Algunas tardes el cielo es popular.
El pasado domingo 8 de setiembre un espectáculo en el
cielo sedujo a miles de personas. Las mujeres que usual caminaban por la ciudad;
el hombre que desencantado esperaba el lunes, siempre cruel; el niño que jugaba
hasta su última gota de energía y el adolescente que mateaba en la plaza; todos
miraron hacia un mismo sitio, arriba y al oeste, en el crepúsculo, quién sabe
si en la inteligencia de que en ese simple gesto fueron miles.
Es curioso, me lo hizo ver un amigo*: tanta gente
elevó sus ojos para disfrutar de la conjunción entre dos astros que acompañan a
los hombres desde la prehistoria: nuestro satélite y el planeta Venus, un punto
de luz muy brillante llamado por muchos El Lucero. Arriba, dije conjunción pero
como previa a esa figura la Luna
le había ocultado, el evento recibe el nombre “ocultación”. Estas coincidencias
en el cielo toman tales títulos pero no ha sucedido algo real, es solo un juego
de la visual o capricho de la mente humana. Nuestro cerebro interpreta al cielo
como una bóveda, un fondo sobre el cual viajan las estrellas fijas y estas, las
movedizas, las que llamamos Planetas (Planeta significa Vagabundo). En el
espacio, medió una buena ponchada de kilómetros entre dichos astros.
Las ocultaciones más notables suceden periódicas, ya
que los satélites y planetas comparten aproximado una carretera llamada
eclíptica; es al contrastar tal coincidencia con el ritmo de la vida cuando se vuelven escasas
o excepcionales, una de las razones por la que llaman la atención. Esta última dio
manifiesto de dos verdades: el cielo es hermoso y su belleza cautiva a los que
la observan; el cielo sufre el abandono u olvido de las mayorías, de modo que
solo los astros más brillantes son apreciados cuando generan sucesos como el
que aquí se analiza.
Una ocultación es un Eclipse. Luna tapó con su figura a
Venus a la hora 18,51 y le desocultó 50´ (minutos) después. Luna interceptó el
brillo del astro con su faz oscura. Es decir, Venus brillaba a todo vapor y de
repente Luna le ocultó con su noche**.
Cuando la
Diosa del Amor se alejó unos pasos del cuarto creciente y fue
nítida la pareja en el cielo –una lágrima de plata que caía de la Luna- los teléfonos de casa
comenzaron a sonar. Eran amistades y conocidos que, a sabiendas de nuestra
pasión, preguntaban sobre lo que tanto les placía allá arriba. Hasta a mis
vecinos escuché dialogar de este modo:
¡Viejo, mirá al cielo!
¿Para qué?
¡Mirá, mirá lo que hay!
Y qué va a haber. ¡Nada!
Y se quedó sin mirar, nomás.
Por suerte, arden aún fueguitos en la mayoría de las
almas y miles de personas en todo el centro y sur de Argentina disfrutaron de
tan bello, bellísimo espectáculo celeste.
Sergio Galarza.
* Aldo Mottino, astrofotógrafo rosarino.
** Pueden ver las imágenes en www.sagitarioblues.blogspot.com.ar
, somos concientes que lo realmente hermoso, fue ver aparecer al planeta en el
lado opuesto, sobre la sonrisa blanca, en la fase iluminada de la Luna (en su día).
Nota: en base al registro de sucesos astronómicos como
este pueden ser deducidas ciertas magnitudes o proporciones tales como:
tamaños, distancias, velocidades, etc.etc.
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