15/01/13, Sporting
Club, Bigand.
Anoche
nos juntamos a observar en el camping de Sporting Club de Bigand. Por razones
que no comprendo, el predio destinado al Observatorio Astronómico de la Comuna de Bigand no puede
aún ser mantenido con el pasto corto. Al encuentro en campo prestado nos
llegamos nueve personas del pueblo a las que se sumaron niños y adultos de Los
Molinos y Casilda. El telescopio elegido para el recreo que sigue fue Luz del cielo, el increíble Meade LX90
de 203mm de cacerola (qfp) adquirido al mítico Roger en el 2010.
Los oculares:
un Parks serie plata de 40mm (f), adquirido a Lord of the eyepieces*, que
arroja 50 aumentos (x) en los 2000mm (F) del tacho azul. Es un ocular plössl
excelente, 45º de campo visual, que solemos usar como buscador o para vistas
amplias, donde, de todos modos, dada la extensa focal del Meade, no entran las
Pléyades (Aumentos= Fteles/focus, es decir: 2000mm/40mm=50x; luego, Campo
real=Campo aparente/Aumentos; es decir: 45º/50x= 0.9º y las Palomas
(NGC1432 o M45) miden unos 85”
es decir, grado y cuarto.
Por la misma
razón, sin embargo, M41, el bello cúmulo abierto de Canis mayor, es la locura
allí. Nos demoramos buenos minutos extasiados en esa vista.
Pelamos del
maletín y para cierto detalle un ocular Vixen de 20mm. Cocido con barros de lanthano,
el muchacho arroja generosos 100x en Luz… y abre 50º de campo aparente. Es ocus
usado que me regalé para los 49 –andaba Javier Alves da Igreja por estos pagos-
y que enviaron sucio como la conciencia de un funcionario Pro. Tuve que limpiarlo
con delicadeza y enseguida mostró su valor pues genera un gran contraste, tanto
para planetaria como objetos de cielo profundo.
Por último, y
aunque en gateras había más de 3000 morlacos en glasses, sacamos el Orion super
wide de 65º, lanthanum again y japonés el niño; mas la noche no era propicia:
reveló por sus convexidades un seening de miércoles, pese a que era martes.
Enseguida y a
mano -toda vez que el GPS del LX se posicionó en dicho vergel-, caímos sobre
Sirius para meter brillo en los ojos deslumbrados. El perro brillaba como
encendido en azul y mi hermana Verónica creyó haber visto a su cachorro -cosa
que no creo posible a esos x (aumentos) y en ese teles pero me reservo pues no
sé bajo qué armas y cielos se rinde. Estos telescopios computarizados son
excelentes siempre y cuando conozcas algo el cielo –unas pocas estrellas, al
menos- ya que la búsqueda a mano se mezcla con el Autostar en una combinación
de técnico argentino muy cómoda. Desde que el doctor Julio me explicara el
truco, basta con posicionar el tacho y luego, frenos fuera, se apunta a tal o
cual estrella, se sincroniza y chau pinela, sigue como perro de sulky.
Del perro nos
fuimos a Júpiter y miramos largo rato sus tormentas en línea con las cuatro
luces que le valieron a don Galileo una invitación a probar los hierros,
propuesta que canjeó por una negativa más rotunda que las de Pedro al Señor (es
falso que dijera el consabido epursimuove, con los muchachos de la
inqui uno no daba en retruécanos.
De Júpiter
saltamos a Aldebarán y es que llegaban las chicas y quise mostrar una estrella
evolucionada para que tengan presente el tema de las edades y los colores. De
Alde me fui silbando bajito sobre la
Crab , la M 1,
festejada por todos pues ya saben o supieron anoche que es un remanente o
rastro de supernova, estrella que se derrumbara y rebotara catastrófica y
bella, despabilando soles, a su vez, quién sabe si ya o en un futuro
inimaginable. La descripción que de ella hace el Rodo en su Exótico cielo
profundo, edición 4º, con las fotos que muestran su evolución en el poco tiempo
que los hombres llevamos mirando el cielo, es increíble (ECP 4º ed. Pag46). Nunca
me cansaré de recomendar este libro tan nuestro.
Después de
deleitarnos con el gris borrón de la cangrejo decidimos subir de nuevo, pasamos
por M42 y quedamos todos patitiesos ante tanto polvo, tanto brillo y tanto
negro a los ojos en ese pájaro de abiertas alas grises. De ella a Rigel no sin
echarle ojos a Mintaka -doble fácil-, y entonces busqué un tesoro: la estrella
roja que me regalara Sergio Bais, el Llanero solitario de Olavarría, aunque su garbo
delgado tal vez de más para un Lucky Like moderno, con un revólver de 250mm de
cacerola (qfp) y 1200mm de caño, con el cual no pifia tiro, allí arriba. Estoy
hablando de la roja, la rojísima, la desfachatada estrella Crimson de Lepus,
una carbono llamada R-Leporis, situada sobre los pies de Orión. Les explico en
un segundo cómo dar con ella mediante el buscador 9x50, aunque en un ojo lleven
el parche y el otro les falte.
Se paran en
Rigel, lanzan el tubo arriba (arriba de Rigel, es decir hacia el sudoeste) unos
4º y apenas a la izquierda, es decir, disminuyendo en AR. Allí verán dos
estrellas muy lindas charlando de lo caro que está todo (es que son de barrio
norte y miran TN); una es iota leporis, azulita; la otra una apenitas naranja.
De allí otra vez al sur y al oeste, grado y grado -o campo y campo según el ocus-
hasta dar con otro par de estrellas que orillan la sexta magnitud, una naranja
y la otra blanquiñosa. Estas también charlan pero de lo lindo que fueron sus
vacaciones en los cielos de Calamuchita. Es la primera vez que salen y están
muy contentas (son de barrio sur).
Paradas en
ellas no te distraigas con su cháchara; verás que al sur hay una tercera; las
tres parecen formar una flecha torpe que apunta (a grado y medio) a una C desalineada, formada por 5 o 6 luces
de último barrio. Aquí te paras. La C
está formada por una estrella abajo, dos a la izquierda, una arriba y otras
arriba a la derecha. Muy bien, las dos de la izquierda-abajo te indican el
camino. Has de moverte ahora otro grado y chirolas hacia el oeste (mermando en
AR) con el ojo dentro del buscador; allí, en el medio de la nada, en lo negro
de ese barrio dejado de dios, tu ojo se sorprenderá con un carbón encendido, un
alfiler rojo que hiere la imaginación de lo que dios o la madre cosmos ha
podido crear para alegría de los mortales: RLeporis, la Hind ´s Crimson star, HIP23203
en el Stellarium, para que la busquen en casa y planifiquen su vista una noche
de estas.
Mientras nos
moríamos de ganas de no dejar de mirar esa estrella de carbono -“Hay estrellas
que son diamantes, en el cielo…”, decía mi padre y apenas si podía
entonces creerle, pues yo tenía 30 años o menos y no había mirado más que una o
dos veces por teles en toda mi vida-, los que esperaban le echaban ojo a la
inmensidad mediante unos binos de locura que tiene Vero. Son unos Optisan 12 x
50 que el Roger no ha vuelto a conseguir; buenísimos, bak4, claro. Logran un
contraste fabuloso y los suelo recomendar. Nada que ver con los Larguiruchos, de
todos modos, los Meade 9 x 63 que porta y comparte Cristián esta noche y con él
son dos los binos que van y vienen. Estos últimos son más luminosos por el
centímetro de diámetro extra y por los 3x menos**.
Observar el
cielo con binoculares es un lujo tal que no deja lugar a envidias sobre el
poseedor de telescopios. La mayoría de nosotros comienza observando con telescopios
pues una enseñanza para iniciarse en la observación astronómica apenas existe o
está criptada en la web, no llega aún a los colegios y esta es la empresa de
Proyecto sagitario, entre otros. Así, la seguidilla para el observador novel es
esta: progenitores pasan frente a una óptica y ven un bello teles; echan mano a
la bolsa y el teles cae en la casa del niño/niña; primera noche y no dan con
nada; el resto igual; el teles se archiva o sube al desván. Esta es figura
repetida; que levante la mano quién no haya ido a la casa de un amigo o
conocido y se haya enterado que tienen un 60/700 o algo así arrumbado, que alguna vez miraron pero que no daban más
que con la Luna
(como si fuera poco).
Observamos esa
noche varias decenas de objetos celestes, incluidos los cúmulos de Pupis, Vela,
Carina y tocamos Crux. De las muchas estrellas sorprendió Regor ya que busqué la
doble de Canis, la 145, mas entre tantos soles me perdí y para no hacer esperar
a la afición, dije: ¿Para qué buscar algo difícil estando allí la nebulosa de Orión? Toleraron
mi impericia –no sin evocar, los enjundiosos, famosos papelones cometidos por
un servidor en el lejanísimo pasado: unos dos meses atrás; no me pidan, maulas,
que los memore aquí- y volvimos -después de tocar Eta carina y el hundido
Jewell (NGC4755)- hasta la cuarenta y dos. Esa nebulosa, con sus luces
próximas, nebulosas y cúmulos, es realmente infinita. Uno puede mirarla al
derecho o al revés, siempre da buenas imágenes, siempre alguna voluta de humo
nos guiña y despierta la afición si acaso esta estaba mermando. El trapecio, a
100x, es un alfiletero*, casi, en las ópticas ACF del Meade y perdonen si
exagero.
*(El alfiletero es el nombre común del cúmulo abierto
NGC3532)
No me explayo
en Eta carina o en Pléyades sur (IC2602) porque unas nubes taimadas iban y
venían poniendo coto a nuestras ansiedades. Igual nos pasó poco después en el
norte, donde le echamos ojo a M35, bonito cúmulo abierto, de fácil observación,
situado en Géminis; M79 en Lepus, pequeño brote de luz de un magnífico cúmulo
globular, más arriba aún; y al muy hermoso M93, cúmulo galáctico o abierto, en
Pupis, con sus estrellas como naranjas maduras, esquivando las borrosidades que
hacían y deshacían a su antojo.
En una de las
últimas vistas que le hicimos a Júpiter, mientras indagábamos sobre cuántas
fotos de Natalie Portman le quedaban por postear en facebook a Cristián, pudo éste
ver el momento en que Io entraba en un tránsito sobre su padre, Zeus, amo y
señor de ponchada de dioses. Amante incansable, don Zeus, hizo de la
metamorfosis su arma más lúcida a la hora de conseguir favores. Famoso es este
inmortal -llamado Jove por los romanos- por rendir la voluntad de todas las
ninfas, diosas, reinas y plebeyas que en el orbe y en cielo había –anque varios
muchachos. Vestido de Toro, Cisne (Natalie viste de Cisne en una bella
película), lluvia, rocío, espuma y cuanto animal o hecho natural te imagines,
el tipo se las ingeniaba para darle al cuerpo su jolgorio. De hecho, el único
libro que conozco que tiene más sexo que la mitología helena es la Biblia. Pero como los homéridas
-y el mismo Hesíodo- son más viejos (800 AC ) que el dictado del nuevo testamento
(150 DC), creo que la burda excusa de María dada a José Ornamento es hija de
este viejo recurso olímpico: el de disfrazar el relato de lo ocurrido de modo
tal que él o los culpables del goloso acto prohibido sea el Cielo, la Llorona , o el Pombero, bah,
lo que sea, con tal de no deschavar al verdadero pata de lana: vecino, pariente
o amigo, en el común de los casos.
Volviendo a
los terrenos observacionales, decía que tuvo la suerte Cristián -y varios de
los que allí estábamos- de sumar a la memoria la linda entrada en el disco
planetario del pequeño punto de luz de Io, como debajo pueden ver recreado con
stellarium.
Io comienza su tránsito.
Con
la bella efeméride en las costillas comenzó el embalaje de bártulos y
accesorios. Por más que me guste el cielo estoy en pareja y los que disfruten
como yo de semejante suplicio saben qué uno puede tirar de la cuerda hasta
cierto punto, y que luego viene el chicotazo.
A
las dos de la mañana, recién bañado me tiré a la cama. La noche había sido
sustanciosa, creí entonces, y días después pude confirmarlo en el comentario de
algunos asistentes que topé por allí. En verdad, el cielo se disfruta
principalmente a ojo desnudo, con binoculares luego y al fin con los grandes o
pequeños teles que tu ahínco o concepto del disfrute te permita comprar. En mi
caso, he dado últimamente en insistir con telescopios de baja gama. Así, me fui
el finde de luna nueva al río Uruguay muñido de un Galileo 80/400, al que le sustituí
el diagonal y un ocus (llevé un diagonal genérico y un ocus HD60 de 18mm). Con este
equipo, montado sobre el trípode fotográfico, pasé las noches que la buena mesa
me dejó libres. Observé: Tauro, Júpiter y Orión a destajo; Géminis y Sirio con
las 145 y todo; después el sur que pude y hasta la Sculptor bajé de un
vistazo, antes que se cayera por el oeste. Saben qué, me acordaba de don Enzo
en el SPVG del 2010, donde campeó las noches con un Orión 80/400 sin decir ni
mu. Si él pudo, por algo ha de haber sido, me dije y comprobé satisfecho que
hay vida más allá de las grandes ópticas.
**Recuerden que los aumentos nos quitan luz; es decir,
una misma cantidad de luz, provista por un objetivo cualesquiera, se reparte
sobre un ángulo mayor a medida que incrementamos los x. Dicho de otro modo: La
luminosidad de una imagen celeste en cualquier teles = lux recibido/ amplitud
del área del cono de luz sobre la lente ocular en que se distribuye la imagen.
Esta relación inversa es la que implica una merma en el brillo de una vista al
lograr mayores x.
Los aumentos que proveen diversas ópticas pueden
ejemplificarse como triángulos de áreas proporcionadas. Si un triángulo de
altura h= 1 (el ocular d menor magnificación) es reemplazado por uno de menor
altura (h=1/2 por ejemplo, el cual proveerá el doble de magnificación), la base
de este segundo triángulo deberá ser mucho mayor que la del anterior (para mantener la proporcionalidad planteada). Es
lógico entonces que una mayor longitud, iluminada por una misma cantidad de
luz, reciba en cada punto una menor intensidad de ella.
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