De Jujuy a
Chabás, un viaje por las estrellas.
Mediante las notas de astronomía del periódico El
Observador intentamos atrapar la atención de los vecinos del sur santafecino
para que se le animen a nuestros cielos. Con el mismo objeto creamos hace cinco
años un plan de trabajo muy ambicioso que cuenta con apoyo de la Secretaría de Estado de
Ciencias e Innovación de Santa fe. Este plan se llama Proyecto Sagitario y ya
ha divulgado astronomía en cinco provincias. La nuestra es una ciencia pero
también es un recorrido maravilloso. Los que le transitamos descubrimos las verdaderas
riquezas de este mundo. Ver una estrella, conocer su destino y origen, miles de
millones de años y luego… cederlo todo para que en el futuro otro sol pueda
también brillar…
Pero hoy quiero contarles sobre un viaje que hicimos a
Jujuy para asistir como expositores invitados a un encuentro de formación
docente en la didáctica astronómica. La Secretaría de Ciencias de dicha provincia auspició
tres jornadas dedicadas a dicha formación. En Chabás hay docentes que conocen la
propuesta. Desde ahora, gracias a la confianza depositada por aquellos
gestores, los maestros del NOA compartirán con sus alumnos sugerencias de trabajo forjados
aquí, en nuestras localidades, en base a lecturas y experiencias de un lustro
de trabajo con Proyecto Sagitario.
Las jornadas de trabajo jujeñas fueron tres,
observamos el sol, discutimos sus matices de superficie, los modelos físicos
que explican su actividad; y hablamos sobre las ondas de la luz, sobre su modo
de interactuar con los órganos del hombre y con la entera biosfera. Por último desarrollamos
junto a unos cincuenta docentes un dialogo llamado De la Astronomía a la Geometría … ¿o al revés?
Como premio me traje una charla con la Señora Ministra de
Educación y su profundo interés por las observaciones, sus comentarios y
preguntas certeras.
Las materias científicas suelen estar rodeadas de un
aura de pesantez o bodrio. En los colegios son rechazadas sin que siquiera se
pare el alumno a otear cual es su contenido. No somos inocentes los que
exponemos tales áreas. Si en un aula un alumno no comprende el tema, la culpa
es nuestra. Y, si en esa aula no encontramos motivación o modo alguno de hacer
sonreír con nuestra clase al tiempo que motivamos a los educandos hacia los
conceptos, entonces fracasamos nosotros y fracasa el sistema.
Los niños y los jóvenes son lo vital. Que ellos estén
en el aula aprendiendo ciencia es cosa de vida libre o dependencia esclava para
un país como el nuestro. El conocimiento científico es el arma más portentosa
jamás desarrollada por esta rara especie que llamamos Homo.
Me enorgullece haber sido educado por profesores como
Osvaldo Simonetti o Hugo Palmieri. Ellos me dieron un ejemplo que no todos han
disfrutado. Ellos forjaron el camino que me inclinó a la ciencia, al ajedrez, a
la electricidad, a la astronomía, al resto de disciplinas que tengo el lujo de
poder compartir a tantas provincias y localidades de nuestro hermoso y rico
país.
La semana que pasó recorrí el NOA con cuatro
telescopios bajo el brazo. De allá me vine con incontables amigos y amigas
nuevas, docentes, maestras y profesores, muchos estudiantes, jubilados y aún
niños. Con ellos observé los cielos del día y de la noche. Con ellos soñé
despierto sobre Nubes Ardiendo Más Allá de Orión. A ellos no les participé de
nada que no pueda bajar del cielo el próximo once de setiembre cuando con Alejandra
Tenaglia del periódico El Observador y la Secretaría de Ciencias
de Santa fe nos encontremos en el predio de la biblioteca Pública
Chabás, para descubrir y disfrutar una exclusiva noche astronómica del
Observador del Cielo.
Los espero.
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