaré esta, continúa cubierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario