Sombras suele vestir
El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Luís de Góngora
El pasado viernes, a
las 02,16 horas, mi compañero de andanzas, Jean Luc Dauvergne dejó escapar una
interjección que no entendí en su literalidad pero sí en contexto. Chariklo -el
centauro con anillos- acababa de ocultar una estrella, había proyectado su sombra
presurosa a lo largo de varias unidades astronómicas -¿a qué velocidad corre
una sombra?- e impactado esta no contra el CCD* de nuestra cámara Merlín 247 Raptor,
sino contra el mullido lecho de nubes que nos cubrió durante la jornada. En los
días anteriores hubo una nubosidad variable, pero con la caída de la noche esta
disipaba y, merced a un viento nada despreciable, a veces molesto, también para
la técnica requerida (el telescopio se zarandeaba un poco, razón por la cual
Jean estimaba fotografiar con montura Altacimutal del Meade LX200), veíamos a las
estrellas como las vieron los primeros hombres y mujeres, decenas de miles de
años atrás.
Nuestro propósito, y el
de cuatro puestos captores más, situados cual peine en diversos parajes de
Mendoza y La Pampa, era capturar ese instante en el que, interpuesta a la luz
de una estrella la silueta del asteroide, pudiéramos registrar su ausencia. Es
decir, constatar el tamaño de los anillos y el asteroide como función del
tiempo de ocultación estelar, el cual podía –debía- interpretarse a partir de
un aumento en su magnitud, o simple desaparición de la estrella en el campo de
la CCD.
Jean Luc se permitió
solo ese gesto; no era una sorpresa, las nubes allí estaban desde hacía horas,
pero al ver el segundo fatídico irse hacia la nada no pudo contener mon Ami su
angustia. A mí, me dolía la barriga hacía horas. El fracaso en la captura era
una voz cantada pero no nos resignábamos, esperamos hasta el último segundo el
milagro de una ventana como M24.
Pocos minutos después
guardamos todo el equipo: desarmamos al Pequeño Juan, el Meade de 305mm de cacerola;
guardamos la Cuñataí y el trípode; la mesa portátil y los cables; las pe-ces y
la cámara; todo bártulo a su caja y ésta a su valija.
Cuando hubimos
empacado, dije:
Jean
Luc, debimos comprar un buen vino, ahora podíamos ahogar las penas en él.
Ehh,
me dijo, pues Jean habla muy bien el español pero a veces le cuestan los
modismos, como es natural. A mí, por ejemplo, el modismo que más me cuesta es el
de asir, en español, en Argentina…
Durante la tarde
habíamos preparado todo. La montura estaba orientada en función de la puesta en
estación que había logrado Dauvergne basado en Sigma octantis.
Un compañero me
preguntó cómo se hace esto. Trataré de explicarlo: Se ubica el eje polar del
teles más o menos al polo celeste, lo orientamos en atura con un semicírculo y
una barra de aluminio (je, je, cosas de argentinos), luego orientamos el acimut
con una brújula. A partir de aquí, y en vista de que el método tradicional
demoraba, Jean Luc, dijo:
Voyg a probárj… con la
estrey-á de Oggtántisss…
Y ahí nomás soltó los
frenos de AR y Declinación, giró los brazos del tenedor Meade perpendiculares
al piso –para que estos no le apartaran del buscador; enderezó el OTA hacia los
90°; zampó una rodilla al suelo y metió el ojo en el buscador 9 x50.
Identificó ipso facto a
sigma octantis y entonces me pidió que, a medida que él girara el OTA con la
mano en AR, yo corrigiera muy suave la Declinación en busca de los 90°.
Lento, observaba él por
el buscador cómo se apartaba o no sigma del retículo, en función de su giro y
de mis correcciones.
¿Muevo? Preguntaba yo,
y él, Ok-e, y así, unas cuantas veces, pero muy rápidas, seguiditas, hasta que
muy pronto, cuando estimó que sigma rodeaba con precisión al polo, sin apartarse
ni mucho ni poco, me dijo, Creo que está biénj ásí… Y a partir de ese momento
el campo observado mediante la Raptor no se movió ni un pelo en minutos.
Un doctor muy famoso de
argentina, que publicó en Alemania su revolucionario método de quitarte
porquerías del cuerpo, mediante un escalpelo y una pincita, alinea de modo muy
similar. Solo que él observa un triángulo rectángulo sito en el polo.
Vean las imágenes. Sigma
octantis es una estrella fácil, puedes verla porque es mag 5 casi 6 (no me
vengan con precisiones que estoy viejito, ya), muy cerquita stellarium muestra
a BQ octantis, una roja. A su vez, BQ octantis forma un triángulo recto con dos
luces más. El polo sur celeste forma un rectángulo isósceles con las estrellas
del cateto mayor de dicha última figura.
Paso en limpio: ubicas
sigma octantis.
Ubicas BQ oct en base a
un triángulo escaleno.
BQ oct forma un
rectángulo con otras dos luces miserables.
El PSC forma un triángulo
isósceles con el cateto mayor de dicha figura.
Si no me has entendido, amigo, amiga que lees, habla con Aldo Kleinman, quien así alinea su eq6, que si él le ha sabido
enseñar a los germanos medicina, bien sabrá enseñarte mejor que yo.
*Un CCD es un
Dispositivo de Carga Acoplada, mediante el cual los fotones emitidos o
reflejados por un astro se transforman en pulsos de corriente eléctrica que un
ordenador podrá recomponer una imagen digital del astro en cuestión. Antiguamente,
se lograban fotografías sobre vidrio bañado en sales de plata; luego, con
películas de celuloide tratadas con emulsiones fotosensibles; hoy se fotografía
por medio de máquinas compuestas por celdas muy pequeñas, fotosensibles (cual
ojo de mosca). Estas celdas funcionan en base al efecto fotoeléctrico enunciado
por Einstein en su año milagroso, 1905. El efecto fotoeléctrico supone al fotón
(la manifestación física de la luz) como una cantidad acotada de energía-materia,
que puede interactuar con los átomos, de modo tal que estos emiten a su vez
partículas. El principio fotoeléctrico fue desarrollado –como todo lo propuesto
por Einstein- en base a experimentos mentales, sin fórmulas, casi, sin
experimentos mayores, nutrido de lecturas acerca de experimentos ajenos. Este
paper fue el que le hizo merecedor del premio Nobel de física en 1915. La teoría
de la relatividad especial y su mejora, la general, en el 19, no ganaron premio
alguno pese a ser hoy más mencionadas. Son estas últimas conclusiones basadas
en desarrollos de cierta complejidad y en la época de su presentación causaron
estupor y rechazo a los físicos eminentes.
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