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domingo, 11 de diciembre de 2016

Explicar el mundo Steven Weinberg

Explicar el mundo

Steven Weinberg


Steven Weinberg nació en los EEUU y trabajó con el monstruoso Abdus Salam. Salam había nacido en el Punjab Indú, ahora Pakistaní; junto a Glashow y Weinberg desarrollaron la unificación entre las fuerzas electrodébil y electromagnética, parte de las actuales TGU. Sus aportes fueron confirmados en los aceleradores de partículas con la creación de bosones W y Z. Cuando Salam murió –hasta los dioses mueren- fue reemplazado en su cargo por Miguel Ángel Virasoro, físico teórico argentino, famoso en el mundo por su Álgebra de Virasoro, de aplicación en teoría de cuerdas e interacciones fundamentales (Virasoro fue echado de Argentina por la derecha del año 1967).

Weinberg ha escrito sus libros y entre los que nada sabemos destacan las obras de divulgación Los tres primeros minutos del universo y Explicar el mundo.

Explicar el mundo, el descubrimiento de la ciencia moderna,  es uno de los más gratos libros de mi biblioteca. De tapa clara, escrito en lenguaje ameno, con algunos párrafos atroces y traducciones falaces, está dividido en cuatro capítulos (¿cómo las cuatro fuerzas fundamentales?): La ciencia Griega; La Astronomía Griega; La edad media; La revolución científica.

Más de muchos días ví este libro en los estantes de mis proveedores y, tenaz, omití erogar por él. Pero a cada chancho le llega su San Martín. Una mañana en que me regalé todo el tiempo del mundo, hurgué y hurgué hasta que lo redescubrí. Lo abrí. Lo leí a los saltos. Y dí con su apéndice.

Explicar el mundo Tiene un apéndice maravilloso llamado Notas técnicas. Son treinta y cinco; del Teorema de Tales a Las Masas Planetarias, pasando por Senos y cuerdas, Montañas en la Luna o Velocidad de la luz. Un lingote de oro este apéndice. Fue por él que compré el libro.

En el camino al apéndice dí con una prosa cómoda, mal traducida, siempre interesante. El capítulo sobre la Edad Meda es muy rico, hay poca literatura científica sobre la ciencia en esa etapa necia porque los pseudo historiadores resumen todo con adjetivos como el que usé. La mayoría de brolis científicos te hablan de Demócrito, Aristóteles, Arquímedes –Arquímedes, sólo si son cultos- y de ahí a Copérnico en un par de frases.

Pues, no. En la edad bruta también hubo genios, y muchos. Weinberg los rescata.

Recomiendo este libro sobremanera. Vale un disparate pero tengamos en cuenta los malos años que vivimos, comprémoslo y disfrutemos un poco de irrealidad.


Sergio

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