La nebulosa NGC1999- cercana a la nebulosa de Orión, y acaso fuente de la visión que desvelara a Daniel Fontano.
En el patio de la casa que habito, Orión aparece sobre la copa de un alto sauce disciplinado. Dos árboles frondosos me guarecen del estruendo de las luces de la calle: un jacarandá y este sauce. Después hay más, una jarilla, un clarín de guerra y una lila gigante que protege del sol de las cinco, en verano. Ahora, una luz roja tiñe el ambiente. Moni me reta, me dice que con esa lamparita ella no ve pero cualquiera de nosotros sabe lo que pensamos de las luces.
En el patio de la casa que habito, Orión aparece sobre la copa de un alto sauce disciplinado. Dos árboles frondosos me guarecen del estruendo de las luces de la calle: un jacarandá y este sauce. Después hay más, una jarilla, un clarín de guerra y una lila gigante que protege del sol de las cinco, en verano. Ahora, una luz roja tiñe el ambiente. Moni me reta, me dice que con esa lamparita ella no ve pero cualquiera de nosotros sabe lo que pensamos de las luces.
Sobre una mesa de madera, tecleo y, detrás, Lumbre pura -el refra 200/1000- espera con la Sculptor en su campo. O al menos así le dejé hace un instante, cuando me dispuse a escribirles (NGC253- la moneda de plata –galaxia espiral vista de perfil, en la constelación Sculptor).
Ando con sueño, me acosté a las 6 de la mañana después de lavar el auto de Moni, el cual había quedado atroz debido a la nueva aventura de Erézcano. Siete hombres de armas llevar (6 y ½, bah) nos dimos cita en el apartado famoso, a escasos kilómetros del árbol del ahorcado, como en la isla de Nunca Jamás.
Hay que reconocer que ciertos tipos solo viven para los demás; o que, haciendo para sí, obran para el conjunto. Daniel Fontano es uno entre los tantos del club. Este flaco risueño, tallando sus descomunales espejos, me sorprende en cada salida. A ese camino del infierno que empolvó la Scenic lo halló buscando en gugleart, observando de noche la zona, midiendo su luminosidad. Fíjense, apenas termina algo nuevo para su Antena, te chifla: Loco, nos vamos a observar, venite con unos choris… Y allá vamos nosotros, buena recua de mulas, a tragar polvo y estrellas a ese espacio en medio de la nada.
Pasé a buscar a Javier ya que tenía a su potro desmancado. Mañana le compro unas herraduras nuevas, dice y carga sus petates sobre la grupa del scenic. Arre, le grito y en la primera cuneta el potro gime a causa de una rodilla delantera. La suspensión o algún buje chillan y es como si dijeran: arreglame de una vez¡¡ Shit, le grito, vamos pal campo que la noche no espera¡¡¡ Entiende el Scenic el mensaje y en menos de una hora nos deja en ese guadal imposible que han hecho de un camino flor, que en el invierno pasado nos dejó escribir A happy birthday in Erézcano Town. La noche era la dueña del lugar y en el horizonte pudimos ver un buen rato el polvo suspendido en las capas de la atmósfera, producto del trabajo de la tierra. Mi único consuelo es que como los chacareros sigan así en menos de 20 años no siembran ni clavos de techo con un martillo en estos suelos expoliados. A los 70 me voy a cansar de ver el cielo desde el desierto en que va a estar convertido mi pago.
Volviendo a la noche de marras, apenas llegar damos con Chicho y con Silvio, cumpas rosarinos, y con Marcelo, Marcelito y Daniel, los anfitriones. Media hora después descabalga Marcos Yamaha Alegre, con su Omron y su increíble Nikonn.
Ver a estos amigos siempre reconforta, Marcos ha viajado por el mundo y su espíritu es el más vivo que conozca. Una tarde me dice, Sergio, un día quiero ver cómo es eso que hacés, dando clases de astronomía… Esta tarde voy a Arnold, le digo, Listo, me dice, ¿A qué hora? Y puntual se presenta, se queda hasta el final, ayuda con los teles y explica su cielo al grupo de chicos que nos exprimen con ansias de verlo todo en una noche sola. Es aquella la velada en la que nos ilustra sobre sus viajes a través de los siete los mares. Marcos, le digo, ¿cómo te da el bolsillo? Lo que me da es el cuero, dice sonriendo y comprendo.
Silvio está armando su circo en toda la oscuridad que -como sabe la paciencia de mi amigo Sergio Bais- permite un astrofotógrafo. Silvio es tipo pintoresco como el que más. Y no lo digo por su sombrero tejano, sus botas de Jakaroe (SB) o sus pistolas con cachas. De verdad, no desentona en el zoodíaco que formamos. Tiene un meado f4 de un quinto metro de cacerola. Es un mak newton y -la verdad- tira unas fotos de locura aunque de oculares, niente. Nos damos un abrazo y vuelve a sus números que, en pantalla, toman forma de estrella a la deriva.
Silvio y yo portamos meados. Mucho después, en la hora de las ánimas, ambos reconocemos que son poco más que un Galileo. No tengo aún el gusto con un Celestron, pero un día será y ahí podré zanjar la cuestión. El mío pesa catorce mil morlacos, y me trajo ya dos problemas: unos tornillos de morondanga y el cable del pad. El de Silvio orilla las 10 lucardas, y fueron los motores. Digan ustedes lo que quieran, a mí me parece una tomada de pelo. Encima, pedile a Cosentino un presupuesto, podés verificar la precesión del equinoccio antes de que te conteste. En fin, una pena que permite nuestra aquiescencia contra las injusticias, porque lo que debiera haber hecho es cargarme el equipo en andas, caerme por baires y tirárselo a la puerta del cachafaz. Saben qué, ahora mismo le mando copia de este papel, para que entere en la cara, que no soy hombre de andar con dobles discursos.
Pronto Chicho Suárez explicita su postura. Tengo hambre dice y lo felicito por dentro por tan sabia acotación. A un servidor también le picaba el bagre. Es al ñudo, los hombres de experiencia sabemos que las cosas empiezan por la buzarda y terminan por la panza. El estómago lo es todo a la hora de la verdad. Ustedes me conocen, soy hombre leído. Entre tanta lectura he dado con sandeces de diverso calibre. Entre ellas -por supuesto- que el alma está en el corazón, que el alma está en la sangre, que en el cerebro, que el cordón de plata, que la glándula pineal, que en el bajo vientre (del varón- Moni dixit)… Amigos, no busquen más, el alma los cristianos la llevamos en la panza. Dani reacciona como un pez ante el zarpazo del oso y dice, Marce, ¿empezamos el fuego?
Entiendan ahora los bisoños: Un encuentro de estos se hace en medio de la nada, sin más luces que la del único astrofotógrafo; nadie ve ni donde se habla y el mundo se reduce a sombras, más sombras y mucha noche. Las únicas débiles luces habitan dentro de los oculares pero ahí hay que ir a buscarlas, no es cosa que anden ellas iluminándonos las caras. En este medio de formas vagas, no termina Dani de sugerir su fuego que un gigante despega su ojo de Orión y dice, ahí voy, y pone manos a la obra. Dani y Marcelo han venido tempranito, antes de las ocho y se han ocupado en buscar troncos y leños de espinillo. La cosa tiene su vuelta. Han dado con un entramado colosal que a duras penas arrastraron durante un kilómetro, luchando con la hierba y las zanjas que parecían justificar su ser-en-el-mundo (su dasein) al estorbarles. Ambos han sudado más que el Roger fiándome mis teles al arrastrar semejante mole y Marcelo ha recibido un buen golpe cuando el mismo se les boleó al pasarlo sobre el alambre. Recién cuando faltaba una cuadra, este ha sugerido, Che, ¿y si lo levantamos? Y ahí comprobaron que, alzado, la maraña de troncos no pesaba nada, era liviana. Y se habían desgañitado arrastrándolo un kilómetro. En fin, cosas del hombre de ciencias. El episodio me ha traído a la memoria a don Galileo, quién al medir el tiempo que se toman dos bolitas para venirse abajo sobre una tablita empinada, fue a dar por tierra con mil ochocientos años de barbarie aristotélica.
Ajeno a estas cuestiones renacentistas, Chicho pesca imágenes aquí y allá y a todos nos dedica una palabra que trasunta afabilidad.
Con nuestros cañones le damos a otra recua –esta vez de galaxias- que marchan de cara al abismo en la frontera que divide al río del horno*. En un campo de Luz del cielo con mi lanthanum de 20mm entran dos pícaras**, les debo sus nombres de pila para la próxima. Sucede que soy un observador disperso, sin educación, rara vez planeo mis vistas al cielo. Todos saben que lo mío pasa por otro lado, por llevarle este juego a las gentes. Y a los neófitos poco les importa si esta es 1365 o 1404… Tranquilos¡¡¡ Era broma¡¡¡ Pronto fuimos tras NGC1404, famosa galaxia que posee una supernova en plena ebullición que está sintetizando metales más pesados que el hierro¡¡¡ La puse en el centro de don Vixen y allí, leve a la una del ocular***, ese punto majestuoso hizo su caricia de eones sobre los bastones de mi retina.
*(el ocular vixen es de 50º de campo aparente, la fórmula para calcular el campo real es CR=Cap/A. Y de aquí: 50º/100x= 0,5º) **(Erídano y Formax)***(cuando uno describe la situación de objetos dentro del ocular, toma como parámetro el cuadrante horario de un reloj y situa 12hs, 1hs, 6hs, etc.etc.)
Uff, Mimoni nunca podrá entenderme¡¡¡ Todos saben esa anécdota? Cuando llegué a casa con mi séptimo telescopio, el Solarmax Coronado, de 9150 morlacos no menos dorados que su tubo? La cuento igual, que ya orillo los cincuenta y podrá perdonárseme: Armo a Tuboro, lo enfoco, me sumerjo en las muchas faculae, protuberancias y filamentos, y grito como loco, Pahhhhhhhh¡¡¡ lo qués esto¡¡¡¡¡¡¡¡ Mimoni viene a las cansadas, mete un ojo y como vino se va, sin soltar palabra. La corro y la tomo del hombro, la doy vuelta como en las películas que suelo mirar y le digo, Decime qué te pareció¡¡¡ Y me dice, levantando los hombros, No se ve nada… Vos hacés espamento –continua, la hereje- pero ahí no hay nada… Unas marquitas, nomás.
Vade retro¡¡¡ Si la hubiera encontrado húmeda sobre la arena, abrazada a un tentáculo libidinoso del adriático, no me hubiese destrozado el corazón como lo hizo esa mañana¡¡¡ Ahí nomás debí tomar mis teles, dos calzones, cuatro libros y lanzarme a las calles de Casilda. Hasta un salieri me hubiera tratado mejor, me hubiera dado más ánimos. Bueno, si anoche ella hubiese mirado la supernova, me hubiese dicho ¿Y por esta porquería te venís hasta acá y gastás tanta plata en telescopio?
Siiiiiiiiiiiiiiiiii, mujer, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Marcelito es hijo de Marcelo, es un gurí que alza dos cuartas del planeta y ya mete el ojo tras las estrellas. Pintón, serio, muy bien educado, aguantó hasta las doce y luego se hizo una siesta sobre la Eco del Dani. Con estas yuntas, uno no puede sino gozar de la vida. El pibe tiene su ejemplo en un padre agradable y sincero, que apenas chamuscó unos pocos choris sin que por ello perdieran sabor. Antes al contrario¡¡¡ Dimos cuenta de esa comida de negros* más rápido que lo que tardamos en comprobar que el líquido negro era escaso. Negro porvenir¡¡¡ O pocos llevaron vino o muchos que no llevaron se prendieron al gollete como huérfano a la teta, por recordar a don José**
*(los bofes, corazón mollejas, chinchulines, y demás, era la comida de los negros esclavos en América. Estas menudencias el español o el criollo las despreciaba y los pobres hombres sojuzgados la hervían y servían a sus platos) **(José Hernández escribió Martín Fierro. Borges dice que lo hizo para educar al gauchaje, pero ya saben lo que opino de ese Inglés que escribía tan bien en castellano).
Llegó el turno de darle duro a Orión. Esa temible constelación boreal tiene más de un objeto donde los que están haciendo sus primeras armas pueden y deben demorarse si es que quieren aprender algo del cielo y de esta nota. Orión tiene -y voy a citar a vuelo de pájaro- un nido de estrellas (útero celeste de donde provienen ellas y -por añadidura de eones- nosotros); un par de cúmulos más jóvenes que mi nietita Ursula; estrellas dobles; gigantes azules; gigantes rojas (es decir, ancianas a punto de pasar a mejor estancia); una de carbono (cerca del garrote, es la locura -hace un ratito nomás le estuve metiendo ojo con Lumbre pura-, es tan roja la guacha, que empalidece a Marte -W ori-).
Tiene Orión muchos otros objetos que aquí no los voy a enumerar, que para eso tienen Exótico Cielo Profundo, el excelente libro de mis amigos Enzo y Rodolso; y tiene, ese bicho y desde el sábado, un nuevo objeto llamado DMA-1*¡¡¡¡ Así es amigos. Primicia para Dayandtelescope¡¡¡ Dani está ultimando su ultima antena y anda de aquí para allá con su nagler 22 y su paracor de luca verde. En eso estaba cuando grita, Che, ¿qué hay acá?¡¡¡ Y ahí vamos todos, claro, para constatar que apenitas arriba de la 42 hay una cosa que brilla con buena aureola. Primero decimos che eso es nebulosa, después decimos, che eso es cometa, después decimos un mil sandeces más y todavía ignoro de qué se trata como no sea NGC 1990 brillando excitada delante de épsilon orionis, a quién nunca había visto a través de un 500.
* DMA= Dani Magnific Antenae 1, honrando TMA 1 (Tycho magnetic aberration) de 2001, A Space Odissey y la capacidad de trabajo de este nicoleño amigo.
ngc 1990.
ngc 1990.
Marcos muestra su Nikonn 800des que es la locura. La compró en casa de un distribuidor que le recomendé y se entusiasmó tanto que ya hizo un curso de fotografía para empezar y otro para profundizar. El tipo está más contento que perro con dos colas y tira clikes de aquí para allá toda la noche. De hecho, ya suma un premio por foto de andén que he posteado en mi blog Instantáneas del cielo. Hubo en la noche quien lo acusara de maquiavélico y timado, dijo ese alguien que Marcos no iba al curso por las fotos sino por otras razones no tan ocultas, y que entre estas, sumaba aun dos premios y no uno. Como sea, el tipo se las trae y es un ganador.
Cuando los choris mueren sobrevive la hoguera y en derredor nos juntamos para ver la danza roja. Dani, Chicho, Javier y yo nos pasamos más de muchos grados de cielo girando sentados al calor de las llamas, embrujados por esas lenguas de plasma. Tiré todas las fotos que pude pues el color y el momento me parecieron notables y quería traerme registro pal bló. Por suerte, casi no hablamos o hablamos sandeces. Ver los oculares de Daniel secando su humedad a las brazas reavivó mi desconcierto. En la velada anterior Dani secaba un genérico y un excelente GSO de 20mm, pero ahora seca un Nagler sin empacho. Como al que va a casarse, traté de explicarle… pero me dijo: tranqui, tengo todo calculado. En fin, también se casan los advertidos.
Al asomar su cara la luna, apenas lo creímos. Naranja, gruesa, con Marte brillando desbocado a su izquierda. En menos de lo que el mate dio una ronda ya lo tenía a tiro de mi LX90. el belicoso parecía un mundo rojo y distante, acaso sin atmósfera o con poca de ella, brillando por efecto de un suelo oxidado y yermo. No quise meterle mucha candela (aumentos) para no arruinar la excelente vista que me daba el 20mm. Eso era… un bicho colorado, panzudo de sangre desteñida.
Por fin el rocío empañó tres veces mi meado y entonces guarde el arma. Pronto se sumó Silvio, después de guardar registro de DMA 1. Cuando todos estuvimos listos nos prometimos repetir en enero y zarpamos hacia nuestras islas chiquitas.
En el camino de las últimas dos horas de observación habíamos llevado al morral a Carina, 47 tucán, la 2070, el alfiletero, y dos docenas de galaxias desculadas con el 500… en formax y Erídano la cosa fue por choreo ya que las chicas están allí arracimadas, pero de Can mayor para el este también nos dimos una panzada de luces¡¡¡
La 253 y el 288 también estuvieron en el ojo. La galaxia me llenó de pavor, cruzaba de 10 a 4 el ocular, esbelta como una foca envuelta en telarañas. El cúmulo globular vecino era más pobre, menos lúcido a 100x.
Como última anécdota dejo lo que sentí al ver al globular de Tucana en el Schmidt Cassegraín con advanced coma free de Meade: pensé que el ocular estallaba, que los vidriecitos saldrían expulsados y que esa miríada de soles invadiría mi ojo para siempre. El cúmulo se había repantigado en el campo de visión y todo, todo era estrellas. Cada una era visible y si dejabas a tu mente correr el todo se confundía con la parte, en raro aleph.
Lo lamento, tal vez no me entiendan…
Llegué a casa a las 6. Moni dormía. Lavé el auto y me acosté rendido. Ahora son las diez, casi. Lumbre pura me acaba de mostrar la 253 y la w de Orión. Le metemos diente a una piza descomunal con un tintillo excelso. Tomé otra instantánea. La vida nunca es lo uno quisiera, pero en mi caso se parece mucho.
Sergio
Sergio: como siempre, espectacular. Es muy fácil viajar y vivir lo que hacés leyendo lo que escribís, y mejor aún, cómo lo escribís. Estoy aprendiendo mucho. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarAndrés (desde Balcarce, Bs As)
Gracias, Andrés, sos muy amable conmigo.
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