A mirar planetas se ha dicho
Los antiguos
griegos nos dejaron de herencia su saber astronómico. Muchas de las palabras e
ideas que tenemos hoy vienen de las mentes de esas mujeres y hombres geniales
que habitaron las islas y orillas continentales del Mediterráneo, hace ya 2500
años.
Para los
griegos que pensaban por su cuenta, que indagaban el Cosmos sin atribuir todo a
los dioses, había dos clases de astros en el cielo: las estrellas fijas, que
giraban cada noche sobre ellos muy firmes, a un mismo ritmo, y las estrellas
errantes o vagabundas, que se movían a su antojo, adelantando o retrocediendo
entre aquellas, las fijas al firmamento. En griego, planeta quiere decir
vagabundo. De modo que la palabra planeta habla en su origen de una propiedad,
de una voluntad de contradecir al resto, de moverse libres.
En aquellos
días, había siete planetas: el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y
Saturno. Estos eran los astros que se movían a su antojo entre las estrellas
fijas al cielo*.
Hoy hemos
variado nuestro criterio, al Sol solo le llamamos estrella, a la Luna satélite
y gracias al desarrollo de los telescopios y las ideas científicas hemos sumado
dos planetas no visibles a ojo desnudo (hoy estamos a la búsqueda de un noveno
planeta, después de haber despedido a Plutón de tal categoría).
Mirar los
planetas visibles a ojo desnudo es muy fácil, solo debemos saber cuáles astros son
ellos y no estrellas fijas. En la antigüedad, sin luces artificiales, cada
noche despejada era una fiesta para los ojos. Hoy, la estupidez humana ha
sepultado el caudal de belleza y simbolismo que regala cada noche, y para
reconocer o disfrutar de un planeta necesitamos la ayuda de un lazarillo, como
la necesita un ciego para cruzar la calle.
¿Qué planteas
podemos ver en estos meses de Agosto y Setiembre?
Saturno,
temprano, en el este:
He aquí una
carta celeste muy básica, generada con el programa stellarium. En mi blog hay
un tutorial para aprender lo elemental y poder disfrutar.
Como vemos,
sobre las 21 o 22 horas de estos meses (cada día un poquito más temprano, en
otra nota explicaré por qué) podemos buscar y encontrar a Saturno, el planeta
de los anillos, el dios del Tiempo, antiguamente llamado Cronos, padre de
Júpiter en la mitología griega y luego en la romana.
He de contar
que amo las mitologías y los libros que narran los credos de las diversas
religiones. Hay mucho del cielo en ellos y no hablo del cielo como refugio de buenas
almas, sino de cielo real, de observaciones y cosmogonías. Las cosmogonías son
los relatos que narran el origen y evolución del Cosmos.
En la carta anterior pueden verse los datos necesarios para una observación precisa: día, mes y año, hora y minutos, cardinal geográfico y altura sobre el horizonte del observador. Hay en mi blog varios post que explican estas razones necesarias para una observación celeste, no voy a contarlas ahora**.
Júpiter, qué tarde, que me parta un rayo.
Para ver a Júpiter parece que tuviéramos que esperar hasta que el cielo gire en apariencia lo suficiente, y se nos hará la madrugada. Un garrón. Pero hay una solución a este pequeño problema: ¡levantarnos temprano en lugar de acostarnos tarde!
Vaya, qué
bueno. Ahí está aún el hermoso y brillante dios del rayo, el fabuloso Júpiter,
el Zeus griego (todos los planetas visibles a ojo desnudo tienen al menos dos
nombres: el griego y el romano, es decir, el griego antiguo y el latín
posterior. Los planetas Urano y Neptuno, no, sólo un nombre romano, pues la
astronomía ya se había globalizado cuando fueron descubiertos).
Observar a
Júpiter por las mañanas en estos breves meses nos trae una yapa, un premio no
menor: en el este será posible ver al impresionante Venus.
Venus brilla
como un loco porque su atmósfera absorbe los rayos de luz rojos e infrarrojos y
refleja los azules, que son muy potentes. Ya me explicaré un poco al respecto.
Como cierre,
les dejo como tarea que encuentren, en la última carta celeste, a las Tres Marías,
el Cinturón de Orión, los tres Reyes magos, decía mi padre, y lo extraño tanto.
Sergio Galarza, maestro.
*El sol
atrasa cada día unos cuatro minutos con respecto al fondo estrellado; la Luna
parece avanzar a los saltos de jornada en jornada, demora casi 50 minutos su
salida con respecto al resto luces (Luna quiere decir Luz). Mercurio y Venus
jamás se apartan mucho del padre Sol, y por ello solo podemos verlos al
amanecer o al atardecer (Venus es también conocido como El Lucero). Marte,
Júpiter y Saturno se mueven por lo general de oeste a este por el cielo… pero
los muy pícaros tienen la curiosa costumbre de retroceder cada tanto entre las
estrellas fijas. A este retroceso se le llama retrogradación y fue durante
siglos un problema para los astrónomos y matemáticos antiguos. ¿Por qué estos
planetas retrogradaban en el cielo? ¿Por qué, durante meses, algunos planetas avanzan
hacia el este y de pronto frenan e invierten su camino durante unos pocos días,
como dudando o bailando, y luego vuelven a su camino habitual? La retrogradación
fue una semilla que germinó en ideas fabulosas y al fin acertadas, y nos permitió
cambiar poco a poco la idea que tuvimos del universo.
** Existen
al menos dos sistemas de coordenadas importantes para detallar una región de
cielo o anunciar una efeméride. Efeméride son las predicciones sobre los
eventos celestes o astros visibles en cada época del año. El sistema de
coordenadas que muestro en estas imágenes o cartas es el altacimutal. En él hay
dos coordenadas que se cruzan y señalan un punto: la coordenada horizontal
(acimut, az), que se mide con los 360 grados de círculo, aplicados sobre el horizonte
que nos rodea como observadores; y la coordenada altura (h) que se mide de 0° a
90° desde el horizonte hacia arriba en vertical; hace base en la coordenada
acimutal. El otro gran sistema de coordenadas celestes es el Sistema Ecuatorial
Celeste, lo explicaré más adelante.
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