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domingo, 15 de septiembre de 2013

Algunas tardes el cielo es popular.

Algunas tardes el cielo es popular.

El pasado domingo 8 de setiembre un espectáculo en el cielo sedujo a miles de personas. Las mujeres que usual caminaban por la ciudad; el hombre que desencantado esperaba el lunes, siempre cruel; el niño que jugaba hasta su última gota de energía y el adolescente que mateaba en la plaza; todos miraron hacia un mismo sitio, arriba y al oeste, en el crepúsculo, quién sabe si en la inteligencia de que en ese simple gesto fueron miles.

Es curioso, me lo hizo ver un amigo*: tanta gente elevó sus ojos para disfrutar de la conjunción entre dos astros que acompañan a los hombres desde la prehistoria: nuestro satélite y el planeta Venus, un punto de luz muy brillante llamado por muchos El Lucero. Arriba, dije conjunción pero como previa a esa figura la Luna le había ocultado, el evento recibe el nombre “ocultación”. Estas coincidencias en el cielo toman tales títulos pero no ha sucedido algo real, es solo un juego de la visual o capricho de la mente humana. Nuestro cerebro interpreta al cielo como una bóveda, un fondo sobre el cual viajan las estrellas fijas y estas, las movedizas, las que llamamos Planetas (Planeta significa Vagabundo). En el espacio, medió una buena ponchada de kilómetros entre dichos astros.


Las ocultaciones más notables suceden periódicas, ya que los satélites y planetas comparten aproximado una carretera llamada eclíptica; es al contrastar tal coincidencia  con el ritmo de la vida cuando se vuelven escasas o excepcionales, una de las razones por la que llaman la atención. Esta última dio manifiesto de dos verdades: el cielo es hermoso y su belleza cautiva a los que la observan; el cielo sufre el abandono u olvido de las mayorías, de modo que solo los astros más brillantes son apreciados cuando generan sucesos como el que aquí se analiza.

Una ocultación es un Eclipse. Luna tapó con su figura a Venus a la hora 18,51 y le desocultó 50´ (minutos) después. Luna interceptó el brillo del astro con su faz oscura. Es decir, Venus brillaba a todo vapor y de repente Luna le ocultó con su noche**.

Cuando la Diosa del Amor se alejó unos pasos del cuarto creciente y fue nítida la pareja en el cielo –una lágrima de plata que caía de la Luna- los teléfonos de casa comenzaron a sonar. Eran amistades y conocidos que, a sabiendas de nuestra pasión, preguntaban sobre lo que tanto les placía allá arriba. Hasta a mis vecinos escuché dialogar de este modo:
¡Viejo, mirá al cielo!
¿Para qué?
¡Mirá, mirá lo que hay!
Y qué va a haber. ¡Nada!  
Y se quedó sin mirar, nomás.


Por suerte, arden aún fueguitos en la mayoría de las almas y miles de personas en todo el centro y sur de Argentina disfrutaron de tan bello, bellísimo espectáculo celeste.

Sergio Galarza.

* Aldo Mottino, astrofotógrafo rosarino.
** Pueden ver las imágenes en www.sagitarioblues.blogspot.com.ar , somos concientes que lo realmente hermoso, fue ver aparecer al planeta en el lado opuesto, sobre la sonrisa blanca, en la fase iluminada de la Luna (en su día).

Nota: en base al registro de sucesos astronómicos como este pueden ser deducidas ciertas magnitudes o proporciones tales como: tamaños, distancias, velocidades, etc.etc.

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