Explicar el mundo
Steven Weinberg
Steven Weinberg nació en
los EEUU y trabajó con el monstruoso Abdus Salam. Salam había nacido en el Punjab
Indú, ahora Pakistaní; junto a Glashow y Weinberg desarrollaron la unificación
entre las fuerzas electrodébil y electromagnética, parte de las actuales TGU.
Sus aportes fueron confirmados en los aceleradores de partículas con la
creación de bosones W y Z. Cuando Salam murió –hasta los dioses mueren- fue
reemplazado en su cargo por Miguel Ángel Virasoro, físico teórico argentino, famoso
en el mundo por su Álgebra de Virasoro, de aplicación en teoría de cuerdas e
interacciones fundamentales (Virasoro fue echado de Argentina por la derecha del
año 1967).
Weinberg ha escrito sus
libros y entre los que nada sabemos destacan las obras de divulgación Los tres primeros minutos del universo y
Explicar el mundo.
Explicar el mundo,
el descubrimiento de la ciencia moderna, es uno de los más gratos libros de mi
biblioteca. De tapa clara, escrito en lenguaje ameno, con algunos párrafos
atroces y traducciones falaces, está dividido en cuatro capítulos (¿cómo las
cuatro fuerzas fundamentales?): La ciencia Griega; La Astronomía Griega; La
edad media; La revolución científica.
Más de muchos días ví
este libro en los estantes de mis proveedores y, tenaz, omití erogar por él. Pero
a cada chancho le llega su San Martín. Una mañana en que me regalé todo el
tiempo del mundo, hurgué y hurgué hasta que lo redescubrí. Lo abrí. Lo leí a
los saltos. Y dí con su apéndice.
Explicar el mundo Tiene
un apéndice maravilloso llamado Notas técnicas. Son treinta y cinco;
del Teorema de Tales a Las Masas Planetarias, pasando por Senos y cuerdas,
Montañas en la Luna o Velocidad de la luz. Un lingote de oro este apéndice. Fue
por él que compré el libro.
En el camino al
apéndice dí con una prosa cómoda, mal traducida, siempre interesante. El capítulo
sobre la Edad Meda es muy rico, hay poca literatura científica sobre la ciencia
en esa etapa necia porque los pseudo historiadores resumen todo con adjetivos
como el que usé. La mayoría de brolis científicos te hablan de Demócrito,
Aristóteles, Arquímedes –Arquímedes, sólo si son cultos- y de ahí a Copérnico en
un par de frases.
Pues, no. En la edad
bruta también hubo genios, y muchos. Weinberg los rescata.
Recomiendo este libro
sobremanera. Vale un disparate pero tengamos en cuenta los malos años que
vivimos, comprémoslo y disfrutemos un poco de irrealidad.
Sergio
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