Los términos masa y materia nos confunden, están
presentes desde la infancia en nuestro lenguaje -si es que fuimos al colegio- y sus definiciones suelen ser
un juego de palabras o tautología.
Cuando ingresamos a la secundaria el conflicto aumenta: “Mi educación terminó cuando ingresé a la escuela”, explicó García Márquez. Para rematarla, esta ridiculez reza en algunos mataburros: Masa es la cantidad de materia de un cuerpo; y: Materia es la cantidad de masa de un cuerpo.
Cuando ingresamos a la secundaria el conflicto aumenta: “Mi educación terminó cuando ingresé a la escuela”, explicó García Márquez. Para rematarla, esta ridiculez reza en algunos mataburros: Masa es la cantidad de materia de un cuerpo; y: Materia es la cantidad de masa de un cuerpo.
Al leer diversas notas en la web y algunos libros en
casa, aprendo o recuerdo que el término masa surge de los escritos del señor Isaac
Newton, ese complicado y resentido hombre de ciencias, cuya más aplicada labor fue -según mi concepto- anular a Robert
Hooke.
Newton desarrolló, a raíz de sugerencias y conclusiones de su colega, una fórmula matemática que predecía y racionalizaba los movimientos
planetarios. Partió de la 3º ley de Kepler y llegó -tras unos pocos pasos geniales- a lo
que Robert pregonaba por doquier: que un cuerpo sometido a una fuerza, que
variara con el cuadrado de la distancia al foco o eje de giro, describiría orbitales elípticos.
La fórmula: F=
m1 x m2/ d² conocida hoy con el agregado de una constante llamada G, estipula que los cuerpos tienen un algo que genera una
fuerza atractiva, instantánea, que no repara en distancias. Ese algo es la llamada masa gravitatoria. La masa, para Newton, era la raíz de fuerzas
atractivas llamadas gravedad.
Por otro lado, Newton también formuló su famosa: F= m x a.
Mediante experimentos pendulares, muy precisos, dedujo la existencia de una constante que era inherente a la materia; y que surgía de la siguiente expresión matemática perfectamente comprobable por cualquiera de nosotros: F1/a1 = F2/a2, etc.
Mediante experimentos pendulares, muy precisos, dedujo la existencia de una constante que era inherente a la materia; y que surgía de la siguiente expresión matemática perfectamente comprobable por cualquiera de nosotros: F1/a1 = F2/a2, etc.
Esta constante entre fuerzas aplicadas y aceleraciones
obtenidas (con respecto a un sistema de referencia) determinó entonces la existencia de
una nueva entidad, la masa inercial,
que relaciona las fuerzas aplicadas con el movimiento impreso a los cuerpos y
que conocemos como principio de Inercia.
Múltiples experimentos arrojaron la equivalencia entre
ambos términos (la masa inercial y la gravitatoria), aunque no había razones para estipularla a priori. Fue esta correspondencia
entre valores la que llevó a Einstein a formular su Principio de equivalencia. Pero, precisamente, una vez desarrollado su andamiaje teórico,
la masa gravitatoria deja de ser causal de una fuerza, pues la gravedad se transforma en una caída, en un resultado natural de la interacción de esas masas con la geometría misma del cosmos. El ejemplo más común, por repetido no pierde efecto: el universo, en regiones libres de masa, es un paño elástico sin deformaciones, toda ves que se aglutinan masas estas deforman _curvan- el espaciotiempo produciendo "pozos, zonas hundidas" en las que otras masas menores "caen" al desplazarse.
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Creo que una explicación a la dualidad masa-materia puede
ser la siguiente: la materia es lo que percibo, lo que de algún modo es
sensible o percibible. La materia tiene propiedades y energía en diversos
grados. Es materia lo que conforma el mundo según lo veo, lo sólido, lo líquido
y lo gaseoso, así como el plasma. Pero también es materia la energía en todas sus formas,
ya que puedo percibirlas.
La diferencia entre cada una de estas
manifestaciones del mundo es la cantidad de masa que les da entidad.
La luz, es materia formada por fotones, los cuales no tienen masa.
El mercurio sí
tiene masa, es un líquido tremendamente masivo sobre la tierra.
La materia y la energía oscuras también están allí, no
son visibles ni tangibles a nuestros sentidos, pero afectan los sentidos de la materia que nos es familiar. Su
masa es claramente percibible y ha sido cuantificada al calcular el giro de
galaxias espirales y al modelizar universos con macro estructuras filamentosas donde
se ubican los supercúmulos galácticos, dando al Cosmos el aspecto que dicen que
tiene, el de una fabulosa molécula donde el todo está virtualmente vacío (Vacío
el átomo, vacío el universo… la vida es nada, absolutamente nada, por eso es
inaceptable dañar a otros: porque dañamos por nada).
Vuelvo a la masa.
La masa es la función o el modo en que la materia se entrelaza
con el cosmos, sea modificando su geometría (curvándolo, generando lo que
llamamos gravedad) o adhiriéndose a él, negándose a modificar, no su estructura
sino la de ella, la de la materia (lo que llamamos principio de inercia y principio
de acción y reacción).
La materia es la cantidad de cosa sensible, percibible
de uno u otro modo por nosotros.
La masa es la cantidad de cosa que interactúa con el
Cosmos, con su estructura secreta no percibible para nosotros, aún (o de otro
modo que este, mediante este pequeño concepto).
La materia es; -en nuestra perspectiva- no se crea ni
se destruye; la masa sí.
La masa se crea en las estrellas: la fuerza de gravedad,
derivada a poco de Ser el Big-bang, puede crear masa en el núcleo de las
estrellas.
La masa se destruye, el decaimiento atómico, propio de
la radioactividad, es masa que se destruye, que deja de ser. La fisión nuclear,
desarrollada por los asesinos seriales al servicio de los EEUU, es masa que se
destruye, que deja de ser.
Buscamos el bosón de Higgs y dicen que hallaron algo
compatible con él, en ese túnel de tres países. Como no hay forma de describir semejante entidad virtual, los científicos intentan metáforas como esta: el bosón de Higgs o sus interacciones es un campo de
altas hierbas que se hamacan en el viento.
Determinadas formas de la materia serían personas que
corren por ese campo. Los que corran a favor de las hierbas curvadas por la
brisa, apenas se verán frenados por ellas, correrán sin freno, sin nadie que
los detenga, sin inercia, sin masa. Serán inmasivos, podrán correr a la
velocidad de la energía electromagnética.
Los que quieran correr en contra de la brisa, o a través
de ella, los que quieran correr perpendiculares a la inclinación de los tallos,
chocaran con miles, millones de hierbas cruzadas a su paso. Cada pierna
enredada en mil lazos de verde… inercia. Serán estos corredores masivos, tendrán
inercia, modificarán el campo curvándolo aquí y allá y luego -encima- caerán en
esa curvatura.
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