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Guía de Observación Astronómica
Búsqueda de objetos de espacio profundo
La observación astronómica es uno de
los mayores lujos que podemos darnos en vida, es un modo de participar de la
creación, o, mejor, del cosmos. Cosmos es eso que muchos creímos ajeno, lejano;
sin embargo, somos parte de él. Carl Sagan, dijo: "Somos el medio para que
el cosmos se conozca a sí mismo."
Observar el cielo causa placer
estético e intelectual; causa vértigo, a veces y nos plantea interrogantes asombrosos.
Particularmente, lo único que me ha estremecido más que la observación del
cielo fue el llanto de un niño, la oscura mirada de una mujer… y nada más.
Podemos disfrutar del cielo
estrellado por medio de la vista -a ojo desnudo, decimos; por medio de
binoculares; por medio de telescopios. Aquí no se agota su registro, hoy la
ciencia observa el cosmos en regiones del espectro electromagnético tales como el
infrarrojo, el radio, el ultra violeta, y otras, pero estas tecnologías no son
populares. El espectro electromagnético (eem) es un rango de frecuencias con el
que mensuramos la energía radiada. Los soles radian energía en todo el
espectro, es decir, en una gran cantidad de frecuencias distintas –lo que
equivale a decir que radian una gran variedad y cantidad de energía- de las
cuales una muy pequeña región es captada por el ojo humano. A esta región le
llamamos luz visible.
Un gran número de objetos son perceptibles
a ojo desnudo en diversas épocas del año*. Durante el otoño austral –en las
primeras horas de la noche- son posibles a ojo desnudo la Nebulosa de Orión
(M42); el asterismo Las Tres Marías (Alnitak, Alnilam, Mintaka); el cúmulo de
Cáncer (M44); la Hoz de Leo; la nube negra el Saco de Carbón, en Crux; la
brillante nebulosa o región de Eta Carina, en Quilla; por citar unos pocos.
Familiarizarse con las estrellas notorias
es un deber para el observador astronómico. Estas delinean las constelaciones y
en base a cada sol importante podremos movernos por el cielo en busca de los
objetos menos brillantes.
Por supuesto, para admirar matices de
objetos de espacio profundo visibles a ojo desnudo se necesita cierta
experiencia. Omega centauro es un cúmulo globular, pálido en zonas sin
contaminación. Apreciarlo sin equipos requiere saber su naturaleza ya que
brilla cual una estrella y de allí su nombre**.
Veamos cómo acertar sobre algunos
objetos ocultos, asequibles a telescopios de aficionado y binoculares,
presentes durante las noches de otoño e invierno australes.
Si observamos el cielo con
binoculares, el método de búsqueda a aplicar será el mismo que si utilizamos un
telescopio de montura altacimutal.
Altacimutal es un sistema de coordenadas que
toma por plano fundamental el horizonte del observador. Sobre este círculo imaginario
se subtiende un arco, en grados, que nace en el polo sur geográfico y avanza
hacia el oeste –en el hemisferio sur: Cardinal sur: 0° acimut (az); cardinal
Oeste: 90° acimut (az); cardinal
norte: 180° de acimut (az); etc. La coordenada complemento es la altura
(h), la cual se mide en grados de 0 a 90, desde el horizonte al cenit. El cenit
es el punto más alto sobre el observador. Así, un astro que alce 30° sobre el
horizonte del cardinal Este, por ejemplo, tendrá por coordenadas altacimutales:
270° az, 30° h. Por supuesto, este sistema de coordenadas cambia sus valores a
cada instante, pues la Tierra está en permanente movimiento.
Saco de carbón, Crux.
El Saco de Carbón es una nube de
polvo espeso, oscuro y frío, que oculta el intenso brillo de estrellas sitas dentro
y detrás de él. El saco es visible entre las estrellas alfa α y beta β crucis
como una mancha negra en lo alto. Es notorio a ojo desnudo. Con binoculares o
telescopio de hasta 11 centímetros (4”), a muy bajos aumentos, es interesante recorrer
y comparar por contraste con zonas pobladas de la Galaxia.
La luz puede ser absorbida, reflejada
o emitida por nebulosas de gas sitas sobre los brazos de la Vía Láctea. De su
densidad depende que las estrellas que la habitan se hagan ver o no. Sabemos de
esas estrellas invisibles, ocultas por el polvo, gracias a las observaciones en
las regiones del infrarrojo del eem. Las ondas infrarrojas tienen una muy baja
frecuencia, son muy largas, pueden evadir
las moléculas de polvo cósmico sin ser reflejadas o absorbidas por sus átomos
constituyentes. Por el contrario, los colores visibles son reflejados hacia
dentro, así como la neblina en la ruta devuelve las luces blancas de un auto
hacia el conductor.
La estrella α
crucis, Acrux, es una doble de relativa facilidad. Y la estrella azul Becrux, β
crucis o Mimosa es ya un espectáculo. Muy cerca aloja una estrella
evolucionada, una Roja llamada Lágrima de Sangre. Su nombre difícil
es DY crucis. También se la conoce
como Rubí
crucis. Es una estrella cuyo su núcleo crea átomos de carbono, los
cuales van a engrosar su atmósfera; esta brilla a muy baja temperatura dado que
el conjunto se ha dilatado hasta dimensiones increíbles: la expansión ha permitido
el enfriamiento de su fotosfera. Las estrellas de carbón son las estrellas más
rojas del cielo. Sobre esta bella gema hay notas imperdibles como la de
Guillermo Abramson.
Pocos grados
separan a Becrux de uno de los objetos más hermosos del cielo. Hablo de El
Alhajero, o el Joyero. Los catálogos lo suman como NGC4755. Es un cúmulo
estelar abierto y simula un cono de helado. Pueden distinguirse diversos
colores en sus estrellas y de allí que se le comparara con esa antigua forma de
la riqueza, el atesoro de joyas. Hoy el esnobismo -es decir: la estupidez-
permite ahorros en sosos billetes verdes.
NGC4755 es una de las vistas más
imponentes y enigmáticas, uno queda bobo mirando y mirando sus luces, sus
colores, sus locos diagramas posibles.
El Alhajero es imperdible a partir de
un refractor de 80mm, nítido en un 114, sublime en un 200. Posee también una
roja, linda, la cual seguramente le es ajena, sita para la vista a millones de
kilómetros por delante o por detrás del cúmulo en sí. Estas perspectivas
cósmicas son muy comunes, uno ve una cosa y lo que ocurre en realidad es otra.
En la imagen de arriba, tomada del
programa Stellarium, puede verse a Becrux y al cúmulo NGC4755 también llamado
Kappa crucis. Dista el uno del otro unos 65 minutos, es decir, poco más de un
grado de arco. Saber medir estas distancias en un mapa es fácil, transportar
esa medida angular a lo que uno verá dentro del ocular es apenas más difícil. Veamos
cómo se hace:
Cálculo del campo real (Cr) observado mediante telescopio.
Los telescopios tienen una focal (f) determinada
por el fabricante de la óptica primaria; esta, en conjunción con el ocular, nos
dará los aumentos logrados (x).
X = f telescopio/ f ocular.
Ejemplo: telescopio de f 900mm y
ocular de 20mm, X = 900mm/20mm= 45x
(Se lee: 45 aumentos)
Por otra parte, los oculares aclaran cuál
es su campo de visión aparente; por ejemplo, un plossl tiene un campo aparente
de 50°.
Si observas el Alhajero con un telescopio
newtoniano de 900mm de focal con un plossl de 20mm, el campo real observado
será:
Campo real = Campo aparente/ x
Campo real = 50°/ 45x
Campo real = 1.1°
Como indica este cálculo, Kappa
crucis puede ser entrevisto con un ocular de 20mm y un teles de 900mm. Si
observas Mimosa en el ángulo debido, en un rincón del ocular estará la estrella
azul, en el límite contrario encontrarás estrellas del cúmulo NGC4755.
Continua.
Notas:
*Recordemos que el cielo nocturno
varía casi un grado por día. La traslación ocurre en 365 días, de modo que el
ciclo o círculo del cielo -el año- de 360° se cumple en 365 días; es decir 360°
/ 365 ds = 0.98°/ds.
**En el año 1603 Johan Bayer publicó
su Uranometría, allí nombró las estrellas -según su magnitud- con letras
griegas. Hoy existen otros catálogos y nomenclaturas, por ejemplo el de
Flamsteed, catálogo publicado sin su consentimiento en 1712, este numera
estrellas según su ascensión recta (AR) y genitivo de constelación; ejemplo: 61
cygni.
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