Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Hamal, Pispiar el cielo.

Hamal, Pispiar el cielo.
K1IIIb
Alfa ari.
B 3,17 V 2,01

Hamal es una gigante naranja, con 4500 grados Kelvin en fotosfera. Su magnitud aparente es 2.2. 
Es una estrella cercana a Tierra, y se ha descubierto un planeta extrasolar orbitándole.
Su luz equivale a 90 soles y su diámetro es el de 14 bichos como el propio. 
En fin, es una estrella adorable desde el patio de casa.


https://es.wikipedia.org/wiki/Hamal
https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Gigantes_naranjas

jueves, 22 de diciembre de 2016

Las piernas de las piezas de ajedrez.

Señora directora…

Señora Directora...

¿Sí?

¿Me atiende un momento?

Sí, pase.

Mire, no me gusta venir a molestar…

No es molestia, dígame.

Resulta que a los chicos les han tomado pruebas…

Si, así fue.

Y mi hijo no anduvo bien en matemáticas…

A ver… -la directora busca informes sobre los alumnos, al ratito dice, Sí, acá está… no le fue mal, tampoco. Sacó un ocho.

No, mal, no, pero… digo yo, hay preguntas en este examen que son de otra área, que no tienen nada que ver con matemáticas.

Muéstreme.

Y… ésta, es de ajedrez, supuestamente.

Sí, ajedrez es parte de la currícula de matemáticas, hace años, ya.

Bueno, sí, pero esta pregunta, señora.

A ver, ¿cuál?

Mire.

Lee la directora en voz alta:
¿De las piezas que corren o caminan por el tablero, cuál tiene las piernas más largas, el alfil o la torre? Justifica tu respuesta. Sí, qué pregunta, ¿no?

Señora… ¿Quién entiende esto?

Bueno, es que el ajedrez se ha hecho para pensar… y no de un modo tradicional. ¿Usted juega?

¿Que si juego ajedrez…? Sí, juego, pero ¿qué tiene que ver?

Bueno, señor, veamos un poco… ¿qué habrá querido decir el docente con esto?

Eso le vengo a preguntar, señora, precisamente, que he dejado de trabajar para venir a verla, ¿qué quiso decir ese maestro con esto?

Lo entiendo, lamento, ¿tiene cinco minutos?

Sí, claro.

Bien, pensemos, ¿qué quiere decir caminar o correr, para las piezas de ajedrez?

¡Moverse!

Bien, y acá la pregunta, al caminar o correr, es decir, al moverse por el tablero, ¿cuál de las dos piezas tiene las piernas más largas?

Señora, me parece que usted no me entiende.

¿Por qué dice eso?

Porque vengo a hacerle una queja ¡y usted me toma examen!

Perdone, señor, no fue mi intensión, es que solo que me interesa encontrar la respuesta primero, y ver de ese modo si tiene o no que ver con las matemáticas. Fíjese, la torre mueve por las columnas y las horizontales… mire, justo ahí tengo un juego completo. ¿Me lo alcanza? Gracias, a ver, corro estos papeles… ya está, el tablero y las dos piezas, una torre deme…

¿De qué color?

Es lo mismo. Deme una blanca.


Tome

Y ahora un alfil… negro.

Acá.

Bien, dice la directora, y mueve la torre de una punta a otra del tablero mientras frunce el ceño. El papá toma el alfil, lo mira serio, lo deja en g2. La directora dice para sí
¿Cuál tiene las piernas más largas…?

Mire señora, yo vine para que usted tome cartas en el asunto, pero no poniéndose a jugar ajedrez.

Aja, ¿qué espera usted de mí?

Y, que saquen esa pregunta, que sumen ese punto de menos a mi hijo.

Ah, claro, sí, bueno, pero si la pregunta se puede responder… veamos…

Cómo la va a responder mi hijo si usted hace una hora que está pensando y no la sabe.
Bueno, una hora, unos minutos… Moverse, caminar… Caminar es cambiar de lugar, es andar…
Además ese maestro siempre habla de temas ajenos a la materia…

Cambiar de espacio, de una casilla a otra…

¡El otro día me enteré que estuvieron hablando de las elecciones en EEUU y de Donal Trump!

Sí, yo también hablé de eso a los chicos antes de la entrada… Para que piensen en el mundo en que vivimos.

Señora, los chicos vienen a aprender las materias, no a pensar.

Sí, mucha gente piensa así. No lo culpo, pero…

Y si por hablar de cualquier cosa le van a bajar la nota…

Señor, caminar, dar pasos, moverse de una casilla a otra… piernas largas…

No siga ya con eso, me va a hacer estallar, usted.

Tómelo con calma, mire, es un problema de pensamiento lateral…

Lateral, lo único que faltaba.

Si la torre mueve es porque da pasos, camina sobre las casillas –dice la directora mientras traslada la torre de b1 a b4- y entonces… da 3 pasos, uno, dos, tres…

¡Ay, dios mío! Me dijo mi mujer, A qué vas, querido, déjalo…

Mientras que si el alfil camina 3 pasos… …-mueve el alfil de g2 a d5.


Y yo le dije, No querida, Esto no va a quedar así, Cómo le van a bajar la nota por esta pregunta que no tiene sentido.

Recta… diagonal… dice la directora y de golpe sonríe muy, muy amplio, y dice,
Señor, ya lo resolví. Es muy fácil, y es de matemáticas… de geometría, en realidad. Llévese la prueba y piense de nuevo esta noche con su hijo al lado, aliéntelo a resolverlo, es muy fácil y en séptimo grado ya tiene conocimiento suficiente para resolverlo, lo que pasa es que por ahí no se esfuerza lo necesario.

El papá está rojo. La directora insiste,

Vamos, hágalo como un favor para mí, póngase un ratito y piense que cuando las piezas se mueven caminan y piense entonces en esos pasos que deben dar… en su longitud ¡y todo estará resuelto!

Fin
Sergio Galarza

Docente.

Mesarthim, Aries. Pispiar el cielo.

Pispiar el cielo: Mesarthim, gamma arietis.
mag 4.6 (B9V-A1)

Mesarthim es la tercer estrella del patín que reconocemos como Aries. Es una estrella doble, llamados sus componentes gamma arietis 1 y gamma arietis 2.  
Leyendo sobre ellas pispié que gamma ari2 es una estrella peculiar... 
Esta estrella brilla como 50 soles y en su atmósfera hay trazas de silicio creado por la acción de potentes campos magnéticos en rotación. 
Las estrellas Ap y Bp (las gamma ari son estrellas clase B9 y A1) poseen en atmósfera otros elementos raros como el Europio y Estroncio. 
No sé nada de esto por lo cual un simple dibujo me llevará a estudiar sobre el tema.

Del Diccionario de Astronomía de la doctora Isabel Ferro Ramos:
Estrella peculiar: Estrella que se diferencia de las demás por alguna particularidad en su espectro o por alguna propiedad. En general se trata de estrellas con insuficiencia de Helio. En sus espectros se observa reforzamiento de las líneas de silicio Si II  fósforo P I  kriptón Kr galio Ga. Entra las tipo Ap existen tres grupos: 1) líneas de Estroncio, Cromo y Europio; 2) estrellas de silicio; 3) estrellas de Manganeso. Las estrellas peculiares poseen fuertes campos magnéticos, constituyen el 5% de las estrellas.



Pispiar el cielo: Menkar

Dibujo astronómico

Menkar

Anoche observé estrellas atractivas e intenté dibujar lo pispiado a través del ocular. Les dejo mi primer dibujo astronómico editado. Se trata de la bella estrella Menkar Alfa cetus. Destaca la misma por su color naranja y, principalmente, por el par visual que forma con 93 cetus, una azul preciosa.

La noche fue buena si tenemos en cuenta que observé desde el centro de una población de unas 50.000 personas.

Si me lees desde otro país, pispiar tal vez signifique mirar, espiar, o echar una rápida mirada. Supongo que esta palabra proviene de la verba popular, lo que aquí llamamos lunfardo. Lo que sí les aseguro es que pispiar no es mirar, mira el que al hacerlo es visto, mira el que indaga, el que analiza, pispiar es una acepción algo más relajada de aquella.





miércoles, 21 de diciembre de 2016

Soles ardiendo más allá del solsticio.


Soles ardiendo más allá del solsticio:
Solsticio de Verano

Hoy miércoles 21 de diciembre el sol alcanzará su punto más alto sobre el horizonte de cada observador  sito al sur del Trópico de Capricornio. 

Con este evento damos Inicio a la estación Vernal o Verano*. 

*Es curioso el carácter opositivo de nuestro idioma, la palabra Invierno quiere decir: no verano.

La visión de un sol alto solo nos toca a nosotros, habitantes del hemisferio sur. Si vives en el ecuador, por el contrario, el sol alcanzará hoy el punto máximo de declinación sur.

Vista desde el espacio nuestra casa madre inclina su cara sur hacia el sol. 

En la imagen que sigue puedes ver el casquete polar Antártico iluminado por completo. Si tienes la suerte de vivir en Base Marambio sabes bien que esta noche no habrá tal, es decir, el sol será visible las 24 horas.



El fenómeno solsticial es destacable porque acota el vaivén aparente de nuestro astro. 

En invierno vemos al sol bajo, en primavera y otoño este transita cotas medias, en verano alcanza su máxima altura... por supuesto no es él el que se mueve arriba y abajo conforme avanza el año.

La causa de esta variación en la altura aparente del sol sobre el horizonte (llamada declinación) radica en el ángulo que forma el eje de giro terrestre con respecto al plano orbital: este ángulo no es recto, es decir, el eje no está perpendicular con respecto al plano de órbita en torno al sol.

Nuestro eje de giro está inclinado (23,5°) con respecto al plano de la órbita terrestre. 

Esta inclinación -supuesta ahora permanente- es la causal de que, con respecto a un punto cualquiera sobre la superficie terrestre, el sol y las estrellas de la noche fluctúen en altura con el paso de los días. 

Cuando el polo sur "mira" hacia el sol, este se ve "alto". Cuando la Tierra ha transitado hasta el punto opuesto de la órbita, el polo sur "mira" entonces hacia "afuera" del sistema y es el casquete polar Ártico el que apunta hacia el sol.

A partir de hoy, precisamente, el astro declinará hacia el ecuador, punto que alcanzará en marzo, y continuará su descenso hasta tocar en junio su cota mínima.

Sin querer ofender creencias, tan solo ciñéndome a mi concepto de la realidad, el hecho de que Festejemos la navidad el 24 de diciembre es cosa relativa al solsticio, y de ningún modo anecdotario de nacimiento alguno.

Para el hemisferio norte, el día 24 de diciembre significaba el triunfo cíclico de la luz por sobre la oscuridad. El sol dejaba de descender sobre sus horizontes y el 24 ya era notorio su ascenso. 
Esto determinó siempre múltiples fiestas y bacanales, orgías y sacrificios de todo tipo para los pueblos místicos. En nuestro caso, mayormente colonizados por el pensamiento cristiano, heredamos la navidad. 

Por mi parte, festejaré el sábado el triunfo de la luz, el eterno retorno del sol hacia su altura, la energía y la alegría de estar vivo, sano, acompañado por seres maravillosos, por el privilegio de tener trabajo, amistades y afectos, enamorado de la vida como nunca, con la gracia de ver y escuchar y sentir a mis alumnos, hijos y nietos.

En fin, festejaré la navidad como un ateo y un enamorado del cielo y también de la tierra. Como un burgués inconsciente armaré mis teles y observaré soles ardiendo más allá del solsticio.


Feliz solsticio.


martes, 20 de diciembre de 2016

La tabla del Ocho.

La tabla del Ocho.

Al final me fue mal en matemáticas y mi papá como castigo dejó la Playstation bajo llave. Me pusieron un 4 en los problemas y cuando él tuvo que firmar la prueba de final de quinto se re enojó, me dijo:

Te ponés a estudiar ¡ya!, se te terminaron los jueguitos hasta que levantés esa nota,

Y cerró las puertitas de vidrio del mueble de debajo del tv con uno de esos candados de combinación. Poner un equipo bajo llave parece cosa de loco en esta época pero mi viejo es así, zarpado. Justo este finde ellos viajan solos y con ese truco querrán asegurarse que no me pase las tardes destrozando Iraquíes en el living.

Cuando viajan, en casa me quedo con el abuelo, quien seguro me va a perseguir con su ajedrez. En su casa tiene una colección de tableros y piezas de todos los modelos: clásicos, de torneo, de estudio, de viaje, mural. Cada vez que me quedo con él me cansa con su juego milenario, como suele decir. A mí el ajedrez me gusta, pero una cosa es jugarlo con los chicos en el cole y otra es jugar con el abuelo. Nunca pude ganarle y solo una que otra noche terminamos en tablas, más por las horas que se habían hecho que por las posiciones de las partidas. A esas posiciones él le pone nombre y dice estructura o balance y para cada situación tiene una forma distinta de darle valor, que si el balance material, que si el tiempo, que el desarrollo… en fin, un montón de cosas que no entiendo y me aburren. En la escuela aprendemos ajedrez pero no es lo mismo. Nosotros jugamos a comer piezas y eso no es ajedrez, dice él.

Al abuelo también le gustan las matemáticas. El mayor número de libros de su biblioteca son sobre el milenario juego… pero a estos le siguen los de matemáticas. En fin, el abuelo tiene más libros que yo autitos y juguetes, lo cual es mucho decir. A mí las matemáticas también me gustan, lo que no me gusta es el modo en que las aprendemos en la escuela. Cuentas, cuentas, problemas, uf. Como si la vida fueran problemas de matemáticas, o de ajedrez.

En fin, mis papás se fueron y ya jugué cinco partidas con el abuelo. Todas las perdí. Afuera no puedo ir porque está feo y además es tarde. En la tale dan las mismas películas desde que nací, creo. Además, mirar la tele y ver la Play a través de los vidrios y no poder usarla… es una tortura.

El candado tiene unas rueditas con números. En lugar de llave hay que ir girándolas hasta que formen la clave secreta: entonces el candado se abre. Le pedí al abuelo que lo abriera, que me dejara jugar un rato y que después no dijera nada: se largó a reír y me dijo,

Pedro, bribón, no sé la clave pero si la supiera tampoco te la daría, Tu papá te castigó, Tenés que cumplir con lo que él quiere.

Como me quedé con cara, el abuelo buscó papeles y un lápiz y me dijo,
A ver, Pedro, ¿vos estás castigado por haber errado en matemáticas?

Sí, dije, me saqué un cuatro en las cuentas,

Aja, muy bien, me dijo, Vamos a cuentear un poco… Andá a mirar ese candado, observalo bien, vamos a ver qué podemos hacer con él.

No entendí. ¿Qué íbamos a hacer? Si está cerrado tan solo hay que abrirlo pero igual el tema me interesó. Tal vez pudiéramos diseñar un rayo láser que lo destruyera en un segundo… aunque si hiciéramos eso estaría sonado, porque mi papá al ver el derretido se enteraría de todo.

En fin, fui a ver el candado como me mandaron, vi que tiene cinco rueditas y que cada una tiene grabados los números del 0 al 9; por lo demás, nada vi; era fuerte.

El abuelo tomó una hoja y trazó cinco rayitas: _ _ _ _ _
Me dijo,

¿Cuántos números tiene cada ruedita?

Nueve, le dije,

Bruto, me dijo, ¿Cuántos números tiene cada ruedita? Repitió.

Pensé un poco, Diez, dije,

Aja, dijo el abuelo, diez números y cinco rueditas, Entonces ¿Cuántos números posibles hay para abrir el candado?

Cincuenta, dije,

Brutazo, me dijo. Pensá. Por eso te sacaste un cuatro, por no pensar.
Pensé: cinco ruedas, diez números… porque el cero también es un número aunque no valga nada, Son…

¿No sé, abuelo, un montón, cuántos son?

El abuelo dio vuelta el papel para que yo lo viera derecho, y me dijo, diez números en la primera, diez en la segunda…

Veinte, dije, y vi como sus ojos se entristecían. Después se sonrió y vi los dientes que le faltan, tres por lo menos.

Me dijo,
Las rayitas simbolizan números que aún no están, pero en cada rayita pueden ir solo uno de diez, de modo qué, si en la primera hay diez opciones, y en segunda lo mismo, el número de combinaciones posibles juntando dos rayitas es…

¡Veinte! Insistí.

¡Cien! Dijo él, Cien, Pedro, Cien, porque las dos rayitas simbolizan a un número de dos cifras y los números de dos cifras van del 00 al…

99 dije,

¡Bien!, gritó, bien, bien, bien, son cien números por lo tanto, con dos rayitas. Ahora, ¿con tres rayitas…? y no me digás trescientos, me gritó.

Con tres rayitas, dije…

Cien… por diez… me dijo y ¡Mil! Resolvió.

Uf, no entiendo nada, le dije.

Claro, Pedro, por eso te va mal en matemáticas, porque no entendés lo que es un número de más de una cifra, es decir, dijo, de más de una rayita.

Acá se las hago corta porque me metió una historia de unos barbudos que fabricaban ziguritas, que eran unas pirámides más altas que la miércoles desde donde los turcos esos miraban el cielo y desde allá arriba anotaban todo en unos libros de barro que debían de ser una mugre, me imagino, porque hay que ser sucio para hacer un libro de barro. Pero bueno, el abuelo me porfió que así era, que esto pasó antes de que se inventara el papel, y dijo enseguida que, en esos libros, los que estaban en babia anotaron por primera vez un número primero y otro al lado, y que aunque los dos eran el mismo número… ¡no era el mismo su valor!

Se imaginarán que esto es inentendible pero él agarró el tablero y me dijo,

Imagínate que tenés que contar muchos números ¿Cómo hacés?

Casi me río por dentro, los cuento, dije,

Sí, me dijo, pero ¿Cómo?

Y, dije, uno, dos, tres, cuatro… así,

Levantó las cejas, Seguí, me dijo,

cinco, seis, siete…

Bajó las cejas, ladeó la cabeza, miró para arriba, Seguí, dijo.

ocho, nueve diez, once, doce,

Asentía con la cabeza como esperando algo obvio,

trece, catorce…

Me hacía así con la mano para que siguiera,

quince… dieciséis,

Pará, gritó, ¿No te das cuenta? ¡Empezaste a repetir números! En realidad, hace rato que te repetís, aclaró, desde el once, pero solo se nota si lo escribís:

 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10,
 11, 12, 13, 14, 15, 16…etc.

Con el dieciséis no tenés excusa, continuó, dijiste diez y seis. ¿Ves? El diez es un uno pero puesto en la segunda rayita, no en la primera. Un uno en la segunda raya: diez, más seis en la primera: dieciséis:          1 6

Si, dije, obvio.

Bueno, dijo el abuelo y sonrió como si hubiera descubierto América, Eso fue inventado por los babianiquelonios, dijo, Antes de esos tipos nunca nadie había repetido números para contar. La viveza de esos pensadores fue que con pocos números distintos podés escribir números muy muy grandes. Tan grandes como vos quieras.

No conforme con su maravilloso anuncio abrió la caja de las piezas, tomó ocho peones y los fue ubicando de a uno sobre la columna h del tablero, a medida que contaba 1, 2, 3, 4, 5 6, 7, 8.

8 peones en h= 8


1 peón en g simboliza 8 peones en h.

Dijo entonces, Ves, esto es lo que nosotros hacemos -y lo que hicieron los babilonios*, que así es como se llamaban. Ellos contaban con un mismo número hasta llenar una fila, y cuando la fila estaba llena la vaciaban y ponían un solo número en la fila siguiente -que en nuestro tablero de ajedrez vendría a ser la columna g.

Fíjate, dijo,

Ahora, continuó, cada peón que ponga en la columna g significará una columna h llena de peones (es decir, 8 peones): un peón en g = 8 + h
No entiendo, dije.

1 peón en g es 8 + 6 peones en h = 14

Pedro, me dijo, si querés escribir siete, ponés en la columna h siete peones y listo, pero si querés escribir catorce, ponés ¡un peón en la columna g (el cual valdrá 8) y seis peones en la columna h! Así, ocho más seis ¡te dará catorce!

Bien amigos, ustedes se darán una idea de lo que pensé sobre la salud mental de mi abuelo. Los ojos le brillaban como si fueran dos fuegos y la sonrisa le cruzaba la cara como si el mundo fuera desde hacía un par de minutos mucho más sano y más hermoso para todos, y lo único que me había explicado era que ocho más seis es catorce. Me acordé de mi viejo, ¡el borracho!, hubiera dicho.

Abu, le dije, con mucho cuidado, como se les habla a los viejitos que están en los lugares árticos esos donde los ponen, ya sé que ocho más seis es catorce, desde cuarto grado que lo sé.

Ay, Pedro, me dijo y me tomó la cabeza con sus enormes manos y me refregó el pelo y me envolvió hasta que quedé debajo de sus brazos de león, recostado contra su panza gorda y caliente, lo que quiero enseñarte, dijo, es un modo de escribir catorce con solo siete peones.
……….

Y ¿para qué, abuelo querido, dije, quisiera yo aprender a escribir catorce, con siete peones?

Pues, dijo, para que sepas qué significa cada número, para que sepas la historia de los números y los problemas de la matemática,  para que no te salgan mal las pruebas, y ¡para que te diviertas con las cuentas!

Lo miré. ¿Divertirme? Dije.

, me dijo, divertirte. Y añadió, Mirá, hagamos esto, voy a hablar con tu papá y si está de acuerdo te voy a dar un problemita, y si lo solucionás, vas a poder abrir el candado y usar la playstation.

¿Lo harías?, dije,

No, me dijo, lo harías vos.

Meta, le dije.

El abuelo agarró el celu y se fue afuera a hablar con mi papá, volvió al toque y se puso a escribir unos números en unas columnas, después tomó un papel aparte y me dio cinco cuentas sin resolver, y me dijo: Pedro, si resolvés estas cuentas encontrarás la clave del candado y podrás usar la video todo lo que quieras.

Buenísimo, dije y tomé el papel y la birome. Había cinco cuentas:

14 – 4 =
45 – 36=
32 – 27=
80 – 67=
51 – 40=

 Las miré bien, y dije,

Abu, esto está mal, las rueditas son cinco y las cuentas son cinco, es decir que con cada cuenta debo encontrar un número para el candado…

, dijo el abuelo sonriente aún.

Dije, Abue, hay cuentas cuyo resultado es más de nueve y por lo tanto dan números que no existen en las rueditas.

Me dijo el abuelo:

Pedro, lo que hemos hablado te alcanza y sobra para resolver las cuentas en forma correcta: hallar solo cinco números menores de diez –uno por cada resultado- y con ellos abrir el candado.

Después de pensar durante buena parte de la noche y la mañana siguiente, sin poder resolver el acertijo, mientras miraba el tablero de ajedrez y los peones, en un segundo comprendí el truco. Fue como una luz en mi cabeza, miraba un número y era otro. Tomé el papel y en un minuto resolví las cinco cuentas. Abrí el candado y agradecido corrí a llamar al abuelo que leía en el patio,

Abu, le dije, ¡vamos, que te juego unas partidas!


*Los babilonios utilizaron un sistema sexagesimal y su escritur se hacía con símbolos, no con números. Nuestros números son llamados arábigos, y su valor posicional con la inclusión del cero proviene de la India.

Sergio Galarza, docente.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Profe… ¿Cómo es un telescopio…?

 Profe… ¿Cómo es un telescopio…?


Hace unos meses el Ministerio de Educación de la provincia de Santa fe propuso una clase más sobre ESI; en ella desarrolle una actividad vinculada desde el área ajedrez, llamada Ajedress: los niños debían vestir a unos peones de cartulina con la ropa que ellos quisieran. La idea era qué, para vestirlos, previeran para cada uno una identidad de género ya que, las prendas (Dress) a desarrollar por ellos incluían a las interiores y, como sabemos, aunque nos creamos más o menos a salvo del sexismo, estas presuponen solo dos variantes.


La actividad fue un éxito, tal vez una de las más festejadas por los chicos y chicas de primero a quinto, quienes participaron diseñando, recortando y cubriendo a los desnudos risueños peones, dándoles las más variadas personalidades (hasta un bebe peón había previsto).


Como un detalle, en la algarabía y por mi pasión, llevé recortado un pequeño telescopio de cartulina para que uno de los peones fuera astrónomo/astrónoma. En lo mejor de la tarde, escuche a una niñita de primero que me dijo:

¿Me enseñás como es un telescopio?

Claro, le dije, pero no ahora que estamos con esto; decile a tu maestra que me invite y un día de estos llevo uno a tu salón.

Todo quedó ahí pero en lo sucesivo y en cada recreo, siempre que la niña me vio, le escuché decir,

¿Cuándo me vas a enseñar un telescopio?

Al fin, el pasado lunes preparé una clase de óptica acorde a sus edades y expectativas supuestas y me zampé al cole atiborrado con lentes, microscopio, binocular, láser, vaso, cuchara, jarra de agua, prisma, medio metro de cañería de agua y un telescopio Hokenn 60 350. Este tubito era de mi nieta, pero justo antes del desastre ella accedió al plan canje-abuelo-aficionado, y el recurso la hizo dueña de un bonito 70 700 az (Hokenn).

La maestra hizo entrar a los chicos al aula, me presentó y Los senté muy cerca de dos mesas que puse al frente. Allí mostré mis herramientas y Para dar idea de lo que una lente hace con la luz, mostré un láser cuya luz proyecté al techo: un punto color ranita, que apenas se ensanchó por efecto de su propio empuje, formó una mancha de unos pocos milímetros que vibró nerviosa por mi mal pulso. Las caritas abiertas, los ojos lavados de todo sopor, cada uno de los niños y niñas tuvo algo para acotar. Hice unos pases de manos y mostré entonces una lente de 30 cm de focal. Presentada esta, la interpuse sobre el rayo luminífero y, ¡exclamaciones! el punto de luz –el circulín de esos pocos milímetros- se transformó en un área, algo más difusa, trémula aún, de unos 3 o 4 centímetros de radio.

Retiré y coloqué el lente repetidas veces sobre mi linterna verde y cada vez el grado constató que un lente como el que esgrimí, siempre aumenta la superficie de luz por él proyectada… en nuestro lenguaje técnico del momento, dije: lentes como esta aumentan la imagen que las atraviesa (me perdonarán lo impreciso de esta afirmación, la cual justifico porque solo quería dar idea cabal de aquello que en un momento fueran a observar: detalles del patio agrandados dentro del ocular del telescopio).

La clase continuó con la descripción de los instrumentos que utilizaríamos enseguida: teles, microscopio, binocular.

Una vez explicada cada parte, monté el teles sobre una silla y, como los vecinos de Macondo, todos observaron lejanos clavos y recortes de afiches en los murales del patio a través de nuestras lentes acopladas en el Hokennsito.


Otra vez alguna sorpresa y niños que se quedaron minutos observando, con una atención que ya quisiera que ponga un adulto cuando muestro Carina u Orión.

Enseguida tome el tubo de agua y lo mostré vacío, sumé entonces una lente a la que ya tenía y adosé una a cada extremo; se los dí; se extasiaron al ver que ya tenían otro telescopio, este muy barato, por cierto. Una niña dijo,

En mi casa hay un tubo de agua tirado, el voy a decir a mi papá que me haga un telescopio…


Los niños y niñas miraron hasta hartarse, por los teles primero, por el microscopio después.

En el microscopio puse un hongo que sobre el portaobjetos se veía como un puntito negro y en el ocular ya era un monstruo amenazante, lleno de pelos o de patas negras como tentáculos horribles que rodeaban su forma. Uf, me recordó a Lovecraft.

¡Ah, qué placer escuchar a los chicos! Cómo razonan cuando se encuentran ante lo nuevo, lo desconocido, lo apasionante de la ciencia. Porque La Ciencia es La Sorpresa de ver por primera vez el mundo. Nunca escuché a un niño ver algo desconocido y decir,

Mirá, profe,  un Ovni… o

Mirá, Sergio, una Creatura de Dios…

Los niños miran algo nuevo y de inmediato forjan hipótesis: ¿Es un animal? ¿Es una planta? ¿Es una basurita? Mi nieto -de apenas tres años cumplidos- me dijo acerca de la Luna en fase que esta estaba desinflada. Las explicaciones sobrenaturales son patrimonio de seres que han perdido la alegría. Por ello es tan curioso escuchar los argumentos de un niño y contrastarlo con los de un adulto medio. Hace poco una maestra de primero, oponiéndose tenaz a una práctica de observación, sugerida por mí para probar a ellos por donde sale el sol,  me dijo:

Pero, con lo que usted dice, ¿los niños lograrán una percepción cabal del espacio?

Jamás escuché una respuesta tan boba en la boca de un niño. El primer escollo para el aprendizaje radica en esas mentes y nunca en los niños.

Vuelvo al relato de mi clase de óptica en primer grado.

Los chicos y chicas observaron por el telescopio y por el microscopio. Con el experimento del láser y la lente desnuda comprendieron empíricamente qué hace una lente con la luz. Faltaba el cierre y este me  divirtió como nunca.
Helo aquí:

Chicos y chicas, dije, ahora… una demostración de mis poderes… Vean esta cuchara de metal, tóquenla

La pasé a ellos de mano en mano para que verificaran su solidez. Toda vez que todos la hubieron tocado, dije,

Voy a quebrar esta cuchara con el poder de mi mente…




Tomé el vaso y lo puse sobre la mesita, puse dentro la cuchara e ipso facto, mientras movía mis dedos de la izquierda como arrojando ínfulas o sortilegios sobre el conjunto y, con la jarra en la derecha, eché agua al vaso hasta casi llenarlo. Triunfal, dije,

Vean, niños y niñas, ¡he quebrado la cuchara!




Muchos exclamaron sorprendidos. Yo mismo me sorprendo cuando lo hago. La cuchara ¡está quebrada! Qué difícil no creer a los ojos. Es como cuando uno mira la Luna en el horizonte. Los chicos se codearon y empujaron, tomaron el vaso y lo giraban y por todos lados le metieron ojo. El efecto era increíble. Un niño dijo,

No está quebrada.

Cómo sabés, pregunté,

Fácil, me dijo, mírela, y vi el mango a unos dos centímetros de la concavidad, separadas ambas partes sobre el límite del agua,

Si estuviera quebrada, me dijo, la parte de arriba caería al fondo: no cae porque no está quebrada.

¿Se dan cuenta de lo que digo? Un niño siempre es un científico genial. Un niño no tendría ningún problema en comprender la teoría de la relatividad o el carácter discreto de la materia… y del tiempo.

Ya lo estoy viendo, mis cursos para el 2017 promocionados por Adrián Paenza:

El baldecito en el Arenero, Mecánica cuántica para niños.
o
Títeres en las hamacas, La paradoja de los gemelos en jardín de infantes.
o
Autitos en el tobogán, aceleración y caída libre para segundo grado.

En fin, sin duda que esto puede hacerse. La física es una para todos. Fue el gran aporte que comenzó con Galileo al observar las anfractuosidades de la Luna, y terminó con el f g m1 m2 sobre r cuadrado de Newton. Es decir, lo que aquí cae allá también cae, sea en París o en Jápeto.

El argumento del ese niño al decirme que la cuchara no estaba quebrada, porque de estarlo -de estar esas dos partes en efecto disociadas, interrumpida su materia como en realidad se ve a través del agua y del vidrio- la parte alta acería al fondo del vaso, es una de las mejores respuestas que he logrado en mi vida de divulgador de la ciencia, de Rada Tilly a Purmamarca, del río Uruguay al Valle del Atuel, y en 40 localidades intermedias.

Aún hubo más.

Llegó el momento de desenmascarar al timador. Debíamos explicarnos el fenómeno. ¿Quebraba yo la cuchara o qué milagro ocurría?
Vaciamos el vaso, la cuchara entera; llenamos el vaso, la cuchara quebrada. Ergo, el vaso no era el prodigio.

Pronto una niña dijo,

Es el agua, el agua actúa como una lente, agranda una parte de la cuchara ¡y así parece quebrada!

Bien, así me divierto a mi edad, así disfruto de la vida, contando a todos acerca de lo que amo, el cielo, la ciencia, la historia, el cine.

Cuando tocó el timbre de fin de clase la niña de la respuesta me dijo: Volvés algún día… porque me gustaría verte de nuevo.



En el despido estaba cuando la niñita origen de esta clase, la que creía yo interesada por saber cómo era un telescopio, dijo:

¿Y… cuándo me vas a enseñar a hacer un telescopio?

Pero… dije, si te enseñé cómo funciona y cómo se arma.

Me dijo,

No, yo quiero que me enseñes… a dibujar un telescopio.
Dibujar, no hacer.


fin