Llegar a Arequito da alegría, es una población importante del sur santafecino. El pueblo es agradable y tranquilo y se desarrolla al compás de sus gentes y acaso de la economía agraria.
Hace más de un més atacamos a sus pobladores con el cuento de los astros, propusimos -y nos aceptaron- un desembarco astronómico en todas las escuelas del pueblo; además, inauguramos el taller de astronomía del Ferroclub, Tren al Infinito, el cual ya dictó 3 clases y continúa.
Ayer me tocó en suerte asistir a la escuela de enseñanza media 219. Cuando estacioné frente a las escuela mi alma se regocijó con la fachada y estructura del edificio. Una casa de la colonia del más fino gusto europeo plantada en el centro de un parque nutrido. Especies diversas la enmarcan y sus paredes deben de medir medio metro. Los techos altísimos y sus puertas de madera local, ella está plantada con frente al norte, las galerías le rodean al este y al oeste.
Precisamente, sobre la galería Este, la familia Manino contaba con un salón de juegos. En esa galería jugamos a la ciencia ayer, con los alumnos de 1º año.
La casa era propiedad del doctor Magnino, médico del pueblo. El hijo menor de este hombre me dió clases de filosofía, me hizo conocer a los filósofos griegos (hasta entonces solo había leído a Nietzsche, y muy poco de Foucault), a Descartes, a Kant, a Hegel y, lo más importante, a Koyré. arlos Magnino, mi profe de filosofía, me prestó un libro maravilloso de historia filosófica: Del Universo cerrado al Universo abierto. ¡Qué libro, amigas, amigos, qué libro!
Ya habrán leído ustedes a Koyré, por supuesto, un epistemólogo que nos mostró a Galileo y a otros como nunca. En Del Universo... nos cuenta con las palabras de los protagonistas cómo fue que llegamos de las ideas de un Cosmos contenido, a uno infinito.
Carlos es un hombre amable y culto como pocos que haya conocido. Las compañeras adolescentes de clase se sentían atraídas por él, siempre bien vestido y atento al dictado de sus temas. Su padre fue quién donó esta preciosa casa al estado, para que allí funcione la escuela. ¡Qué orgullo, Carlitos!
La charla con los alumnos fue y vino, como usual me sucede. Hablamos de las moléculas de agua, de la vida en otros planetas, de cómo los hombres hemos observado el cielo, de cómo gira este... hasta una carta astrológica les hice a dos muchachos, ¡al precio de una! Les auguré lo mejor, ya que Vega pulsaba en el Norte cuando ellos nacieron.
Ignoro aún si la charla les gustó a los chicos y las chicas, sí sé que estuvimos una hora y media hablando de ciencia, física y algo de astronomía (Saturno, Io, Júpiter, Marte, también cayeron en la volteada). Pienso, a ojo de buen charlero, que pocos se aburrieron.
Precisamente, una de las docentes se acercó a disculparse por dos muchachos que no participaron como el resto. Pero en una charla de astronomía con más de 47 personas, es imposible que a todos les atraiga... ¡durante 90 minutos! De todos modos, afirmo, los chicos se portaron muy bien, de 10. Preguntaron, cuestionaron, pensaron, respondieron y creo que imaginaron también. Debido a mis desconocimientos, rara vez digo las cosas,solo pregunto todo lo que puedo, todo lo que imagino interesante para ellos.
Axel es alumno del taller Tren al Infinito, esperamos que nuevos compañeros se suban al tren y nos acompañen en este viaje de eones hacia el pasado, el viajo de descubrir el cosmos, el lugaryeltiempo en el que fuimos, somos y seremos.
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