Urano, Dios del cielo.
Urano orbita detrás de Saturno, muy lejos de casa, a
unas 20 distancias Tierra-Sol*. Vimos que cuanto más lejos se sitúa un astro,
tanto más lento es su andar. Los antiguos llamaron a Saturno Dios del Tiempo
porque su traslación es de 29 años terrestres. ¡Qué hubieran dicho de Urano,
cuyo año equivale a 84 nuestros! Cuando allá vivamos, un año será la vida de un
hombre.
Urano fue observado mediante telescopio por numerosos
astrónomos, y reconocido como planeta luego de sesudas deducciones: tamaño
aparente, desplazamiento, ausencia de cola cometaria, ya que primero fue tomado
por estrella y luego por cometa. El título oficial, uno más del linaje de
Helios, le cupo a William Herschel, en 1781. Lo nombró Estrella de Jorge para
adular a uno de tantos mequetrefes ingleses. Primó sin embargo la cordura y poco
después lo llamamos como al Padre de Saturno, el abuelo de Júpiter: Uranos, ser
mitológico que diera origen al cielo, toda vez que se retirara de sobre su
consorte, Gea o Tierra (Las metáforas griegas son tremendas: siempre alguien ha
muerto o ha tenido un fogoso romance; la tv argentina sigue sus pasos).
Urano tiene al menos dos particularidades: temperatura
atmosférica más baja (-220ºC ),
e inclinación del eje de rotación más curiosa: ¡97º! Rueda por su órbita tumbado
como un barril de vino. De los cuatro gigantes, es el menos masivo. Su manto ha
de contener hielos y en el núcleo un mar de hidrógeno y metano. Esos mismos
gases en atmósfera absorben los colores naranjas y rojos, y reflejan los
celestes azules. Así es cómo se ve, añil en el telescopio. Sus bellos satélites
llevan nombres de personajes creados por Shakespeare y Pope. Titania, Oberón,
Umbriel, Ariel, Miranda son algunos. Luce anillos de un pálido azul; puede que
estén formados por trozos de hielo de agua.
Otra particularidad es su magnetosfera. La
magnetosfera es la esfera magnética que rodea a determinados astros. En Tierra
existe atmósfera solo porque el núcleo metálico actual está fundido y genera un
campo de fuerzas suficiente para protegernos del ímpetu solar. Estas fuerzas las
percibimos con la brújula, y su sentido podemos verlo sobre un papel -con
limaduras de hierro- que cubra a un imán. Marte, por ejemplo, tiene un núcleo
pobre, sin magnetosfera, de modo que su atmósfera ha sido soplada al cosmos por
los vientos helíacos (literal). Cuando pisemos ese mundo lo haremos a cubierto.
La magnetosfera de Urano, por rotar tumbado, se enrosca hacia atrás como un
tirabuzón o sacacorcho y genera la imagen más curiosa del sistema.
Cuando Herschel dio con nuestro unicornio azul, hacía
más de un siglo que en las mentes brillaba la física hija de la integral
newtoniana; es decir, de su muy famosa F= M x m/ d2. Fórmula
magnífica que los jóvenes aprendimos de memoria en la escuela, sin tener idea
de lo que significa. Esta, sin embargo, dice mucho para quien sepa de dónde
provino (las leyes de Kepler) y de su desarrollo (la genialidad de Hooke), ya
que tanto explica los movimientos del sistema solar, como los de una falsa
manzana, libre del palito que la sujete a la rama, que caiga como llovida de
Urano… perdón, ¡del cielo!
*La llamada Unidad Astronómica (UA): ciento
cincuenta millones de kilómetros. La
UA nos recuerda que todo lo medimos en relación a nuestro
ombligo: Pulgada, pié, codo, yarda, longitudes tomadas de las extremidades de
este mono belicoso que, por este mes, solo hablará de las parábolas que
describirá una semiesfera, en rauda órbita ¡por el verde espacio de la cancha!
Sergio
fotos de: http://pegaso1701.blogspot.com.ar/2012/04/curiosas-auroras-en-urano.html
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