Observaciones con la colonia de vacaciones de
Club Atlético Argentino de Firmat.
Ayer por la noche, invitados por el olor del cielo, caímos
en el camping de Sporting club con nuestros juguetes de vidrio y luz. Acampando
se hallaba la colonia de vacaciones del Club Atlético Argentino de Firmat, unos
treinta niñas y niños de increíble educación, respeto y avidez por todo lo que
significara los misterios o brillos del cosmos, exultando allí arriba, al
alcance de la mano, casi.
Fuimos Mimoni, Luz del cielo y un servidor, El señor
Blues, Sagitario Blues, agente difusor del cielo, tipo espectral doble cero, con
licencia para bajar de allá, tan alto, cualquier estrella a los ojos de un observador.
El Aston Mártin tiene un baúl insignificante en el que
acaso quepa solo un galileo 80/400, así que viajamos en la fantástica Quéchatitache
(Kangoo 1.6 16 valves).
Apenas salidos del paraguas de luz de Casilda, ciudad
a la que nada el importa el cielo ni la economía, pues dilapida millones en
alumbrar el cosmos, como si él no supiera hacerlo –y mucho mejor, si me
permiten-… apenas salidos de ese infierno naranja, decía, el ocaso aplacó mis
ansias de cielo. Las estrellas aún escondidas en nubes finas y bajas, por lo
que descontaba que, al llegar el momento, aparecerían libres.
Sporting club, el querido Club creado por mis abuelos,
entre otros, parecía campo minado de hormigueros. Los pequeños iglú de las
modernas carpas proliferaban más que los árboles y las lindas aguas de sus
piletas.
Decenas de niños jugaban por doquier, envueltos en las
manchas negras que los pocos faroles proyectaban aquí y allá.
Dimos con facundo y a través de él con los demás
profes y profas, todos amables a decir basta. Armé a Luz del cielo, el
telescopio automatizado de 20 centímetros de cacerola (qfp) y avisamos,
Estamos listos, que se venga la primer andanada de
bajitos¡¡¡¡
En tres grupos se dividieron los chicos y las chicas
del club y en tres ordenadísimos abanicos se abrieron cada uno, para aprender
las partes del telescopio, su funcionamiento, su computadora, llamada Autostar,
en este caso.
Atentos me escucharon sin interrumpir nunca salvo que
tuvieran alguna inteligente y oportuna pregunta o, en más de un caso, corrección
involuntaria a mis errores. Fíjense en este:
Estaba yo hablando de Júpiter, y digo, su día es muy
corto, dura solo unas pocas horas… y una niña me dice ¿Y su noche?
Perfecto, había equivocado yo la forma, la próxima vez
diré: su rotación se da en unas pocas horas…
Hablarles a niñas y niños siempre me enseña a hacerlo.
Son ellos, los jóvenes y los pequeños, los que tienen las verdades en su corazón
y en sus mentes, aun limpias del rencor y el egoísmo de algunos de nosotros,
los mayores.
Miramos Júpiter, la nebulosa de Orión, al brillante
Sirio, la impactante Carina, el multifacético M41, cúmulo de Can mayor, según
aprendieron todos, el perro del cielo. Los profes disfrutaron asimismo.
Nuestra paga: treinta sonrisas sinceras y unas pizas
caseras que mamma mía¡¡¡ no lo puedo creer aún, Mimoni pedía la receta a cuatro
voces.
Rodilla de ATDL : siempre gastada de tanto arrodillarse para mostrar desde abajo el cielo, por utilizar el buscador del teles a la altura de los niños y niñas.
Fue una noche excelente, llena de alegrías bajo un
cielo restallante que se caían en luces sobre nosotros.
profes y profesora.
Mi trabajo de doble cero es así, hoy bajo esta
estrella, mañana aquella. En algo me parezco al agente secreto, solo que yo
busco todo lo contrario que aquél inglés.
Yo busco que esto no sea secreto, que lo conozca todo
el mundo, y que sea la vida quién enseñoree sobre los pueblos libres del sur.
allá va, un satélite¡¡¡¡
El equipo utilizado, un Meade LX90 de 203mm de apertura y 2000mm de longitud focal.
El trazo verde corresponde al cometa Lemmon quién, a unos 150 millones de kilómetros, recién comienza a mostrar dos colas.
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