El Eclipse, pequeño regalo del cielo para el cuarto
cumpleaños de mi nieto Leónidas.
El pasado 26
de febrero, pese al desastre que asola nuestro país, merced a la enjundia del
gobierno actual, sucedió en tiempo y forma el eclipse anular de sol.
Intenté ir
al sur (a Camarones) para verlo en su magnitud, pero distintos sucesos me disuadieron.
Aun así -y aún no sé por qué, ya que era el cumpleaños de mi nieto Leónidas- a
último momento visitamos amigos y parientes en la ciudad mendocina de San
Rafael.
Nos alojamos
en una pequeña casita prefabricada, muy limpia y provista, y desde su veredita
al este observamos y fotografiamos el evento.
La noche
anterior, el cielo se mostró cubierto de nubes negras y los relámpagos preanunciaron
lo que fue, una lluvia intensa en la madrugada.
El 26 Me desperté
a las seis y salté de la cama; en el este lo negro era un bloque pero sobre las
siete, con el fulgor del sol aun oculto, se vieron unos claros. El plan era
movernos hacia el este, sobre la ruta Monte Coman - San Luís, pero ante lo
visto estimamos que no sería necesario. En efecto, sobre las ocho el claro ya era
amplio sobre la eclíptica. A las nueve cayó el Migue y, tras pedir encarecido
permiso a la dueña del lugar, pudimos compartir unos mates con tostadas y dulce
casero -de ciruelas- en la tensa espera del ocultamiento.
Para registro
del eclipse dispusimos el telescopio LX90 de 203 mm, diafragma mediante, con la
interposición de un filtro Baader de 90mm de diámetro. Sobre la carcasa del
tubo montamos una guía y sobre ella el telescopio Coronado SolarMax de 40mm,
f10. Este telescopio posee un filtro Ethalon y muestra detalles de fotosfera y
cromosfera. En contadas ocasiones hemos podido ver prominencias y eyecciones
que largo ingresan en la región coronal, aunque su temperatura es mucho menor
que el plasma que le da sustancia a aquella.
Así dispuestos
los equipos, montamos la cámara Canon sobre el Coronado y tomamos una serie de
fotos en Ha. Con el filtro Baader sobre el catadióptrico alternamos en visual y
en fotos con la cámara DSI y, luego, con la Canon.
Registramos momentos
en que las nubes llegaron a oscurecer por completo al sol, pero estas fluían llevadas
por el viento de modo que solo debíamos esperar a un abra para continuar.
Obtuvimos la
serie completa, y pronto fuimos presurosos a la pc para tener noticia del
evento en la latitud mayor. Vi imágenes magníficas logradas por conocidos y
amigos que sin meandros se treparon hasta allá.
En todo
momento pensé en mi nieto, en su cumpleaños, en los vericuetos de mi mente que
me habían llevado tan lejos de su cumpleaños. Sé que él también observó el
eclipse por medio de una caja provista con un filtro nro 14 de máscara de soldar.
Cuando
volví, al cabo de horas que pasamos en la plaza, hamacándole, llevándolo por
todo el pueblo de parque en parque, una vez que, exhaustos, compramos yogures y
nos fuimos a llenar la panza, Leónidas me preguntó:
Abuelo, por qué no
venías…
Porque fui a Mendoza, mentí.
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