Viernes 20 de abril, Cañada de Gómez. Comienza el curso Cielo joven, el nuevo plan de divulgación
astronómica de Proyecto sagitario.
El salón es inmenso, es un galpón
acondicionado con todas las mejoras imaginables: calefacción, respiraderos,
iluminación, pisos especiales, mesas, sillas, pizarrones, mucho color y color
nuevo, recién pintado, un globo terráqueo, proyectores, todo, en fin, lo que
puedas querer si lo que quieres es aprender o enseñar, o divertirte.
Hay veinte niños inscriptos a Cielo
joven pero llegan veinticinco, algunos chicos tienen a sus padres como partícipes
del curso CIA del pasado año. Antes, con el ajedréz, les enseñaba primero a los
pibes y luego, al hacerse estos hombres, a sus hijos; hoy tengo la suerte de
enseñar astronomía a los padres y luego a los hijos. Una diversidad
apasionante.
El mundo es muy extraño, muy curioso,
tiene verdaderos recovecos por donde se filtra el devenir, el cual se anuda tejiendo
un futuro mejor para aquellos qué, por suerte, nomás, fuimos elegidos
de la vida, tuvimos casa, gente que nos mimó, educación. Enseguida me surgen
los ejemplos políticos, pero voy a seguir un consejo que me dio un gran
amigo en la inteligencia de hacerme bien; no voy a hablar de política aquí y el
ejemplo lo daré con la educación.
Hace un año la provincia de Santa fe dictó un curso al
cual asistí. En un recreo pedí hablarle a las docentes inscriptas para
ofrecerles Proyecto sagitario. Una docente de Cañada de Gómez tomó la posta: me
llamaron, conocí a Analía Borrull. Allí es dónde la historia hizo un nudo,
donde las voluntades se comunican, apoyan y multiplican.
De mano de Analía dimos dos cursos en
el colegio San Antonio de Papua, observamos estrellas y, luego, con la compra
de Tuboro, el telescopio Coronado solarmax, observamos el sol.
Luego, el pasado año, con Analía y Fundación Nova,
lanzamos CIA, el Curso de Iniciación a la Astronomía. Participaron
cuarenta jóvenes y adultos. Al finalizar la temporada se sorteó y entregó un
telescopio Hokenn 76/900 con oculares Kellner. Una joya de telescopio, un espejo
soberbio. Este año lo continuaremos: se viene CIA II. El dos de mayo lanzamos
la segunda parte con nuevos inscriptos. Y aquí nos tienen con Cielo joven.
Permítanme que me explaye sobre este
curso.
Cielo joven es un curso de iniciación astronómica
destinado a niños de hasta 14 años de edad. Está escrito en un lenguaje algo más
liviano pero no menos estricto. Odio las simplificaciones científicas: lo poco
que sé, quiero decirlo como lo sé. De hecho, anoche, con alumnos de 5º, 6º y 7º
grado llegamos a mencionar la existencia de 4 fuerzas vectores en el Universo.
Por supuesto, alumnos de esa edad no vieron aun el
concepto de átomo por lo cual ambas fuerzas nucleares no fueron explicadas,
pero sí mencionamos su existencia, su latencia en el substrato de lo que es. Que
sepan lo que vendrá en unos años pues me resulta increíble que se le hable a
un niño de la guerra o de un genocidio como el de Hiroshima y que en una clase
de física no pueda explicar cómo fue que la ciencia se las arregló para matar
de ese modo.
No se asusten, Cielo joven no es
terrorismo sudaca, no ando haciendo bandera de las locuras de Albertito o de
don Barakto… tanto.
Volvamos al proyecto en sí.
Cielo joven se basa en experimentos, en
manualidades que le den al niño una certeza comprobable del mundo o espacio que
le rodea. Un ejemplo: ¿para qué lado gira la luna, hacia dónde se desplaza? ¿Y la
tierra? Sabemos que gira de Oeste a Este, pero, ¿en el espacio, en qué sentido
va? ¿Cómo hago para descubrirlo?
Un alumno muy inteligente llamado Bruno, dijo anoche a una compañera: ¡No creas en nada! Le dije, Bruno, mejor que no creer es poner
a prueba el objeto de la duda y verificar por vos mismo lo dicho por el
maestro.
Porque un maestro que dice no enseña nada y allí radica
el fracaso de nuestros sistemas de educación en las escuelas primarias, donde
verifico cada año cómo esas mentes limpias, ávidas de conocimiento son conducidas
hacia el desánimo y la abulia. Cuando voy a un jardín de infantes, los niños te
acribillan a preguntas; cuando voy a un sexto año, una mirada desengañada te
barre del frente. Cuando, bien pensado, debiera ser al revés: tengo muchas más
preguntas ahora que hace tres años, cuando abrí mi primer libro de astronomía.
En Cielo joven intento que cada chico construya su
modo de ver el cielo, de verificar la naturaleza de los fenómenos físicos, de
avanzar sobre esa incógnita absoluta que es el cosmos en su relación con las
mujeres y los hombres.
Creo, ahora que lo escribo, que es a mí a quién tanto le interesa saber sobre esa relación, sobre el significado de las miradas humanas, capaces de condolerse por una bella nebulosa planetaria (pienso en la blue planetary (NGC3918), en lo mucho que me gusta) y de no hacerlo por el futuro inmediato de un jovencito que lava coches una noche de invierno, en una esquina cualquiera de la gran ciudad.
Creo, ahora que lo escribo, que es a mí a quién tanto le interesa saber sobre esa relación, sobre el significado de las miradas humanas, capaces de condolerse por una bella nebulosa planetaria (pienso en la blue planetary (NGC3918), en lo mucho que me gusta) y de no hacerlo por el futuro inmediato de un jovencito que lava coches una noche de invierno, en una esquina cualquiera de la gran ciudad.
http://www.licha.de/photo/ngc3918.jpg
En fin, en cada capítulo o tarde noche en que nos
reunamos intentaré transmitir un método de trabajo, un amor por el experimento
y la verificación de los hechos.
Anoche hablamos del día y de la noche, del paso de la
luna, de por qué la vemos de día, de por qué el sol no es visible de noche (he
aquí el grado de azoro que los niños guardan, uno cree que lo enseña todo,
ellos te demuestran con una sola pregunta las rajas en el estucado del sistema).
Por supuesto, observaremos y haré todo el espamento posible cada vez que demos
con el Joyero (NGC4755)

o con Jaws y su pequeña flecha que mira al sombrero (M104)
http://www.licha.de/photo/spatz1_m104_3600.jpg

o con Orión (M42 o NGC1976), claro.
Y ni hablar cómo describiré la excelencia
del dios Saturno, el Cronos, el castrador de Urano, edipín del cielo que le
amargó la francachela al primer masculino de la historia del todo.
En fin, cielos despejados para los jóvenes del sur.
Sergio Galarza
Hermoso, como siempre.
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