3° Feria de Literatura Infanto Juvenil:
Libros, Talleres de lectura, Juegos en papel, Charlas astronómicas y la gigante Liliana Bodoc. En Reconquista, Santa fe.
https://www.youtube.com/watch?v=RbRSMM3DGdc
Entrevista sobre la puesta de Sagitario blues.
Un lujo que se presentó el viernes por la noche:
http://www.reconquista.com.ar/locales/24688-manana-se-proyecta-qgente-del-agua-gente-de-la-selvaq
Reconquista, un Venado y un Sol blues.
La
ciudad de Reconquista tiene un observatorio. Esa es la razón por la cual viajé
hasta tan hermosa localidad del norte santafecino. ¿Esa fue la razón? Claro que
no. Viajé a Reconquista porque vive entre esa gente deslumbrante un amigo que
no conocía.
¿Un
amigo que no conocía? ¿Puede uno tener un amigo que no conoce? Por supuesto, mi
hija ama a Liliana Bodoc, por ejemplo, y no la conoce. Por mi parte amo a
Soriano y nunca lo vi más que en fotos. Uno puede conocer y apreciar a otra
persona por el simple hecho de haberle leído.
Un
libro es muchas cosas a la vez. Son máquinas que nos permiten dialogar con
mentes que vivieron hace tiempo. Luego, son espejos del alma del escritor; y por
último, cuando un libro es elegido por el lector, símbolos, a su vez, de la
suya.
Cuando
veo a alguien en la calle o en un bar con un libro en la mano, siempre espío,
necesito ver qué lee. El o la escritora/escritor que aprecie, me dirá mucho de ella.
Tenía
un amigo en Reconquista y solo habíamos cambiado algunos mails, en mi
imaginación lo había creído un hombre mayor, dado a la exquisitez del buen
trato. Sus mensajes eran amables, atentos casi hasta la lisonja. Pero no. Lo
que transmite mi amigo siempre que habla es aprecio y valoración por el otro.
Conocí
a Carlos Beneventano a poco de comenzar mi juego en su predio del Ferrocarril,
unas charlas y observaciones solares, con motivo de la 3° Feria de Literatura Infanto
juvenil, como antes dije. Se presentó con una sonrisa franca, soy Carlos, dijo,
y estreché su mano. ¡Qué joven es! Un pibe. Ha de tener unos treinta y ahí
nomás. El día que esto escribí cumpliá años de casado. Junto a su Amor
disfrutan de una nena.
Carlos
es coordinador del Observatorio, ha estudiado Historia y cuando le dije que me
asombraba su infinita amabilidad, me dijo: Soy criado en el campo… qué valor
tienen esas palabras. Qué distinto es ser educado en el campo a haberse
apoderado del campo, vaya, si es la historia misma de nuestro pobre país, mandado
por los usurpadores de la tierra y no por los Hombres de la tierra.
Conocerle
fue un placer, pero lo hice minutos antes de que una jauría de niños y niñas se
echaran sobre mí, con sus fauces intelectuales bien abiertas, en pos de un mil
presas-respuestas sobre lo que quién diablos sabe que pasa, gira o cae allá
arriba, en el infinito cielo que a todos nos rodea, nubes incluidas.
La
primera charla debe de haber tenido unas sesenta cabecitas enfrente y me deparó
más de muchas sorpresas: un estruendo y el hacer inesperado de la ubicua gravedad;
la llegada de parte de un quinto año que no pudo viajar su viaje de estudios (y
cuánto me hubiera gustado tratar de que esa injusticia -que permiten muchos
colegios, la de los viajes de estudio en que no viaja el grupo entero- se
hubiera justificado de algún modo al poder mirar el sol); un maestro que,
motivado por un trabajo sugerido, sacó ipso facto un pendrive y se copió un
power para desarrollarlo con sus chicos; y un niño de segundo grado qué, indagado
acerca de no sé qué tópico sobre las estrellas y las nubes moleculares, me
zampó: ¡Por la densidad!
Paaaaajarito.
Densidad. ¿Cuántos niños pueden decir esa palabra con manejo o criterio de su
significado? ¿Cuántos adultos pueden decir densidad? y, si los apurás, si les
decís a boca de jarro: ¿qué es la
densidad?, ¿te contestan?
A ver, por jugar, ¿qué es la
densidad?
Carlos
había leído acerca de las actividades subidas al blog sagitarioblues, y luego
de pispiarlo le pasó a Erica los links. Erica es la Secretaria de Cultura de
Reconquista. Nos habíamos conocido durante un curso para difusores de la
ciencia, en Rosario, el pasado año. Ambos se entusiasmaron con el trabajo allí
expuesto y me llevaron a su lado, a que disfrutara tanto de su gente, de sus
libros y sus alumnos, y de su invitada de oro: Liliana Bodoc.
Liliana
Bodoc es escritora argentina, un artífice como pocas, con múltiples trabajos
publicados, leídos y trabajados en los colegios: cuentos, novelas, sagas. En
ellos habla de los orígenes, de las leyendas del pasado y de la fantasía, como
toda buena malabar de las palabras. Almorzamos juntos el jueves, con otros
invitados o participantes del evento. De modo que a su alrededor siempre hubo
quienes requerían de su atención. No sé si ella estaba cansada; la jauría
intelectual me había dejado las cuerdas vocales a la miseria; de todos modos,
le dije,
Te hago tres
preguntas cortas, así te dejo comer
–aunque en realidad después se la apropió otro ávido-.
Dale, me dijo.
Hace cuánto
escribís, y ella
Quince años.
Hace cuánto lees, y ella,
… años.
Cuando escribís, ¿lo
hacés consiente del lector, escribís solo lo que sentís, o a veces dicta el
personaje?
Asintió
con repetidos vaivenes de cabeza, los labios apretados,
Lo último, lo último, alzando un instante las cejas.
Luego
nombramos unos libros de Calvino, Las
ciudades invisibles –que siempre tengo a mano- y El Castillo de los destinos cruzados –que no leí y ella me
recomendó vivamente.
Liliana
me causó la mejor impresión. Una mujer bella e inteligente, que escribe y
comparte su amor por la escritura. Dos de los comensales habían relatado y
puesto música a uno de sus relatos conspicuos.
Por
la tarde nos tocó otra charla con alumnos de 6to y 7mo grado; un toco de pibes,
por suerte. La ofrecimos con sustento de unas pocas imágenes.
Mis
charlas tienen pocas imágenes, para eso está la tele, con sus documentales y
sus informes. Lo mío es otra cosa; por no poder ser aquello, o por elección
propia. Cada uno pensará como mejor le plazca. La cosa es que reniego un poco
de los trabajos presentados por Discovery, por ejemplo, donde el mundo siempre
acaba estallando, transmitiendo ciertas angustias, por lo que me cuentan los
niños –por supuesto, no miro tv.
Cuando
había rumbeado la charla con los chicos de 12 y 13 años hacia el tema de las
atmósferas planetarias, tema tan apasionante como cualquier otro –porque no
existe un tema aburrido o soso, lo que existen son interlocutores sosos-,
cayeron al salón unos veinte gurrumines de segundo grado.
¡Cagamos
los radicales! hubiera exclamado mi padre (y nunca supe por qué decía eso).
¿Cómo
hacés, si estás dando una charla en lenguaje* de 6to y 7mo grado, para incluir
en la cháchara a los veinte pibes? Bueno, es un tema. Como dijo Liliana, un
escritor deja que los personajes cuenten su cuento o que dicten su novela; muchas
veces logro hacer lo mismo, dejar que los mismos chicos cuenten la charla, que actúen
los ejemplos, que dramaticen la historia de los grandes genios, en especial la
de ese canalla de Newton, je, je.
Contar
la ciencia sin hablar de los hombres y mujeres que la hicieron es una alternativa
políticamente correcta: las leyes de Kepler, los principios newtonianos, las
curvaturas espaciotemporales, toda esa chorrada. Eso es basura. Hay que contar
qué pensaban esos próceres. Qué creía Kepler, qué Galileo, qué los demás.
Qué
creían, dije, que no es lo mismo que qué hicieron. Planck ha pasado a la
historia como el padre de la física cuántica, y no creía en los átomos.
Newton,
por ejemplo, y para explicar por qué reniego de su persona, mandó matar gente mientras
fue titular de la casa de la moneda y eso es terrible. A los ojos de la
historia su mayor pecado fue negar y borrar la grandeza de Hooke (borrar,
literalmente, destruyó toda prueba de su hacer, hasta quemó su cuadro cuando
fue prefecto de la Real Suciety de Londres.
Hooke
fue un genio libre en un cuerpo atormentado; Newton fue una personalidad
atormentada y vengativa que llevaba una joroba inmensa por dentro, y le corroía.
Hooke, sabido es, la llevaba por fuera pero en nada opacó su alma. De allí, de
su aspecto tosco y torcido, de su joroba proviene esa burla macabra que hizo
Issac, el lord: “Si he visto tan lejos, dijo, pérfido, es porque me he parado sobre los
hombros de gigantes…” y la historia burda que cuentan los libros
simples dice que aludía a Galileo y los demás. No, señora, señor, alumno
cándido que cree en sus materiales de texto fotocopiados a un peso, no. Newton
hablaba del jorobado Hooke, verdadero creador del concepto de gravedad como una
fuerza entre masas que actúa en función inversa al cuadrado de la distancia que
las separa. Hooke inventó una ponchada de cosas, por cierto, este era su fuerte
dicen, omitiendo que para inventar hay que tener ya la idea preconcebida. Robert
Hooke escribió a Newton, veinte años antes de su fórmula famosa, le dijo:
Che Newton, por qué no te fijás, los planetas orbitan en elipses porque responden a una fuerza que los atrae hacia el sol y la magnitud de esa fuerza es a la distancia como la unidad a su cuadrado inverso. (o algo así)
Si, amigos, amigas, de este modo afable digo que escribió Hooke y tal vez no sea textual, pero ¿qué hizo Issac? Nada. Callar. El maldito, como Galileo, que jamás valoró a Kepler, quien le admiraba sincero, era un soberbio. De modo que varios meses después de esta misiva deslumbrante, Halley fue a por él y le dijo,
¿Che, Newton, te fijaste si Robertito tiene razón al respecto de las órbitas planetarias?
A lo que Newton dijo, Mah no, si yo hace tiempo lo sé, la gravedad es una fuerza que atrae en función bla, bla, bla, lo que ahora sabemos.
Halley dijo, A la pelotita, ¿y cómo no avisaste? Y Newton, por acá tengo las cuentas… déjame ver, y se puso a hurgar su sucia morada sin hallar nada. Veinte años después Newton, que entonces sí prestó atención a la sugerencia de Hooke, presentó sus Principia revolucionando el mundo… francés**.
Che Newton, por qué no te fijás, los planetas orbitan en elipses porque responden a una fuerza que los atrae hacia el sol y la magnitud de esa fuerza es a la distancia como la unidad a su cuadrado inverso. (o algo así)
Si, amigos, amigas, de este modo afable digo que escribió Hooke y tal vez no sea textual, pero ¿qué hizo Issac? Nada. Callar. El maldito, como Galileo, que jamás valoró a Kepler, quien le admiraba sincero, era un soberbio. De modo que varios meses después de esta misiva deslumbrante, Halley fue a por él y le dijo,
¿Che, Newton, te fijaste si Robertito tiene razón al respecto de las órbitas planetarias?
A lo que Newton dijo, Mah no, si yo hace tiempo lo sé, la gravedad es una fuerza que atrae en función bla, bla, bla, lo que ahora sabemos.
Halley dijo, A la pelotita, ¿y cómo no avisaste? Y Newton, por acá tengo las cuentas… déjame ver, y se puso a hurgar su sucia morada sin hallar nada. Veinte años después Newton, que entonces sí prestó atención a la sugerencia de Hooke, presentó sus Principia revolucionando el mundo… francés**.
Cuando
la charla de la tarde debió terminar –había otra después; me sorprende
comprobar que hay algo más allá de la astronomía- los chicos y chicas pudieron
ver el Sol por medio de Tuboro, el telescopio Coronado Solarmax.
Había
nubes, como antes dije o las mencioné al sesgo, que insistentes nos ocultaban
al astro. Pero algo vieron.
Esas
mismas o muy parecidas nubes fueron bases idóneas para hablar de las atmósferas
durante la charla, y es que su presencia nos trastocó de algún modo. Antes, Durante
el almuerzo, alguien dijo, Las nubes no
pesan. Galarza, silencio. Pero me dieron lugar. Entonces sí, dije,
Si las nubes no
pesan… ¿Por qué están ligadas a la Tierra, sin embargo?
Todo
lo que forma el planeta –todo lo que forma el Universo visible- interactúa
gravitatoriamente. Es decir, si hay hidrosfera es por la gravedad; si hay
atmósfera es por la gravedad; por la masividad de cada molécula o átomo
miserable que forma parte de todo lo que hay, hasta el viento y cada linda nube
blanca, gris o negra -en especial las negras (están más cargadas de agua, son
más masivas). Y esta masividad (¿densidad?) interactúa con el resto por medio
de ese algo incomprensible que llamamos, sin empacho y hasta con
cierta pompa o respeto absurdo, la fuerza de gravedad. Una chorrada.
Creo que cuando topamos con una ley es porque topamos con un límite
comprensivo. Si todo se comprendiera, no habría leyes. Las leyes expresadas en
los libros de física señalan no el saber de los hombres, sino su ignorar.
Dije,
durante el almuerzo, que las nubes pesan y hubo quién se sorprendió de ello, de
modo que pronto calculamos entre todos el peso aproximado de una nube
imaginaria, sin duda, es una nube… je,
je (Vox Dei).
El
resultado del cálculo del peso de una nube que cubra Reconquista, por ejemplo, parece
asombroso. ¿Cómo es que no caen, entonces, si tanto pesan? preguntáronse todos,
los tenedores suspensos, las carnes enfriándose, las botellas y vasos quietos
en su nivel aleatorio. Las nubes caen, dije, pero son al mismo tiempo alzadas
por el aire caliente que asciende: la atmósfera es un como un mar, con sus
corrientes, la convección, etc. etc. Parece mentira las pavadas que puede
alguien decir durante un almuerzo con Liliana Bodoc.
Cuando
la charla terminó, repito, fuimos afuera, a observar y allí pude mostrar a la
escritora el sol. Como es muy inteligente apenas metió el ojo en el ocular le
vió, exclamó enseguid, y agradeció la vista. Nos sacamos una foto, mi hija
Sabri muere de envidia. Sabrina es profe de literatura y ama los libros de
Bodoc. Ya le pedí algunos, solo he leído la Tierra de los Venados. A mi padre
le había encantado esa historia.
Afuera
miramos el sol y los alumnos de la escuela Pocho Leprati jugaron con los
rompecabezas de El cielo a tus pies, ese otro recurso del ATDL mayor, es decir,
yo.
A
propósito, un ATDL es un profesional de la palabra que transmite algo sobre el
cielo (solo unos pocos elegidos conocen el significado de tales siglas). Muchos
quieren acceder a tal título y sus saberes implicados: un tal Rodolso, un tal
Andrés Candal, y ahora un tal Carlos Beneventano, quien seguro sabe, porque es
historiador, que el primer astrónomo americano fue un casi tocayo suyo:
Buenaventura Suárez, jesuita. De modo que muy pronto Santa fe contará con dos
ATDL. Qué bueno, bienvenido al ruedo, Carlos.
Segunda parte:
De
la charla dada por la tarde me quedo con varios puntos: el chico de segundo que
se corrió todo para demostrar la energía que transmite el color azul; el chico
que respondió que en el negro de las nebulosas no había energía (radiante,
visible); y la respuesta rápida de un chico de séptimo, cuando dije, Me encanta esta
ciudad: Hay muchas casas en alquiler…
Capo absoluto. Gracias.
Por
la noche nos juntamos en el observatorio. El observatorio es magnífico, un lujo
para cualquier persona. Salón de trabajo, oficina, baños de primera al cubo,
cúpula perfecta, no le entra una gota de H2O. Reconquista tiene esa proeza
porque ha creído en su gente y en la ciencia, y porque tiene una administración
provincial socialista que valora estos esfuerzos. El edificio es hijo de dineros
públicos locales; la cúpula fue diseñada, construida y donada por un tío que
ahora trabaja en la fabricación de una de esas esferas que vuelan, ignoro cómo
se llaman. Los equipos fueron pagados por la SECTeI y, en parte, por el
Municipio, asimismo. Hay allí una EQ6 con un tremendo mastodonte encima, un SW
newtoniano de 250 morlacos de apertura; hay dos Dobsons de bocas similares y un
SW pequeño, un refra de 80mm sobre una montura acimutal. La verdad, me quedé
encantado.
En
la terraza del observatorio recibimos a los jóvenes y niños que vinieron en pos
del jaleo. Ya se sabe, jaleo astronómico, meterle ojo a los tachos, pispiar el
cielo, meterle candela, es decir x a los oculares. Observamos Saturno con unos
BST que me sorprendieron. Siempre me proveo con el Roger, el alma de todo mi
storage, Óptica Elena me ha provisto todos los equipos y cámaras de Proyecto
sagitario, esta cosa que hago de llevar teles encima para abordar gente y obligarla
a mirar el cielo. Como el Roger es distribuidor de Cosentino, donde
un dólar vale más que tu destino, mucho de mi material es Meade. De modo
que Meade HD de 60° son mis oculares. Unos vidrios de la pucha madre, por supuesto,
la luz pasa a su través como viento suave que acaricia el prado y da en tus
ojos como si fuera el aleteo de una mariposa tecnicolor. Pero esos BST no son inferiores,
che, y valen un tercio.
Entre
los muchos chicos destacaron dos en mi memoria. Mateo y Florencia. Mateo ha de
tener unos 13 o 14 vueltas; Florencia es menor. Lo diré así: la calidad de sus
preguntas, la intensidad de sus miradas, la concentración al escuchar las torpes
explicaciones, las repreguntas… son dos valores que no hay que perder, amigos. Esos
niños debieran de ser invitados a formar parte de un grupo de aprendizaje y
enseñanza entre los gurises, esos niños… son oro puro. Miren, lo diré así, me
gustó el viaje, me agradó la gente, la ciudad entera, amable por demás conmigo,
me sentí valoradísimo y agradeceré por siempre el aporte por mi colaboración o
enchastre; pero lo que más me gustó, lo que pagó las catorce horas de viaje,
fue conocer a Mateo y a Florencia. Si hablan con sus familiares, díganles: el
gordo dice que sus chico y chica son geniales, que no los descuiden nunca, que no
dejen de poner a su alcance todas las herramientas para que puedan seguir
superándose y realizándose, si así lo desearan, en su intelectualidades, no exentas
de bellísimas personalidades, porque ambos fueron tan educados y cálidos
conmigo.
Cuando
los chicos se fueron nos juntamos los grandes, el grupo amigos de la astronomía.
En breve completo esta nota con lo que vivimos y comimos esa noche, hasta que “vimos
naves ardiendo más allá de Orión…”
Continuará.
*Sobre
el lenguaje expositivo: estoy convencido de que una puesta debe estar siempre
regida por el nivel de conocimientos y expectativas del oyente y no del
expositor, aunque este debe hablar todos esos niveles posibles.
Uno
debe acechar en la charla como el Lobo en el cuento Caperucita Roja. Los
caperuzos serían los oyentes, desprevenidos, caminando por su sendero indicado
por la mamá status quo. Nosotros debemos erigirnos como lo inesperado; como lo
peligroso pero a la vez deseado. Agazapados dentro de nuestra imagen de
expositores, apenas estos niños y niñas trémulas entren al bosque de las
imágenes y las preguntas, debemos seducirlos y seducirlas para desviarles de su
recorrido impuesto. Hay que capturar su atención con ejemplos o preguntas que
le sean válidas y luego llevarles de la mano de la palabra por ese otro camino,
el llamado largo, ese que tú quieres, el del pensamiento científico, el de la
infinita curiosidad, el de las justificaciones minuciosas, el de la no validez
del discurso impuesto por el cole, donde algunos docentes solo afirman sobre
los contenidos y nunca prueban sus razones o saberes. A los alumnos les digo:
no crean a sus docentes, exijan pruebas de las verdades que ellos intentan
transmitirles. Si alguien me dice: Viste,
en Marte hay agua, y pone cara de haber dicho, Marte rebosa de vida, ¿por qué he de creerle? ¿Del agua nace la
vida? ¿Acaso la vida en la Tierra nació en el agua? Por lo que he leído, no.
Entonces, ¿por qué viene la NASA a molestar con sus constantes anuncios de que
va a hacer anuncios muy importantes. Si encuentran vida, muéstrenla; si han hallado
la prueba de que la vida nació del agua, pruébenlo. Entonces me entusiasmaré
con esas nuevas que anuncian nuevas. Por lo pronto, para mí la NASA es como TN:
bla, bla, bla pero nada tangible. La realidad me muestra otra cosa.
De
un tema me fui a otro, será que quería
hablar de esto. Del modo en que el conocimiento se usa como arma de dominio. El
mundo se debate en una encrucijada, la humanidad corre no hacia el abismo, sino
por una one way, y esto es mucho peor. Los caminos únicos nunca son
alternativas para nadie. La vida bien lo sabe; la pluralidad es la garantía. El
abismo, al menos, nos dejaría la esperanza de, en la caída, quizá aprender a
volar, como le pasó a Juan Salvador Gaviota.
**La
teoría Newtoniana fue aceptada en seguida en Francia y popularizada por
Laplace, quién la tradujo a una verba comprensible. Los Principia estaban
escritos de un modo enrevesado y, de hecho, cuando Leibniz creó y mostró su
cálculo, la matemática gala picó en punta. Newton había complicado tanto las
cosas que, en Inglaterra, el cálculo no se usaba con fluidez. Tardaron años
esos piratas en aprender a usar lo que su genio mayor dice que les legó.
“Yo he visto
naves ardiendo más allá de Orión…”
La
frase es de la película Blade Runner, claro. El androide Batty dice esta
grandeza inabarcable poco antes de… Llueve, la escena es desoladora, los héroes
hablan bajo el torrente y sus rostros trazan los hilos del agua. Toda la
tragedia humana se resume en las pocas letras que el guión manda pronunciar. Quien
piense que Rutger Hauer no está a la altura de Tarantino es porque no ha visto
este filme exquisito basado en la novela homónima de Phillip Dick. Pero, a no
confundirse, el discurso mencionado ¡fue adaptado por el mismo Hauer y no
figura en la novela!
Yo
he visto naves ardiendo más allá de Orión… es frase perfecta. La otra, tan citada: Al
infinito y más allá es un absurdo (más allá de Cantor). El infinito lo
es todo, es nuestro torpe concepto ante la imposibilidad de abarcar el cosmos.
El infinito como significado es una claudicación. En cambio, más
allá de Orión… ¿Qué habrá tan lejos? ¿Ha viajado tanto este personaje?
Y ha sufrido, sin duda, en esa lejanía. Puedo ver en sus ojos –cada vez que
repito el filme- el cansancio propio no de un hombre (un androide, tanto da)
sino el de una estirpe, la de seres que se han creado a sí mismos al inventar
la palabra, y con ella el tiempo, y con él la muerte.
Time to talk.
Los
chicos se fueron y los grandes también. Sobre la terraza del observatorio de
Reconquista quedamos los adultos apasionados por las estrellas. Carlos sugiere
cenar acá, sobre los bancos de madera que jalonan el perímetro. La noche,
cálida, apenas húmeda. Las luces del parque son hongos inflamados entre los
árboles, el predio entero es una pausa en el ritmo de la sociedad, que no del
hombre, quienes hemos vivido en estos entornos por cientos de miles de años. En
breve llega una moto, su carga la intuyo más valiosa que un envío de OPT. Se
acercan más muchachos y se presentan, Matías, Rodrigo, Marcelo, Lautaro, Fabián
y el ya mencionado Carlos; más Ariel. Ariel es Esteki, famoso en el foro por
sus astrofotos.
Esteki
es un flaco al que la vida parece haber escogido entre unos cuántos miles, y
haberlo levantado del polvo del cual todos venimos y, después de lavarlo y
vestirlo con esmero para la ocasión, haberle sugerido al oído: Muchacho,
escucha esto que te diré y luego obra según tu juicio: te daré todo lo que
puedas pedir, estudio, trabajo, casa, esposa, observatorio incluso y sin riesgo
de perder a aquella. Hasta un hermoso Aveo, te daré, el cual mostrará sus
límites y querrás fletar como a un espejo descolimado. A cambio de estos dones
solo te pediré una cosa y es esta: que seas amable y cauto al hablar, que
sonrías siempre, y nada más. Soltóle la vida luego sobre su senda de oro y don
Esteki, por lo que ví, cumple.
Lautaro
es un capo y pinta para jefe. El muchacho ha de ser el menos curtido por los
lindos años que los demás ya pateamos, es decir, del grupo de amigos de la
astronomía es el más joven. Y, acaso por esto, o por su natural condición, es
amable y trabajador. Mientras daba la charla de la tarde, el muy tunante se
encargó del Coronado Solarmax, lo estuvo comandando más de dos horas para que
toda la pibada pudiera pispiar un poco ese mismo sol que tan pocos ciclos le ha
hecho girar. Gracias, Lautaro.
Rodrigo
Bustamante es serio y aplicado. Acaso también lo tenga todo (todo no, también
él perdió a su padre) pero tal vez sienta que nadie se lo hubiera prometido. En
el grupo, se encarga de las observaciones de los sábados, domingos y feriados opera
los equipos en pos de las escurridizas luces de su noche, tan particular allí.
Es hombre imprescindible en el grupo, sin dudas.
Marcelo
me cayó de diez apenas lo vi. Estuvo a nuestro alrededor un buen rato, siempre
sonriendo y cauto al hablar. No vi qué libro lleva debajo del brazo pero capaz
que me gusta.
A
Fabián lo vi poco. Llegó temprano -creo que estuvo antes, también- pero lo
tenía lejos en la mesa -del otro lado de las empanadas- y charlamos apenas. Se
despidió el primero en pos de su día de trabajo por venir y me dio un cálido y
fuerte apretón de manos. Ya nos conoceremos más si dios quiere.
Matías
es extrovertido y feliz; le gusta la charla y el intercambio de lances, lo cual
le da carisma. A una salpicada te contesta con una rápida estocada. Construye o
colecciona avioncitos de juguete de medio millón (aeromodelismo), de modo que
bastante nos parecemos. Una cosa me extraña sobremanera y es que no le guste la
música de los Redondos. Ella es tan linda es el título de
mis notas sobre el cielo y tributo a esa canción que acaso plagió el grupo a
Julio Iglesias. Parece ser que el hombre de barba candado posee un campito al
que los muchachos huyen cada vez que pueden, a pasar frío con tal de refugiarse
entre las estrellas.
Amigos
de la Astronomía ha planeado una seguidilla de filmes para entusiasmar gentes
con la temática propia. Consultado sobre tres títulos, dije, Gravity.
Vi la
peli de Quarón con expectativa y solo un pasaje me pareció fuera de lugar, el
resto lo creo excelente. Ya Alfonso me había sorprendido al punto que miré unas
diez veces un plano secuencia de Los Niños Del Hombre, donde actúa
ese inglés que le gusta a mi jermu -no recuerdo ahora su apellido, recuerdo que
hizo de asesino a sueldo en la primer Burne (el que muere en el sembrado).
Con
respecto a la escena, me refiero al plano secuencia de la moto y el auto. Si no
viste el film has de mirarlo esta noche; te dejará pensando cómo diablos hizo
para filmar todo eso en una sola toma.
Amo el cine tan solo un millón de veces
menos que la astronomía pero, como tanto amo a nuestra Ciencia, es mucho lo que
amo también al séptimo arte, creado –dice Borges- hace 2.500 años por Platón,
en su alegoría de la Caverna.
Gravity me ha hecho sentir la poderosa fuerza que
nos maneja. Aunque la peli pifie en más de una cuestión: la ausencia oportuna
de sonido en el espacio y la increíble lluvia de tornillos, chapitas y brazos
paralelográmicos me ha hecho despegar de la silla más de una vez. Por suerte volví
a caer sobre ella, uff.
De todos modos, no todos estuvieron de acuerdo. Matías
terció por Interstellar. De esta peli se han dicho muchas cosas: que su asesor
científico, que su estrella masculina, que su partenaire, que su agujero negro…
A mí me sonó falso el acento del multipremiado True Detective, devenido a
Mesías de la Humanidad Reloed. No creo que un astronauta vaya a arrastrar silabas
como si insultara a la misma madre de Pancho Villa, poco después de robarse Texas,
I´m sorry.
Sin deshilachar el guión de este filme presentado como al ápice de
lo astronómico, diré que el intríngulis exoplanetario del Doctor Malo daba para
una peli sola, y que todos rápido se dieron cuenta pues de un plumazo filmaron The
Martian… ¡con el mismo Doctor malo! quien, ahora -apuesto triple contra
sencillo- hará de Doctor Bueno. Amigos, si hay algo en lo que jamás se
equivocarán es acerca de la estolidez de los guionistas de Hollywood.
En fin,
más allá de esta novelita del corazón interpretada por astronautas y hoyuelos
de gusano, hay otras muchas pelis interesantes para echar a la lista: Alerta
solar (Sunshine) es muy entretenida
y posee sendos homenajes a dos glorias de la aventura como fueron 2001, a Space Odyssey y Apocalipsis Now.
La otra por la que voto es Europa Report,
digna peli donde un team viaja al mencionado satélite en busca esperanzada de
algún extremófilo, al menos. Este filme de desconocidos héroes tiene una escena
que le justifica, donde uno de los principios del señor Newton nos dejará por
un segundo sin aliento… bah, a uno de los viajeros.
Charlamos
sobre otros temas esa noche, claro, solo
cuento algo de lo mucho. Las empanadas fueron cocinadas por un ángel, no hubo
modo de no acabárnoslas. Un tema en especial fue la contaminación lumínica. El
observatorio está emplazado en el parque que fuera del ferrocarril. Y este año
acaban de inaugurar nuevas luminarias.
¿Creería usted que se fijaron en el
aspecto y que eligieron la apropiadas…?
El observador astronómico es un lobo
solitario que no halla comprensión, siquiera en su cubil. Antes al contrario,
como arriba dije, si nos patinamos unos cuantos miles de dólares en un ocular,
viene la patrona y pone el grito allá, junto a Eta Carina. Si queremos construir
un muy paqueto observatorio en medio del patiecito para no pasar frío ni forzar
la espalda armando y desarmando todo el tiempo los telescopio, ¡no!, somos unos
locos con la cabeza en las nubes y los pies en órbita; si por el contrario,
logramos un edificio propio, dedicado al tema, y en un año nos lo construyen y
lo donan, chau, ten por seguro que al siguiente, por seguridad no sé de quién,
luces, centenares de luces tendrá el predio. Guardo la esperanza de que esos
hongos sean erradicados y que el predio, coronado por una cúpula inexpugnable,
que guarda a Gengis Kahn, el gran conquistador, un SW newton de 250 morlacos de
apertura, sobre una imponente EQ6, tenga el cielo que en él verdad seduce, Reconquista.
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