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jueves, 27 de octubre de 2016

La estrella de la noche: Medir Ángulos

 Astronomía en la Escuela: Geometría.  
La estrella de la noche: Medir Ángulos.

¿Qué es un ángulo? Pregunté hoy a un alumno después de ver el pizarrón atiborrado de rectas que convergían con tímidos arquitos en sus rincones. El chico me miró estupefacto y nada dijo. Al rato, cuando me había olvidado de él, dijo: Son los vértices... Muy bien, le dije pero otro acotó: Profe, no vale, ¡lo leyó en la carpeta!


Medir ángulos de noche.

Los alumnos pueden realizar una práctica científica que se basa en medir ángulos.

Estrellas y planetas.

Hoy se enseña que los planetas siguen orbitales sobre las estrellas y que aquellos no emiten luz, sino que la reflejan. Asimismo, se afirma que las estrellas son centro de giro de los sistemas planetarios y generan luz propia.

Lo que arriba dije es al menos erróneo en tres conceptos:

Muchos planetas generan luz propia, solo que esta es invisible a los ojos: 
Júpiter radia en el infrarrojo mucha más luz que la que refleja del sol.

Muchas estrellas son asimismo ejes de giro de otras estrellas.

Muchas estrellas no son detectables por radiar en el sentido laxo de la palabra luz: los agujeros negros (radian ¿radiación Hawkins?); las estrellas marrones (infrarrojo); las estrellas neutrónicas (rayos X); los pulsares (radio); otras.


Más allá de los textos, la original distinción entre estrellas y planetas proviene de observaciones hechas hace 3.000 años en la antigua Babilonia. 

Desde los Zigurat, esas altas construcciones, observatorios astronómicos magníficos enclavados sobre la famosa Media Luna Fértil, nos llega el concepto de planeta, es decir, vagabundo. 

En efecto, la rotación terrestre causa la impresión de que la mayoría de luces visibles en las noches caminan de este a oeste a un ritmo parejo: 15° por hora. Sin embargo, unas pocas luces nocturnas (y diurnas) no siguen ese paso: estas adelantan a las estrellas y por lo general avanzan sobre el fondo provisto por aquellas de oeste a este.

Poder percibir esta anomalía es una práctica que emociona. No dejo de asombrarme ante el paso de Marte, o de Venus, de sus retrogradaciones magníficas, ¡más evidentes que un huevo frito sobre una milanesa después de haber comido ensaladitas o arroz durante una semana!

Manos a los ángulos.

Medir los ángulos que forman las posiciones aparentes de las estrellas entre sí y entre ellas y el horizonte, es muy fácil. 

Para hacerlo con cierto tino nos fabricaremos un moderno teodolito o dioptra.

El Instrumento:
 

Materiales: un transportador, hijo, una pesa (goma, saca puntas), una birome vacía de su tanque y tapas, cinta adhesiva.

La fabricación:
 









Pegar el cuerpo de la birome sobre el transportador; cuidar que el hilo penda desde el 0 del transportador; atar la pesa al hilo; listo el pollo.

El uso y la práctica:

Vamos a medir los ángulos que forman estrellas y planetas con respecto al horizonte del observador. 
Será necesario tomar registro escrito de estos, así como de la hora y el día de la observación. 
Convendrá asimismo registrar el acimut del objeto celeste a analizar. 
El acimut es el ángulo que, tendido sobre el horizonte, forma la vertical al astro con respecto a un cardinal cualesquiera, por costumbre, el sur geográfico.


Provistos de nuestros teodolitos y las libretas, salir a la noche, elegir algunos astros para medir su altura angular con respecto al horizonte local**.

Elegido el astro, se anota su nombre, la hora, el día, el año, su acimut; registrados estos datos se mira luego por dentro del orificio de la birome y se registra el ángulo de inclinación de esta con respecto a la vertical, acotado por el hilo que pende por gravedad (la vertical corresponde a los 90° en el transportador; el horizonte corresponde al 0 del transportador). Este ángulo se anota como dato.


Por ejemplo: observo durante octubre la estrella Antares (alfa scorpii).
He debido inclinar el transportador unos 40° con respecto a la horizontal, el hilo pende sobre el número 50, es decir, se ha apartado 40° del número 90.


Antares poseerá, pues, ese día y a esa hora, una altura angular de 40°.

Hecho el primer registro pasamos a medir otras alturas angulares.

Medir Marte, anotar con cuidado los datos (hablo en octubre 2016).

Repetir la práctica unos pocos días después. 

Pronto se constatará que Marte ha desplazado un ángulo superior –podría ser inferior- al que haya transitado o acusado Antares junto al resto de estrellas “fijas” de la bóveda celeste.

Esta variación angular entre un registro y el siguiente es el origen del término vagabundo. En griego: planeta.

Los antiguos comprobaron qué, mientras todas las estrellas caminan parejas -en apariencia- a un mismo ritmo por el cielo nocturno, unas pocas luces lo hacen a su antojo, adelantándose o atrasando al resto de luces (al retrogradar***).

Conclusión apresurada:

Créame amiga, amigo, si un alumno hace esta práctica con constancia, no dudo que jamás en su vida olvidará la naturaleza real de una falsedad tal como el concepto de ángulo. Aprenderá su uso real, su función como herramienta del conocimiento científico, y no su tonto papel dentro de los pobres triángulos que tanto nos han apabullado durante la escuela.


Por supuesto, el docente hará mención a que, en realidad (en la realidad educativa o conceptual), al medir la altura angular de un astro, se está midiendo en  realidad un triángulo rectángulo.
Un triángulo hecho y derecho, formado por dos catetos y una hipotenusa, a saber:

Cateto opuesto: la altura desde el astro al horizonte.

Cateto adyacente: la recta que va desde nuestros pies hasta el punto del horizonte, sito bajo el astro observado (acimut).

Hipotenusa: recta imaginaria formada por nuestra visual al astro, es decir, por los rayos de luz que partieron del astro y que pasaron por el orificio de la birome e ingresaron en nuestro ojo para impresionar en la retina.


Espero que esto les sirva a mis colegas y amigas, y en especial a los alumnos y alumnas que tanto respeto.







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