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jueves, 2 de marzo de 2017

El regalo de cumpleaños

El Eclipse, pequeño regalo del cielo para el cuarto cumpleaños de mi nieto Leónidas.

El pasado 26 de febrero, pese al desastre que asola nuestro país, merced a la enjundia del gobierno actual, sucedió en tiempo y forma el eclipse anular de sol.
Intenté ir al sur (a Camarones) para verlo en su magnitud, pero distintos sucesos me disuadieron. Aun así -y aún no sé por qué, ya que era el cumpleaños de mi nieto Leónidas- a último momento visitamos amigos y parientes en la ciudad mendocina de San Rafael.

Nos alojamos en una pequeña casita prefabricada, muy limpia y provista, y desde su veredita al este observamos y fotografiamos el evento.
La noche anterior, el cielo se mostró cubierto de nubes negras y los relámpagos preanunciaron lo que fue, una lluvia intensa en la madrugada.

El 26 Me desperté a las seis y salté de la cama; en el este lo negro era un bloque pero sobre las siete, con el fulgor del sol aun oculto, se vieron unos claros. El plan era movernos hacia el este, sobre la ruta Monte Coman - San Luís, pero ante lo visto estimamos que no sería necesario. En efecto, sobre las ocho el claro ya era amplio sobre la eclíptica. A las nueve cayó el Migue y, tras pedir encarecido permiso a la dueña del lugar, pudimos compartir unos mates con tostadas y dulce casero -de ciruelas- en la tensa espera del ocultamiento.

Para registro del eclipse dispusimos el telescopio LX90 de 203 mm, diafragma mediante, con la interposición de un filtro Baader de 90mm de diámetro. Sobre la carcasa del tubo montamos una guía y sobre ella el telescopio Coronado SolarMax de 40mm, f10. Este telescopio posee un filtro Ethalon y muestra detalles de fotosfera y cromosfera. En contadas ocasiones hemos podido ver prominencias y eyecciones que largo ingresan en la región coronal, aunque su temperatura es mucho menor que el plasma que le da sustancia a aquella.

Así dispuestos los equipos, montamos la cámara Canon sobre el Coronado y tomamos una serie de fotos en Ha. Con el filtro Baader sobre el catadióptrico alternamos en visual y en fotos con la cámara DSI y, luego, con la Canon.
Registramos momentos en que las nubes llegaron a oscurecer por completo al sol, pero estas fluían llevadas por el viento de modo que solo debíamos esperar a un abra para continuar.
Obtuvimos la serie completa, y pronto fuimos presurosos a la pc para tener noticia del evento en la latitud mayor. Vi imágenes magníficas logradas por conocidos y amigos que sin meandros se treparon hasta allá.

En todo momento pensé en mi nieto, en su cumpleaños, en los vericuetos de mi mente que me habían llevado tan lejos de su cumpleaños. Sé que él también observó el eclipse por medio de una caja provista con un filtro nro 14 de máscara de soldar.
Cuando volví, al cabo de horas que pasamos en la plaza, hamacándole, llevándolo por todo el pueblo de parque en parque, una vez que, exhaustos, compramos yogures y nos fuimos a llenar la panza, Leónidas me preguntó:

Abuelo, por qué no venías…


Porque fui a Mendoza, mentí.





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