Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

miércoles, 26 de enero de 2011

Plaza Astronómica en Barrio Yapeyú

1º Plaza Astronómica de Candela Celeste en Casilda

Un éxito bajo el cielo totalmente nublado¡¡¡¡
Las estrellas estaban abajo, fueron los niños y los vecinos del barrio¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡


El martes 25 de enero, a las 21, caímos como quién no quiere la cosa con kechatitache y todo el circo arriba. Los muchachos de la muni debían haber apagado uno de los potentes reflectores de mercurio halogenado: ¡algo se los había impedido! El cielo, ¡naranja!
No nos amedrentamos, muchos escollos hemos vadeado y vadearemos en el futuro como para que una saturación lumínica venga a apocarnos. Nos sentamos a esperar que San Pedro aventase las nubes que cerraban el cielo. Tres o cuatro estrellas lograban romper el velo y muy tenues me decían: acá, acá, no te vayas... Vi sus manitas desesperadas y sus señas y nos quedamos. Nunca voy a estar más agradecido de ellas.
Chicos y jóvenes vadeaban la calle y nos miraban con curiosidad, en la plaza Sueños de Libertad, del barrio Yapeyú, a metros de la escuela San Martín, no siempre tres talleristas  tienden su trampa de estrellas.
Nancy llega en su bici. Nancy es una mujer plena y comprometida con la gente. Durante el pasado año tuvo a su cargo unos talleres de apoyo para los alumnos que lo necesitaron. Fue allí donde le conocimos y supimos de su entereza y corazón. Miramos el cielo, solo nubes y reflejos esquivos. Las niñas dicen: nos vamos, lo dejamos para mañana. Esperemos quince más, pido.
Quince minutos es mucho tiempo para quién espera a su amor, pero poco para un milagro del cielo. El martes  había llovido fuerte y la tormenta yacía incólume. Pero los pibes seguían pasando en la penumbra de la calle arbolada... y Nancy los visteaba: Toto, vení. Belen, vení. A todos los chicos reconoce por su nombre con solo verlos pedalear, lo juro.
A las diez llegan Sebastián y Savina. Seba es el nuevo astrofotógrafo de Casilda, Savina es su compañera -ya sabré más de ella y podré chusmearles. Traen mates y su increíble Canon 7d: la lo cu ra.
Los vecinos y los niños orillan la veintena y todos concientes de que arriba, nubes. Seba y yo nos miramos, Nancy, Moni, Sabri y Savi nos miran. Digo: armamos!
Sacamos a Pionero. Lo emplazamos detrás de un ceibo –noble amigo- que nos tapa uno de los reflectores asesinos de miradas. En el patio vecino hay otra luz, pero basta explicarle a la dueña para que diga contenta ya la apago. Traemos la escalera, of course, porque los purretes, por definición, nunca alcanzan una cuarta del sopi. Desesperado miro en busca de una, una estrella y... ¡claro! Sólo el gran perro del cielo puede romper el cerco húmedo. Sirio resplandece apenas y allí apunto el reflector 1501200 que compró el viejo.
Puff. Habíamos impreso notas y mapas del cielo sur. Fiel a mi consigna de nombrar, la actividad se llamaba, muy borgeanamente, Plazas astronómicas, cita al sur.

Pero del sur, nada. Como Dalhman, el personaje de El Sur, ese genial cuento del maestro, habíamos ido hasta esos confines a encontrar el fracaso... o lo que secretamente buscábamos.
Repartimos el material, la descripción de la Cruz del sur, con mapa y todo, y le entregamos a la presidenta de la Vecinal Barrio Yapeyú un ejemplar de la Guía observacional astronómica. Le dimos, también, la promesa de saldar esa deuda de nubes. Si la cosa fracasa hoy, volvemos mañana, o el jueves, o cuando haga falta. Pero toda esa gente increíble de amable y de esperanzas por un astro no se queda con las manos vacías... lo juro, amigos.
La fila se arracimó y los chicos casi peleaban por trepar la escalera y ver la estrella más notable del cielo. Conspicua, me enseño a decir Pedro Saizar, el autor del excelente Por los senderos de la noche.

Notable esfuerzo el de ese atlas Sirio por llegar a los chicos. Hay que verlos, una mano en el ojo (muchas veces el abierto) acercando el otro al desconocido ocular, asintiendo en silencio, el cerebro absorto en la observación maravillosa. La felicidad no necesita palabras pues se justifica por sí misma, dijo alguien. La observación del cielo se me figura igual. Los niños y los mayores bajan sonriendo y murmuran: si, una luz brillante...
No éramos menos de treinta bajo el capote del cielo. Llega Erman, un hombre de trabajo y admiración por sus nietos. Trae a dos de la mano y cuenta, ayer estuvieron mirando las estrellas, dice: nos vamos allá, atrás de los árboles y el cielo está lleno de estrellas.
Si, prometo que allá iremos apenas formemos un grupo sólido, al que podamos convocar organizado. La presidenta de la vecinal nos ofrece el patio de la misma; es un lugar aparente, doy fe. Aceptamos la invitación.
El mate corría a dos manos pues Sabri había empezado el nuestro y ahora Savi sumaba el suyo. Les juro, amigos, la amabilidad de la gente es maravillosa. Los padres y las abuelas llegaban a pie o en bici trayendo a los únicos privilegiados. A ellos les di un prismático y a darle duro. Se lo pasaban de mano en mano para ver nada. Igual los ocupó el resto de la noche. A otros curiosos les di mi Orfeo, para que los guíe en la oscuridad. Mi Orfeo es una linternita roja que se fija a la frente con un elástico. Como en la antigua leyenda, si te das vuelta, perdés el camino. Los chicos hurgaban con su haz bajo los setos donde alguna sombra sobrevivía a la inclemencia del Mercurio. Los chicos todo lo pueden, amigos.
Sebi me sacó una foto con su 7d a mi remera y mi guía. Mi remera es cosa que da charla. Tiene la imagen del taller de Bigand, con una efigie de mi papá y otras alegorías. Todo es flúo y brilla en la oscuridad. In cre i ble, diría yo.
Por fin desistimos, no sin antes haber enseñado a reconocer la edad de una estrella por su luz, y de haber recitado los nombres de los soles que forman la crux. Cada chico hoy lo sabe de memoria y de alegría. Me juego una mano. La de un Salieri.
Hoy martes amaneció lloviendo mucho. Esta noche, si despeja, vamos de nuevo. Y si no será el jueves. Nadie, nadie va a detenernos en este camino de acercar el cielo a cada vecino, a cada chico o chica del sur de Santa fe.
 
Para el jueves tenemos el tercer programa de radio. Hablaremos de Betelhause, del Toro y también de ese loco de Eratóstenes. Trataremos de mostrar de qué modo la mente humana se abrió camino en la oscuridad.

Un saludo a todos los que han hecho esto posible y a todos los que inconmovibles nos apoyan.
Gracias a Optica Elena.
Gracias a Sabri y a Moni que se patearon el barrio invitando a los vecinos.
Gracias a Nancy.
Gracias a Víctor, también, desde alfaculismundis.

Sergio Galarza 



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