Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

lunes, 18 de mayo de 2015

San Antonio de Areco

San Antonio de Areco

foto de José Fabro

         El sábado pasado concurrimos con Moni a una juntada astronómica en San Antonio de Areco, preciosa ciudad del oeste de la provincia de Buenos Aires.

Llegamos medio tarde, a eso de las 19 horas, y como solo había mirado una vez el mapa me ubiqué casi perfecto. El casi fue la feliz razón por la cual conocí a Ignacio, un Doc de baires, tan amable y buena persona como mi abuelo, quién daba caramelos a los niños que iban a su consultorio y aparcaba su Dodge sobre la plaza del pueblo, fue el primer doctor del hospital local y jamás aceptó patacones por derivar pacientes a los cirujanos.

En fin, decía que apenas entrado a Areco me bajé frente a un quiosco a preguntar diantres quedaba el parque Guiraldes; la noche asomaba sobre la mucha fronda, me paré porque una luces venían de frente, estas eran una Partner, aparcó, bajó su cristal la ventana de mi lado y desde adentro un tipo, sonriente me preguntó:

¿Sabe usted dónde queda el parque Guiraldes?
¿Vas a la juntada astronómica? contesté.
Sí, dijo.
Perá que pregunto y nos orientamos los dos, también voy p´allá.

Sonrió de nuevo, porque es hombre que conoce el justiprecio de esa moneda, y aguardó en su Partner. Pregunté al parroquiano, transmití las señas y en un tris los tres estábamos en el parque.

El parque Guirades es hermoso, linda con el infinito campo bonaerense, la mejor tierra del país, sin duda. Las gentes armaban sus teles junto a un alambraú y el oeste los encaraba con el crepúsculo y, en él, un Venus que apenas se podía creer. Qué digo un Venus, pá el gaucho, venus era el Lucero, de Lucifer, el ángel más hermoso expulsado de la vera de Dios, arrojado a la Tierra, Pero ellos, los peones de la noche, lo desafiaban aún, haciéndole frente con cámaras de fotos y las oscuras bocas de sus armas…

Quién haya leído las tribulaciones del jovencito que conoció a Don Segundo Sombra, sabrá de los males que el alambrado causó al héroe de la literatura argentina. Todos los Segundos Sombras del país desaparecieron en los fortines de frontera cuando llegó este hilo de acero pinchudo, porque con él, el ganado ya no necesitaba de aparceros. El Segundo Sombra es una epopeya que se derrumba, es el canto del cisne, la última redada de un paisano que sin duda moriría pobre y olvidado en algún cantón del oeste, comido por los piojos o lanceado por el indio, acaso en el Pago de los Siete Arroyos de dónde nosotros éramos oriundos.

En fin, pá qué voy a hablar de estas sicologías… si lo hago me censura un administrador de espacio profundo… y a Dani tampoco le contenta. Cómo extraño la época en que las razones del vivir valían más que las buenas costumbres.
Dimos una vuelta por el parque, se respiraba cielo, se escuchaban las palabras sagradas: abertura, aumentos, focal, la cruz, venus, etc. Etc. Pregunté por Daniel y nadie supo rumbearme. Me presenté ante el organizador y le dije, Hola, ¿Sos Claudio?, Sí, me dijo, Soy Galarza, le dije y él, Ah, viniste… Sí, le confirmé. Y siguió con sus recomendaciones y sus charlas pues estaba en lo suyo, en su mar de bañistas que apenas bracean, con sus teles nuevos, con sus orientaciones, sus puestas en estación para acometer la dura pelea contra la esquiva casa de los astros, siempre lindos, ellos, invisibles sin las ópticas.
Anduve al garete, mirando y mirando, un 114 Galileo, un 90900 de Meade, un 130 Celestron, un 200mm Celestron más lindo que todos los autos nuevos de cualquier magnate.

Esto es para contar. Un Celestron naranja, una ricura de 8 pulgares de cacerola, algo magnífico. Y ya que hablé de autos diré que este teles era como un Mustang del 70, algo así.


Me impresionó (a Moni le enamoró) la devoción con que un padre cuidaba de su hija, Isa, una niña de… 6 años, a lo mejor, la cual esgrimía un lindo refra 30 300. Estaban mirando Venus, tuve que arrodillarme para ver, y allí estaba la media cara de la diosa y la niña, contenta, enroscaba un nuevo ocular. Me quedé prendado de esa vista, el papá, muy joven, la dejaba hacer, la guiaba, la aconsejaba, pero la niñita la que se desempeñaba con todo.

Cuando dimos dos vueltas más y no dimos con don Daniel, dije a Moni, vamos a buscar alojamiento, no sea que no encontremos. San Antonio es localidad tan cálida y tan linda que todo porteño que se precie de ser se da una vuelta por el pago. Los gauchos están a la vera de los fuegos y los fuegos asan vaquillonas o costillares, juegan a la taba en cualquier vereda y las casas son todas de dos siglos atrás… Lo mejor, lo que me voló la cabeza, las luces. Las luces no contaminan el cielo, son luces bien orientadas, miran las farolas hacia abajo y su potencia es baja. Qué lujo, qué lugar. Los únicos pícaros en Areco son los dueños de los hoteles; lo demás es perfecto, ya verán.


Buscamos con Moni un albergue, algo bonito y cómodo, y cuando llamamos a dos plazas… nada, todo ocupado. La crisis. Todos echamos a andar y huimos de nuestras moradas citadinas, inundamos el país con nuestros coches cero, de modo que casi no encontramos un maldito lugar dónde tirar la osamenta.


Pero haber, lugar había. Luego, cuando en la hora de las ánimas nos largamos a hablar de estos menesteres bajo las estrellas, todos confesamos un mismo dolor, sobre el muslo derecho algunos, sobre el glúteo, otros, es decir, bajo nuestras respectivas carteras, que entre los observadores no hubo gauchos y por tanto nadie llevaba cobres en el cinto, junto a la pitanza, del otro lado del fiyango.


Querido lector, si no entiendes de qué hablo, fiyango, pitanza, es hora que le des una ojeadita no a los giles de Tinelli y sus caras amantes fáciles, obscenas, desnudas carnes tristes, sino a esos otros amigos del tiempo, de buen lomo asimismo, le llaman libros, libros de un pasado que en Areco está a la vuelta de la esquina. De la literatura gauchesca, hablo: el Martín Fierro, el Don Segundo Sombra, El Matadero, La Cautiva, el Facundo… Ah, tantos buenos ratos hemos pasado Dani, Moni, seguro que Ignacio, y un servidor recostado con estos amigos, cabalgando sus hojas, sufriendo con sus párrafos descarnados: Sombra terrible de Facundo… Metánle verga a este mocito… Lleva el cuchillo de modo que cuando salga, salga cortando… Hacete amigo del Juez… Es difícil guardar prienda que otros codicean… Estoy citando de memoria, algunas lecturas de la adolescencia. Voy a releer todos esos libros, ahora que las canas me dan algo de seriedad, ya que no el espíritu… y mucho menos el tino.


Decía que todos estábamos dolidos en el bolsillo, porque la inseguridad acecha. Nos robaron, nos asaltaron a mano armada. Ochocientos pesos fuertes por una pieza de 2 x 5. No se podía abrir la puerta del baño sin correr la cama. Cuando fui a bañarme, no pude discernir cómo habían doblado el caño de la cortina para que no dejara ir el chorro de la ducha afuera y que mi cuerpo fofo entrara allí, en la ducha. Bidet, bien gracias, ¿pá, qué? ¿No es acaso Buenos Aires el Paris argentino? Pucha, amigo, si hasta el palacio San José con el traidor Urquiza tenía donde lavarse el culo… Para completarla, cuando me dieron la boleta me facturaron de menos. Ladrones al cliente y al fisco. Platita labrada, se decía antes.


Volvimos entusiasmados a la juntada, y al fin nos abrazamos con Dani. Estaba bajo la unánime noche (JLB) con una gorra dada vuelta, hablamos sobre la vida, la escuela, la docencia, y algunos temas que seguro no querrá él devele aquí.
Cenamos, sanguche de vacío, exquisito.



Armé a Luz del cielo, el increíble Meade de 205mm, un LX90 ACF and GPS y no sé cuántas cosas más porque nunca he leído su manual. Lo enciendo, apunto una estrella, le digo, Hermano, esa es Rigel, arréglate, y él se las arregla, sin empacho, toda la noche mostrando esto y aquello.

Enseguida vino uno y miró y después otro y miró, y ya me fui detrás de 114 que pastaba a mi vera, y ya a otro, y enseguida organizamos una vista doble, mirábamos un mismo objeto con el Luz del cielo y con el 114, en ambos se veía perfecto. La noche hizo gala de su tesoro. Miramos primero NGC5149, el cúmulo de Omega, una belleza, muy bien resuelto en el 114, impecable en el 200. Después, le dimos a todo lo que hay allá.

Por suerte, Ignacio, el doc de la Partner, se nos unió y pude conocerle, un genio, un tipo magnífico con el cual pasamos toda la velada, de estrella en estrella, paladeando esos sabores: Carina, el Alhajero, Rigel kent x 2 perfecta, el alfiletero, notable, un sin número de estrellas miramos. Regor, por ejemplo, nos demoró un buen rato.
La noche fue increíble, en un momento nos vimos rodeados de muchas bellas y coquetas mujeres… de unos…x años. No dejaban de reír y adular las vistas. Cuando enfocamos Saturno se pudrió todo, hubo una cola de unas 40 personas como una hora… hasta que pesqué a un vago queriendo sacarle fotos con un celu. Acá se puso bueno, el muchacho resultó ser un director de teatro, estaba con su troupe y encima era coucher de no sé qué. Resulta que el tipo te atiende y vos, chau, si renegabas con algo, parece que a partir de ahí también renegás con él… o algo así. No entendí todo porque justo en ese momento, cero horas, llevé a Moni a dormir.


Pero volví. El coucher seguía courcheando y en el LX estaba el dueño de casa mirando la Centaurus A, que brillaba esquiva como una cuchillada de refilón. En eso me hice amigo de un muchacho de Villa María. Vino y me dijo,
¿Me muestra una nebulosa planetaria?
Sí, cómo no.
Buscamos la Planetaria azul de centauro y cuando dimos con ella casi la confundimos con una miosotis. Después de verla, el muchacho se apartó un paso, se puso serio, me ofreció la diestra, y me dijo,

Gracias, señor, por mostrarme mi primera nebulosa planetaria.
Estreché su mano fuerte, sincera, y casi me emocioné. Gracias, muchacho, por hacerme sentir tan valioso. Luego, él solo la buscó con cuidado en su 130 900 y cuando la hubo hallado me vino a buscar, y me dijo,
¿Es esa?

Sí, esa era, y qué linda estaba, solo un poquito menos amplia, pero tan extrema. Para no dejar las cosas así nomás, nos metimos con la Gost of Júpiter, que en cristiano quiere decir Fantasma de Júpiter, por si no hablás inglés, como una vez me preguntó un pánfilo: ¿Qué, no hablás inglés, Sergio? Je, je, las cosas que uno ha vivido.

Después de ver estas dos soles muertos nos animamos a con las trémulas del norte, hablo de la Helix y la Dumbell, gigantes esferas de gas tenue que diluye aún más su brillo corriendo detrás de la nada , presurosas por llegar al futuro, nuevos soles, planetas, vidas, quién sabe dónde, en qué lugar, en qué tiempo. Dije que nos animamos porque el norte, amigas, amigos, estaba perdido, lo habíamos recibido rendido a dos proyectores potentes como la sangre de los jóvenes, que los llevó a esos rincones desolados, en la cálida noche húmeda. Sin embargo allá miramos y ambas vimos, pálidas en la luz, bajas en el cielo.

Al fin llegó la hora de Sagitario, y qué piña le dimos, por dios. Miramos como 5 o 6 objetos de su investidura: M22, M20 M21, M19… M19, la Swan, con el Cisne estuvimos buen media hora, en 3 valores disímiles le dimos: 50x, 100x, 180x. Una locura.

Miramos por supuesto M7 y la Tabla de Scorpio, y miramos el lindo NGC6441 y su vecino G scorpii. Miramos la Sombrero y también Júpiter, me había olvidado de él.

Creo haber logrado nuevos amigos y alguna amiga. Ojalá pronto volvamos a encontrarnos con ellos.

Un joven hubo, alto, sonriente, cayó como si nada fuera con un “Dob” de 300mm o alguna gloriosa pieza como esa. Todo de negro el armatoste impresionó a todos, el Joyero allí era obsceno.

Nos despedimos al fin, con Ignacio y Dani. Las charlas de Claudio seguían aún.

Me acosté a las 3 y el día me alzó a las 8. Caminamos por San Antonio. Tiene una plaza principal única, con sus caminos sin asfalto ni baldosa, como era está y eso es algo para ver.


Voy a volver a San Antonio de Areco. Es una localidad hermosa, prolija, limpia, agradable. Tiene paseos, rio, plazas, comedores con costillares cociéndose a la llama, y con estrellas, con muchas estrellas ardiendo más allá de Orión.

Sergio




Gracias por las fotos a todos los artistas que las tomaron, entre ellos Barros y una niña que no conocí.

1 comentario:

  1. Gustavo Patagon‎Sergio Carlos Galarza
    44 min ·
    Sergio fué una maravilla la generosidad con que compartiste tus conocimientos y tu telescopio. Nunca me había interesado mucho el proceso químico de las estrellas, pero lo explicaste de manera tan sencilla y didáctica que me encantó.
    Esa imagen de Omega Centauri fué gloriosa y yo nunca había encontrado una galaxia. Mi favorita en los libros es la Galaxia del Sombrero, durante años fantaseé con como sería verla en el telescopio. Vos me hiciste ese regalo increíble.
    Inmensamente Gracias !!!...

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