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sábado, 17 de mayo de 2014

"...Como pequeños fantasmas colgados en el cielo..."

"Como pequeños fantasmas colgados en el cielo..."
La hora sin sombra, Osvaldo Soriano

Olvidé cuando leí a Osvaldo por primera vez... 
¡Ya lo recuerdo! Fue en la biblioteca Pública de Chabás. 
Qué importante es una biblioteca. Uno tiene en ellas el tesoro que dejamos al porvenir: el pensamiento humano, los frutos de la imaginación y el sentimiento unidos en un relato, en una historia, plasmada en las hojas imperecederas de un libro*.

El primero de los libros que leí de Soriano fue el genial Cuentos de los años Felices, incluye relatos históricos y autobiográficos, más alguna anécdota perdida que el marplatense añade para delicia de sus lectores. 

Con los verdaderos grandes pasa siempre lo mismo: uno llega a su sombra y a su luz en busca de un dato, un párrafo o un tema recomendados por un amigo, y se topa con la solidez, la riqueza y la profundidad de un océano, enmarcado en las tres dimensiones aparentes de un libro. Por supuesto, un buen libro es como el universo: en él coexisten las dimensiones y el tiempo es solo ilusión.

Cuando llegué a La Hora sin Sombra ya era un siorianómano hecho y derecho, sus ideas, su sensibilidad y su estilo me había tallado, de modo que pedí el libro a una amiga y jamás se lo devolví. Luego, compré aún otra edición, una  de Seix Barral con prólogo de Tomás Eloy Martínez, ¡quien resume el guión de la novela de forma equivocada! Lo que hace imperdible esta edición es que incluye fragmentos de entrevistas al autor, al final del mismo. En ellas palpita su voz y desvelos, su vida como creador; es muy rico escucharle.

En La hora sin sombra, Osvaldo nos muestra al personaje en busca de un padre fugitivo, mientras lucha con hallar el final apropiado para una novela que lleva consigo. El narrador quiere dar con su padre y en esa búsqueda entrevemos fragmentos de la persona que fuera su madre. 

De todo el relato, imperdible cada párrafo, me seduce el modo en que Ernesto (el padre) seduce a Laura (quién sería su madre):

Los personajes cenan en un comedor caro; el amante de Laura es rico; a la mesa están este, Laura y Ernesto; los hombres acuden a agasajar a Laura, quien es famosa actriz. La novela dice:

" No me atrevo a decir que los hombres se precipitaban a su mesa, pero varios se acercaron a pedirle autógrafos. A mi padre jamás se le hubiera ocurrido hacer una cosa así. Lo que le salió, en cambio, fue contar una historia sobre las estrellas del cielo. Le pareció que esa elipsis era la forma más adecuada de lisonjearla. 

... empezó a contar que algunas estrellas eran como pequeños fantasmas colgados en el cielo, espectros de planetas ya extinguidos y la luz que vemos es apenas el recuerdo de su apogeo. Hace millones de años que se han apagado, decía mi padre mirando a Laura; no son más que chicharrones flotando a la deriva y el día en que el primer mono empezó a hablar ya estaban muertas."

Espero les guste.


*Algunos creen que un libro puede destruirse, sin duda no leyeron Fahrenheit 451.

En la clase primera de Tren al Infinito mencioné, a raíz de un aporte de una participante, un fragmento de la novela La Hora sin Sombra, del queridísimo Osvaldo Soriano, quien hace a uno de sus personajes decir algo al respecto de las estrellas que ya no están, y que sin embargo vemos.
La metáfora es conocida entre nosotros, los habitués del cielo, la escuché por primera vez a los 8 o 10 años de boca de mi viejo.
Lo que en realidad me llamó la atención es que más de un participante de dicha charla me contactó en la semana siguiente para que le contara cuál era el autor, cuál el título de la mencionada novela, con ánimos de conseguirla.

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